ojos bajos y el entrecejo fruncido, pregunto:
— ?No vamos contigo?
Estaba tan gracioso que Sylvie se echo a reir.
— ?Claro que no! Muy pocas personas son invitadas a la boda del rey, y asistir supone un gran privilegio. Seria imposible presentarse con toda la parentela.
— Yo no soy tu parentela, soy tu hijo, como Marie es tu hija. Es bastante distinto, me parece.
Sylvie se arrodillo para abrazar aquel cuerpecillo reacio.
— ?Tienes toda la razon, corazon mio! Sois mis hijos queridos, y lo sabeis… Pero Marie se quedara en la Visitation hasta las vacaciones, y tu iras a esperarme a Conflans con el abate de Resigny.
— ?Y con Monsieur de Raguenel?
— No. Quiero que me acompane. No querras que tu madre atraviese toda Francia, por asi decirlo, sola… Pero si eres bueno, podras venir a ver la entrada en Paris del rey y la nueva reina. ?Te parece bien?
Le parecia bien, pero por nada del mundo iba a rendirse tan pronto, de modo que se dejo abrazar sin devolver el beso, antes de declarar en tono puntilloso:
— Si… creo que me parecera bien.
Luego, bruscamente, echo los brazos al cuello de su madre, planto en su mejilla un beso enorme y desaparecio a la carrera.
Sylvie vio como la menuda silueta blanca desaparecia tras la puerta del vestibulo. Adoraba a aquel hijo de su remordimiento y de su pecado tanto como a su bonita Marie, confiada desde hacia un ano a las Damas de la Visitation para completar una educacion de la que se habian encargado, a lo largo de doce anos, tres gobernantas despues de que la fiel Jeannette se declarara desbordada. Solo Dios sabe, sin embargo, lo que llego a sufrir la joven duquesa de Fontsomme cuando advirtio que el corto momento de locura y divina felicidad vivido en brazos de Francois iba a dar fruto. Del mismo Francois que acababa de matar en duelo a Jean de Fontsomme, el esposo tiernamente amado por Sylvie…
Todavia se estremecia de horror al recordar los meses que siguieron a la muerte de Jean. Primero se sintio abrumada por la pena y por un terrible sentimiento de culpabilidad. Luego llego la verguenza, al descubrir que estaba encinta. En ese momento habia creido volverse loca. Sin la atenta vigilancia de su padrino, que no se separo de ella desde el momento en que supo el drama de Conflans, tal vez habria atentado contra su vida o contra la de un hijo que no queria. Pero con la ayuda de la mariscala de Schomberg, a la que pidio auxilio, Perceval de Raguenel consiguio que la joven superara la crisis y atendiera a razones. Entre los dos la sostuvieron, pero fue la ex Marie de Hautefort quien encontro las palabras mas convincentes, por ser las mas brutales:
— Si no quereis ese hijo dadmelo a mi, que nunca los tendre. ?Pero no lo mateis! ?No teneis derecho a hacerlo!
— ?Pero si tendre el de criar bajo un nombre ilustre, al que no tiene ningun derecho, al hijo de mi amante?
— ?Vuestro amante? ?Por unos minutos de abandono, y cuando habeis amado a ese hombre desde vuestra infancia? La palabra me parece excesiva. Mirad las cosas desde otro punto de vista. Supongamos que ese infortunado duelo (?otro nombre impropio, puesto que vuestra casa estaba siendo atacada!), que ese infortunado duelo nunca tuvo lugar. De todos modos estariais embarazada. ?Y que diriais al esposo al que no habiais visto desde hacia varios meses?
— ?Creeis que no lo he pensado? -dijo Sylvie apartando la vista.
— ?Habriais confesado, o habriais… colado ese fruto incomodo?
— No. Habria confesado aun a riesgo de perderlo todo, porque creo que ese pequeno bastardo me habria sido infinitamente precioso. ?Resolved como podais mis contradicciones!
— ?Habriais aceptado con gusto el castigo que creeis merecer? ?Dejad las modas jansenistas para los senores de Port-Royal y pisad de nuevo el suelo! ?Habeis olvidado las ultimas palabras de Jean?
— ?Olvidarlas? ?Oh, no! Dijo… que iba a amarme en otro lugar.
— Luego ya habia perdonado. Y mas lo habra hecho en el lugar donde esta; y creo que su alma sufriria al veros cometer un crimen. Podeis estar segura de que prefiere con mucho que el nino nazca y viva con su nombre.
— ?Incluso si es varon?
— ?Con mayor razon! Su nombre continuara, y tal vez crecera incluso con el aporte de la sangre de san Luis. ?No seais mas remilgada que la reina!
Muy conmovida tenia que estar Marie para recordar de ese modo el temible secreto que compartia con Sylvie desde hacia tantos anos. Por lo demas, no se extendieron sobre el tema. Sylvie reflexionaba.
— Entonces -se impaciento Marie-, ?vais a darme ese hijo?
— ?Lo decis en serio?
— Totalmente. No es un tema con el que me guste bromear. Yo me encargare de convencer a mi esposo…
— ?En ese caso, perdonadme! -concluyo Sylvie, corrio a abrazar a su amiga-. Creo que me lo quedare.
— Y hareis bien.
Perceval dio su calurosa aprobacion. Despues de todo, muy pocas personas podian poner en duda la paternidad de Fontsomme. Aparte de Marie y de el mismo, a quienes lo habia confesado Sylvie; de Pierre de Ganseville, el escudero de Francois, y de los ancianos esposos Martin, guardas de la finca de Conflans y enteramente fieles, unicamente el principe de Conde y su lengua viperina habrian podido resultar inquietantes, pero Monsieur le Prince habia partido para Chantilly cuando Corentin Bellec se presento en el campamento de Saint-Maur en busca de Fontsomme para que acudiera en auxilio de su mansion y de su mujer en peligro. En cuanto a quienes fueron testigos del duelo, se trataba en su mayor parte de mercenarios croatas que desconocian la lengua francesa. Aquello hizo confiar a Perceval por unos momentos en la posibilidad de hacer creer que Jean de Fontsomme habia luchado con un saqueador desconocido al que habia visto salir de su casa; pero tambien se encontraban alli dos o tres oficiales que conocian bien a Beaufort, y que por lo demas no habian visto nada fuera de lo comun en el hecho de que dos gentileshombres que luchaban en bandos enfrentados cruzaran sus espadas. Fue preciso, por consiguiente, reconocer la responsabilidad del Rey de Les Halles, pero nadie habia podido imaginar el motivo real del duelo. Nueve meses mas tarde, la joven viuda daba a luz un hijo varon al que amo con todo su corazon desde el momento mismo en que lo colocaron entre sus brazos. Y por mas que hubiera decidido vivir su luto alejada de la corte -lo que era muy comprensible por tratarse de un matrimonio tan unido-, el rey hizo saber que el mismo iba a ser el padrino, y que su madre, la reina Ana de Austria, seria la madrina. Ese dia, ademas del nombre real obligado por el protocolo, el bebe recibio el de Philippe, que habia sido el de su abuelo el mariscal de Fontsomme. Sylvie no se atrevio a bautizarlo con el nombre de Jean, y dio como explicacion que su esposo lo habria preferido asi.
El bautizo tuvo lugar en el Palais-Royal, y fue la ultima manifestacion de la corte en que tomo parte Sylvie.
Decidida a vivir apartada en adelante para dedicarse a sus hijos y a los vasallos del ducado, cerro su
El unico gran acontecimiento en que aparecio fue la coronacion del joven rey. Aquel dia -7 de junio de 1654-, viajo a Reims a fin de prestar, en la catedral iluminada, homenaje solemne en nombre de un pequeno duque de Fontsomme de apenas cinco anos… El recibimiento de Luis XIV la conmovio profundamente:
— ?No es un poco cruel, senora duquesa, huir de ese modo de quienes os aman?
— Unicamente huyo del ruido, Sire. Y ahora que los disturbios han terminado, el ruido y la alegria han de acompanar el alba de un gran reinado, en una corte llena de juventud…
— ?A quien quereis hacer creer que sois vieja? No a vuestro espejo, supongo. ?De modo que tendre que renunciar a teneros a mi lado?
— ?No, Sire! El dia en que Vuestra Majestad me necesite, siempre estare dispuesta a responder a su llamada. Pero pienso -anadio al tiempo que se inclinaba en una profunda reverencia de corte- que ese dia aun no ha llegado…