Eso era todo. Ninguna nota adicional, ninguna firma. Lo unico que contenia. Pero era obvio que lo habia mandado Kovalenko. Marten no le habia hablado nunca de I.M. ni de las llaves de la caja fuerte, pero la informacion estaba alli de todos modos. Maltsev era obviamente el I.M. con quien Raymond/Alexander debia encontrarse en el Penrith's Bar de Londres. Las especialidades letales de Maltev dejaban muy claro que el plan original desarrollado por la baronesa y Alexander un ano atras debian de haber consistido en que Maltsev se cargara a Kitner y su familia muy poco despues de que este hubiera sido presentado oficialmente a la familia Romanov y luego obligado a abdicar, de manera que quedaba eliminada cualquier posibilidad de replanteamiento que pudiera haber surgido
Hasta sin la nota de identificacion, Kovalenko se habia revelado como un hombre exhaustivo y que se preocupaba. Era su manera de atar las cosas y dar credibilidad documental a lo que habian pasado juntos. Como se las habia arreglado para obtener la huella del LAPD, no habia manera de saberlo, excepto que tenia que venir del disquete de Halliday, que Kovalenko se vio obligado a entregar a su superior. Lo mas probable era que hubiera pensado que algo asi podia ocurrir y se hubiera preparado haciendo una copia del disquete de antemano, sin decirselo a nadie, ni siquiera a Marten.
El como, cuando o por que de las acciones de Kovalenko ya no importaba. Era su informacion, y su generosidad de compartirla, lo que importaba. El resultado era que Marten tenia en su posesion una prueba irrefutable de que Alexander Cabrera y Raymond Oliver Thorne eran una y la misma persona. Ademas sabia que, con toda posibilidad, Alexander habia sido entrenado en el arte de matar por Murzin y Maltsev, y que Murzin, y tal vez Maltsev tambien, habian sido empleados directamente por la baronesa. Eso llevo a Marten -y, estaba convencido, a Kovalenko- a creer que habia sido la baronesa quien habia ordenado el asesinato de Peter Kitner y su familia, por no decir nada de encargarle a Alexander que asesinara a Neuss, a Curtay y a los Romanov de America.
?Que le habia dicho Marten a Kovalenko cuatro meses atras, cuando el ruso lo acompano a pasar el control de pasaportes en Pulkovo, para tomar su vuelo nocturno a Helsinki?
– Hay algo que no comprendo. ?Por que robo el bolso de la mujer? ?Por dinero? ?Cuanto podria haber sacado, y para que lo necesitaba? Si no llega a hacerlo y hubiera seguido andando, es casi seguro que habria logrado escapar.
Kovalenko se limito a mirarlo y a responder:
– ?Por que mato a su madre?
Estas ideas y preguntas llevaron a otras. Y a lo que Kovalenko habia dicho casi al mismo tiempo. Era sobre lo que hay que tener para ser policia y «la crueldad que a veces es necesaria, el hecho de matar sin remordimientos y pasando por encima de la ley que han jurado respetar cuando las circunstancias lo requieren».
Kovalenko hablaba de los policias en general, pero Marten sabia que no lo decia en ese sentido. La mayoria de policias, los que el habia conocido y con los que habia trabajado en Los Angeles, primero en el coche patrulla y luego como detective de Robos y Homicidios, creian como el que estaban para hacer respetar la ley y no para crear la suya. Al hacerlo, trabajaban duro muchas horas, a veces sin que nadie se lo agradeciera, para ser considerados a menudo, por la prensa y por la opinion publica, como seres corruptos o ineficientes, o ambas cosas a la vez. La mayoria no eran ni lo uno ni lo otro. Sencillamente, tenian un trabajo increiblemente dificil y peligroso por el que recibian una atencion irracionalmente cruel. Lo que Kovalenko quiso decir era algo mas y estaba guiado por la misma linea de razonamiento que pertenecia a Red McClatchy. Un razonamiento profundo, complejo y muy oscuro. Y aunque estuvieran separados por miles de kilometros y ejercieran en esferas politicas totalmente distintas, ambos hombres trataban con lo que consideraban la misma verdad: que habia personas y situaciones que la ley, el publico y los legisladores no estaban preparados para tratar, de modo que el problema de que hacer con ellos caia en sus manos. Hombres como McClatchy y Polchak, Lee y Valparaiso, y hasta Halliday, y, por supuesto, Kovalenko, que asumian este tipo de responsabilidad en sus manos y se apeaban de la ley para hacerlo. En eso, Kovalenko estaba en lo cierto cuando dijo que Marten no era este tipo de policia. No lo habia sido entonces ni lo seria nunca. El no era como ellos.
Eso, por si mismo, planteaba una pregunta: ?quien era Kovalenko y para quien trabajaba? Dudaba de que jamas lograra saberlo, y tal vez tampoco queria hacerlo. Se preguntaba, tambien, si las cosas hubieran sido distintas en San Petersburgo y Alexander no se hubiera escapado como lo hizo, si Marten le hubiera matado en el Ermitage como Kovalenko deseaba y luego hubiera salido por la puerta lateral, en la que Kovalenko lo esperaba, si el ruso no lo habria matado alli mismo, liquidando al asesino del
Se estaba haciendo de noche y Marten sintio el tiron de la marea bajo los pies mientras andaba por el agua a la orilla del mar. La unica luz que habia era la proveniente de los ultimos rayos de sol en el horizonte, y entonces dio media vuelta sobre el oleaje y se encamino de regreso a su coche. Rebecca habia reaccionado con una fuerza admirable. Incluso aparecio ante las dos camaras del Parlamento ruso para darles las gracias por su amabilidad y apoyo en el terrible periodo posterior al asesinato del
Despues de todo aquello, Marten sabia que tenia que estar agradecido y lo estaba. Sin embargo, habia una cosa que todavia seguia resultandole dificil de aceptar, y esta era el autentico linaje de Rebecca. La confirmacion estaba toda en la oficina de Alexander de Lausana, como el mismo le habia prometido, el expediente completo - obtenido, en sus propias palabras, a base de dinero e insistencia- que seguia su rastro hasta su infancia, en los archivos de la residencia House of Sarah para madres solteras en Los Angeles. Este rastro llevaba hasta alguien llamada Marlene J. en un lugar desconocido, y luego hasta alguien llamado Houdremont en Port of Spain, Trinidad, y luego hasta un tal Ramon, en Palma de Mallorca, y luego a una tal Gloria, tambien en Palma. Y, finalmente, a su familia real en Copenhague. El informe del ADN estaba tambien alli, y habia visto los suficientes para saber que era autentico, o al menos, lo parecia mucho. Sin embargo, conociendo a Alexander -o Raymond, o como quisiera llamarse- y conociendo a la baronesa y lo que habia hecho y lo que era capaz de hacer, ?quien podia estar seguro de nada? Podia ser que todo fuera cierto, o podia ser que todo hubiera sido tramado astutamente para fabricarle a Rebecca el linaje real necesario para convertirla en la esposa del zar de Todas las Rusias. Pero ?que podia hacer ahora? ?Pedirles a Rebecca y al principe y a su esposa que se sometieran de nuevo a una prueba del ADN? ?Con que fin, aparte de su propia satisfaccion? Rebecca tenia ahora un padre y una madre a los que consideraba suyos y a los que queria, y dos personas que habian perdido una hija habian recibido lo que creian un milagro. ?Como podia arriesgarse a destruir algo asi? La respuesta era que no podia hacerlo.
Siguio andando, y sus pensamientos volaron ahora hacia Clem. Fue ella, al fin y al cabo, quien, cuando le
