supe si el bromeaba, pero supuse que si porque ella parecio encontrarlo divertido-. En mi caso, soy adicto a la Coca-Cola. ?Que me dices de ti, Luke? ?Que adicciones tienes?
– ?Vamos a cenar de una vez? -repuso mi amigo, mirandolo cenudo-. ?O solo vamos a hablar de comer?
– Que hombre mas hambriento… -comento el senor Benson mientras servia los filetes, acompanados de patatas y verdura. Luego vertio la salsa de champinones sobre la carne y nos coloco los platos delante. Se sento frente a mi, mientras Luke y su madre ocupaban ambas cabeceras-. Por el chef -brindo levantando la copa. Y, como si hubiese olvidado algo, anadio-: Oh, un momento. Ese soy yo. Que grosero.
La senora Kennedy solto una carcajada y yo una risita, pero Luke parecio a punto de matar a alguien, asi que por pura precaucion trate de borrar la sonrisa de mi cara.
– ?Y que has hecho hoy, Danny? -quiso saber la senora Kennedy-. ?Algo divertido?
– Fui en bici.
– Yo ya no puedo montar en bici -comento el senor Benson-. Soy demasiado grande para una bicicleta. La aplastaria.
– De pequena me encantaba ir en bici -conto la madre de Luke, y anadio-: Asi fue como conoci a David, en realidad. En unas vacaciones en bicicleta, en Francia.
– David es mi padre -me dijo Luke, aunque yo ya lo sabia-. Esta es su casa.
– Bueno, de hecho es mi casa -corrigio ella con la vista clavada en su hijo-. Es mia y tuya.
El senor Benson y yo intercambiamos una mirada, pero no dijimos nada. Trate de pensar como seria si papa no viviese en casa, si nunca nos viera, como le ocurria a Luke con su padre, pero no pude. No consegui imaginar nuestra casa sin el. O sin mama.
Mire fijamente mi comida y, aunque estaba muerto de hambre, descubri que no tenia mucho apetito.
– ?Que ocurre, Danny? -pregunto la madre de Luke-. ?No tienes hambre?
Sacudi la cabeza con los ojos fijos en el plato. Empece a contar mentalmente de uno a diez todo lo rapido que pude, porque sentia las lagrimas a punto de brotar y me daba cuenta de que podia echarme a llorar en cualquier momento.
– Si no comes te pondras enfermo -anadio.
– ?Ah, miradlo! -exclamo Luke con tono triunfal-. ?Esta llorando!
– ?No es verdad! -grite, justo cuando una lagrima caia en el plato. Me volvi para mirarlo, furioso, y senti que me temblaba la barbilla y que se me saltaban mas lagrimas. Me las enjugue con una mano.
– ?Callate, Luke! -le espeto su madre.
– Lo siento -me disculpe.
– No hay nada que sentir -repuso ella levantandose-. Nada en absoluto. Ven un momento conmigo a la sala de estar. Vamos a concedernos un ratito de tranquilidad. Y Luke, no quiero oirte decir ni pio en nuestra ausencia, ?entendido?
Mi amigo asintio con la cabeza y parecio un poco avergonzado cuando su madre me tomo de la mano para conducirme fuera de la cocina. Mire atras al cerrarse la puerta y vi a Luke y el senor Benson observarse fijamente.
– ?Mas salsa de champinones, Luke? -pregunto el hombre.
Capitulo 4
Mas tarde, cuando estabamos viendo la television, sono el telefono y la senora Kennedy fue a contestar. Hablo unos minutos en el vestibulo antes de asomarse por la puerta.
– Danny. Es tu padre. Quiere hablar contigo.
– Hola -dije con nerviosismo al ponerme al auricular.
– Hola. Perdona que no estuvieramos cuando llegaste a casa.
– No pasa nada -menti, pues si pasaba.
– ?Has cenado ya?
– Si.
– Bien. Entonces necesito que me hagas un favor.
– ?Que?
– No te importara quedarte a dormir en casa de la senora Kennedy, ?verdad?
Se me cayo el alma a los pies. Queria estar en mi casa. Queria que los tres estuviesemos juntos.
– ?Por que? ?Donde estais?
Mi padre guardo silencio.
– ?No te lo he dicho? -pregunto al fin.
– No.
– Estamos en el hospital, Danny -explico en voz baja-. Tu madre no se encuentra del todo bien, ya te lo comente.
Abri la boca para anadir algo, pero no me dio tiempo, pues la senora Kennedy, que habia aparecido a mi lado con mucho sigilo, me quito el auricular de las manos.
– ?Russell? -pregunto en tono decidido-. Soy Alice otra vez. Escucha, no teneis de que preocuparos. Estamos todos viendo la television y Danny se encuentra perfectamente. Tu y Rachel ocupaos de vosotros y punto, ?de acuerdo?
Hubo una pausa y oi una voz al otro lado de la linea, pero no consegui distinguir las palabras. La madre de Luke nego con la cabeza antes de proseguir.
– Siempre puedo pedirme el dia libre. -Otra pausa-. Bueno, puedo si lo necesitais. -Una pausa mas-. Muy bien, entonces nos veremos por la manana. -Me miro y parecio tomar una decision, porque me volvio la espalda-. Danny os desea buenas noches -anadio, aunque yo no habia dicho nada-. Buenas noches, Russell. -Colgo y se volvio de nuevo hacia mi-. Oye, tomatelo como una aventura -dijo, leyendome el pensamiento.
– Pero ?donde voy a dormir?
– En la habitacion de Luke. Tiene una litera.
Eso me gusto mas. Asenti.
– ?En cual duerme el? -pregunte.
– ?En cual quieres dormir tu?
– En la de arriba -conteste tras pensarlo un momento.
– Entonces el duerme en la de abajo -repuso guinandome el ojo-. Venga, vamos a la sala. Va a empezar mi programa favorito.
Esa noche, la senora Kennedy saco sabanas, almohadas y un edredon de un armario y para preparar la litera de arriba. Despues cogio un pijama de Luke de un cajon y me lo tendio, y los tres nos miramos unos a otros con cierta incomodidad, antes de que la madre de Luke captara la indirecta.
– Volvere a subir dentro de unos minutos para asegurarme de que ya os habeis acostado -anuncio-. Te he dejado un cepillo de dientes nuevo en el bano, Danny. Lo veras junto al lavabo, todavia en su envoltorio, asi que no tienes de que preocuparte.
Fui al cuarto de bano y me lave los dientes lentamente. Al salir me fije en una puerta entreabierta que habia a mi izquierda y me asome. Se trataba del dormitorio de la senora Kennedy. La luz estaba apagada y el resplandor de la luna se colaba entre las cortinas abiertas, una claridad que se mezclaba con la oscuridad y las sombras. Aunque sabia que no debia entrar, no pude evitarlo, asi que avance. La cama era muy grande, mayor incluso que la de mis padres. A la derecha habia un tocador con tantos frascos y cremas que me pregunte como los distinguiria. Me acerque a la ventana, mire por ella y vi mi propia habitacion al otro lado de la valla, porque la cortina estaba descorrida. Divise el sitio desde el que habia observado a la senora Kennedy. Recordaba donde estaba yo la noche en que la viera en sujetador. Alcance a distinguir los carteles en las paredes de mi dormitorio y la camiseta sucia que habia dejado en un brazo de la silla.