chaqueta de Ethel seguian alli.

Pero el regalo habia sido abierto. El celo se veia despegado y el papel arrugado.

Dejo el paquete sobre el banco sin atreverse a comprobar si la tunica verde habia desaparecido.

En cambio, cogio la chaqueta vaquera de Ethel y, de repente, noto como un objeto plano resbalaba dentro del tejido.

Cuando dos dias despues de Navidad, el comisario Gote Holmblad aparecio por la casa en su coche, Joakim tenia la chaqueta vaquera guardada en una bolsa de plastico.

Por entonces, habian estado en ludden una ambulancia y una grua y se habian llevado el cuerpo del ultimo ladron de casas. Los policias de la brigada criminal tambien habian pasado por alli buscando balas en la nieve. En las noticias locales de la radio habian dicho, sin dar su nombre, que Tommy era uno de los dos muertos de la casa durante la tormenta de nieve. El mal tiempo que habian tenido en el norte de Oland ya tenia nombre, «nevasca de Navidad», y se consideraba una de las peores tormentas de nieve desde la Segunda Guerra Mundial.

Holmblad se apeo del coche y deseo a Joakim felices fiestas.

– Gracias, igualmente -respondio el-. Gracias por venir.

– En realidad, tengo vacaciones hasta Ano Nuevo -replico Holmblad-. Pero queria ver como les habia ido por aqui.

– Ahora ha vuelto la calma -dijo Joakim.

– Ya lo veo. La tormenta paso por aqui.

El asintio y pregunto:

– ?Como esta Tilda Davidsson?

– Relativamente bien -contesto el comisario-. Hable con ella ayer. Ha salido del hospital, y ahora esta en casa de su madre.

– Pero ?vino aqui sola? ?Es que no habia un companero que…?

– No -lo interrumpio Holmblad-. Quien la acompanaba era su tutor de la Escuela de Policia…, padre de dos hijos, una tragedia. En realidad, el no deberia haber estado aqui. -El jefe de policia recapacito y anadio-: Davidsson tambien podria haber salido malparada, claro, pero tuvo suerte.

– Desde luego -convino Joakim, y abrio la puerta de la casa-. Hay algo que quisiera mostrarle: ?desea pasar un momento?

– De acuerdo.

Condujo a Holmblad a la cocina, donde habia despejado la mesa.

– Por aqui -dijo.

Sobre ella estaba la bolsa con la chaqueta vaquera de Ethel, y lo que habia encontrado en su interior: la nota escrita a mano y un pequeno estuche de oro oculto dentro del forro.

– ?Que es esto? -pregunto el comisario.

– No estoy seguro -respondio Joakim-. Pero espero que sea una prueba.

Cuando Holmblad se marcho Joakim cogio una mochila y fue caminando por la nieve hasta el faro norte.

Mientras se dirigia hacia alli, echo una mirada al bosque, que se extendia hacia el norte a lo lejos. La mayoria de los arboles parecian haber sobrevivido a la tormenta, menos algunos viejos abetos que yacian en el suelo junto a la playa.

La blanca torre del faro relucia contra el cielo azul marino. Ya antes de llegar al rompeolas vio que le resultaria dificil entrar en ellos. Las olas habian llegado a los islotes durante la nevasca y ambos faros estaban recubiertos de un hielo blanquisimo. Parecia escayola seca, y se extendia hacia la parte baja de la torre como un abrazo artico.

Joakim dejo la mochila delante de la puerta y abrio la cremallera. De su interior saco las llaves del faro ademas de un gran martillo, un aerosol de aceite lubricante para cerraduras y tres termos repletos de agua hirviendo.

Tardo casi media hora en quitar todo el hielo de la puerta y abrir la cerradura. Esa vez, tambien se abrio solo un poco; sin embargo, Joakim consiguio entrar.

Llevaba la linterna y una vez dentro la encendio.

Los chirridos de sus suelas sobre el suelo de cemento resonaban en lo alto de la torre, pero no se oyeron pasos en la escalera. Si aun habia un viejo farero alli arriba, Joakim no deseaba molestarlo, asi que se quedo en la planta baja.

«Una pequena posibilidad -habia dicho Gerlof Davidsson-. Mi hermano Ragnar tenia las llaves de los faros, asi que hay una pequena probabilidad de que se encuentren alli.»

Una pequena puerta de madera cerraba el espacio que quedaba debajo de la escalera, convirtiendolo en un almacen.

Un calendario de 1961 colgaba de la pared de piedra. En el suelo habia bidones de gasolina, botellas de aguardiente y viejos faroles. Esos objetos le recordaron los viejos cachivaches que se habian ido acumulando en el altillo del establo. Pero aquellos estaban algo mas ordenados, y junto a la abovedada pared exterior habia apiladas varias cajas de madera.

La tapa no estaba claveteada, y Joakim abrio la mas cercana e ilumino el contenido con la linterna.

Vio tubos de chapa: trozos de un metro de largo destinados a canalones de desague. Tendrian que haberse empalmado unos con otros y colocado bajo el tejado de la casa de ludden hacia anos, si Ragnar Davidsson no los hubiera robado y escondido en el faro.

Joakim metio la mano y saco con cuidado uno de los tubos.

44

– ?Adonde vamos? -pregunto Livia cuando abandonaron ludden con el coche cargado la vispera de Nochevieja.

Joakim noto que aun estaba algo enfadada.

– Iremos a ver a la abuela de Kalmar y luego visitaremos a la abuela de Estocolmo -contesto-. Pero primero pasaremos a saludar a mama.

Livia no dijo nada mas. Solo poso la mano en la jaula de Rasputin y miro el blanco paisaje.

Quince minutos mas tarde, pararon junto a la iglesia. Joakim aparco, cogio una bolsa de plastico del coche y abrio la verja de madera.

– Vamos -les dijo a los ninos.

Joakim no habia ido mucho por alli durante el otono: pero ahora se sentia mejor. Algo mejor.

Habia tanta nieve en el cementerio como a lo largo de la costa aunque habian despejado los senderos mas anchos.

– ?Esta muy lejos? -pregunto Livia al pasar junto a la iglesia.

– No -contesto el-. Ya casi hemos llegado.

Al fin se encontraron frente a la tumba de Katrine.

La lapida estaba cubierta de nieve, como todas las demas del cementerio. Lo unico que se veia era el borde, hasta que Joakim se agacho y aparto deprisa la nieve con las manos, de modo que la inscripcion quedo a la vista.

Rezaba «KATRINE MNSTRLE WESTIN», junto a dos fechas.

Dio un paso atras y se coloco junto a Livia y Gabriel.

– Aqui yace mama -dijo luego.

Sus palabras no hicieron que el tiempo se detuviera, pero los ninos permanecieron inmoviles a su lado.

– ?Os gusta…? ?Es bonita? -pregunto en voz baja.

Livia no respondio. Gabriel fue el primero en reaccionar.

– Creo que mama tendra frio -dijo.

Luego se acerco con cuidado a la tumba siguiendo los pasos de su padre y empezo a retirar toda la nieve en silencio. Primero de la lapida, luego del suelo. Aparecieron unas rosas secas. Joakim las habia dejado alli en su

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