Cada vez que miraba al cielo se los imaginaba alli, en alguna estrella lejana, o en aquella inmensa nave…

– Profesor… -su voz apenas si fue un hilo sonico.

– Tranquila, ?de acuerdo? -intento calmarla-. Puede que no sea nada, pero me gustaria comentartelo y examinar mis hipotesis contigo. Si estoy en lo cierto, esto podria ser tan importante como el hallazgo de mil tumbas egipcias, porque estamos hablando no solo del pasado de la humanidad, sino de la posibilidad de viajar a las estrellas.

– Estare ahi en cuanto pueda, descuide. Lo que tarde en llegar a Phnom Penh y encontrar un vuelo que me lleve a El Cairo. Ire al hotel Le Meridien Pyramids. ?Como podre localizarle a usted?

– Te voy a dar mi numero de movil. Llamame al aterrizar o cuando estes ya en El Cairo. Ire a verte de inmediato, pequena.

Pequena.

Habia cumplido diecinueve anos en enero.

Siempre seria una nina para cualquiera que la hubiera conocido en la infancia o en la adolescencia, maxime si era uno de los viejos amigos de su padre, hombres de ciencia, ajenos a la vida normal de cualquier mortal. Hombres anclados en el pasado de la humanidad.

– Un momento, busco algo en que anotar.

Gateo por la improvisada cama hasta la mochila. No encontro un boligrafo asi que cogio su agenda electronica, apenas usada porque casi nunca la necesitaba. Hubiera podido memorizar el numero sin problema, como siempre, gracias a su memoria fotografica, pero por una vez, en plena noche y aunque sabia que no lograria volver a dormirse, prefirio no arriesgarse. Agarro de nuevo el movil antes de decir:

– Adelante.

Gonzalo Nieto le dicto el numero.

– Gracias por llamarme -empezo a despedirse Joa.

– ?Sabes algo, querida? -ahora el tono era amable, sereno y placido-: Todo esta conectado.

– Papa decia eso siempre.

– Tenia razon. Los mayas en America, los egipcios en Oriente Proximo, los dogones en Mali… Hay indicios en toda la Tierra. Y han estado siempre ahi, pasto de teorias temerarias que nunca se han tomado en serio porque ha faltado la base cientifica. Bueno, quiza ahora todo eso cambie. ?Te espero!

– Hasta pronto, Gonzalo.

– Un beso, Georgina. Aparte de todo, me encantara verte.

– Gracias.

Fue su ultima palabra.

Despues corto la comunicacion.

Tres horas y media mas tarde, sentada a la puerta de su tienda de campana, rodeada por la selva en las proximidades del impresionante Angkor, el mayor de los reductos arqueologicos camboyanos, Joa seguia despierta, quieta, invadida por pensamientos y escenas.

Su madre antes de que desapareciera.

Su padre antes de sacrificarse por amor.

Sus vivencias entre noviembre y diciembre del ano anterior le habian hecho tomar conciencia de que era y quien era.

La salida del sol la libero de la ultima cadena y se dispuso a regresar a Phnom Penh para volar a El Cairo.

2

La soledad le pesaba mas en los aeropuertos, esperando los vuelos, que a veces se demoraban horas y otras simplemente no salian y se cancelaban. Y lo peor era llegar a su destino, la primera noche, cuando abria la puerta de la habitacion de un hotel en la que viviria un dia, dos, quiza una semana, y su impersonalidad la aplastaba hasta robarle el aliento. Una bofetada en su alma. Se adaptaba rapido, vaciaba su mente de angustias y se repetia que todo fin requeria un sacrificio previo. Pero en aquellas largas semanas el sacrificio se le antojaba ya mas que doloroso, sobre todo porque se sentia igual que si diera palos de ciego, victima de una rabia sorda y desesperada que la impulsaba a seguir, a moverse, aunque a veces no tuviera un rumbo. Algo que, ahora, era distinto.

Por primera vez en mucho tiempo si tenia una esperanza.

Gonzalo Nieto no la habria llamado, ni la habria hecho volar sobre medio mundo para que se reuniera con el. Una puerta. 0 una llave para abrirla. ?A que se estaria refiriendo? Y en Egipto.

Una de las cunas de la civilizacion y todavia un misterio para los estudiosos del pasado.

Levanto la cabeza y comprobo el retraso en la salida del vuelo. Dos horas mas. Una eternidad. Un mundo. Odiaba pasear entre las tiendas del Duty Free, porque los precios eran tan abusivos como en el exterior y porque la fiebre consumista era en ellas mucho mas patetica que en otras partes. Hombres cargando cartones de tabaco y bebidas alcoholicas, mujeres cargando perfumes u otros productos de belleza, ninos enloquecidos con juegos electronicos… Eso y la comida basura de todos ellos. Mas que para matar hambres incipientes, para matar o rematar cuerpos suicidas.

Pensaba llamarle desde El Cairo, pero se sintio incapaz de aguantar tanto.

Extrajo su movil tras hacer un calculo mental de la hora que se vivia en Espana y busco la memoria para ahorrarse marcar todas las cifras. Presiono el digito y espero unos segundos, cruzando los dedos, pidiendo que el lo tuviera conectado. 0 mas aun: que pudiera hablar.

Hablar durante aquellas dos malditas horas, si era necesario.

David no tuvo que preguntar quien era.

– ?Joa!

Ella cerro los ojos, sintio la punzada y se abandono en un suspiro.

– Hola, carino -susurro.

– ?Donde estas?

?Era posible que no hubieran hablado desde hacia una semana?

– En el aeropuerto de Phnom Penh.

– ?En Camboya?

– Si.

– ?Es una escala…?

– He estado en Angkor, siguiendo una pista falsa.

– Todas lo han sido en estos tres meses.

Advirtio el tono de reproche, la queja.

?Por que no aceptaba el hecho de que le necesitaba y le permitia acompanarla? ?Que necesidad tenia de hacer aquello sola? ?Miedo? ?Probarse algo? ?Preservarlo en el caso de que…? ?De que?

– Alguna no lo sera, David -le advirtio despacio.

– ?Vuelves a casa?

– Voy a El Cairo -no le dijo que para llegar tenia que hacer tres escalas, Bangkok, Mumbai y Abu Dabi.

– ?Para que vas a El Cairo? -el tono de David se hizo de nuevo funebre.

– Me ha llamado el profesor Nieto, Gonzalo Nieto. Era un buen amigo de mi padre, arqueologo como el, un veterano curtido en mil batallas, expediciones y excavaciones. Esta al tanto…, asi que cuando me ha pedido que fuera a verle…, no lo he dudado ni un momento. Llevo tres meses dando vueltas, como en circulos, sin llegar a ninguna parte. Y si el cree que ha encontrado algo es como para tomarselo en serio.

– ?Que ha encontrado?

– No ha sido muy explicito. Solo me ha hablado de una posible puerta, o de una llave para abrirla.

– ?Que clase de puerta?

– Una conexion con ellos.

– Joa…

– Lo se, lo se -detuvo su conato de protesta-. Suena irreal, imposible… Lo que tu quieras. Que justo ahora,

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