La muerte de un soldado le dolia como una mutilacion y, debido a su prodigiosa memoria, se acordaba de los nombres y apellidos de muchos de ellos, a los que gustaba de sacar motes. A su asistente lo llamaba Nebulosa, debido a que el muchacho, cuando abusaba del aguardiente veia turbio y parecia andar a tientas.

Llegado a Gerona, se comporto a tenor de su temperamento. Su primer acto de servicio fue ordenar el adecentamiento de los cuarteles, que las 'hordas' habian dejado hechos un asco. A continuacion, se dirigio al monumento levantado en la Plaza de San Agustin en honor de su glorioso antecesor Alvarez de Castro, heroe de la guerra de la Independencia, y se cuadro ante el. Luego subio a lo alto del Castillo de Montjuich, contemplo a Gerona en la llanura, los campanarios y los tejados, y murmuro: '?Hum! Hay aqui mucho que hacer…' De regreso al cuartel dirigio una proclama a la poblacion advirtiendole que estaba dispuesto a cortar de raiz cualquier intento de sabotaje: 'La victoria ha costado mucha sangre y no nos la dejaremos arrebatar'.

El notario Noguer y 'La Voz de Alerta', que se habian convertido en sus mentores y que lo acompanaban por todas partes con una mezcla de orgullo y timidez, advirtieron muy pronto que el gobernador militar que les habia tocado en suerte era hombre de ideas precisas, dispuesto a avanzar en linea recta, y sospecharon que preferia la accion a la cultura. En efecto, en su obligada visita a la ciudad antigua, el general paso como un rayo por delante de las bellezas arquitectonicas, incluidos los Banos Arabes, y se fue directo a las murallas, donde se estuvo mas de dos horas. Su comentario fue: 'Estas defensas estan bien construidas. No me sorprende que los franceses cayeran aqui como moscas'. ?Como moscas! 'La Voz de Alerta' le explico que precisamente existia una leyenda segun la cual del sepulcro que habia contenido los restos de San Narciso, primer obispo y patron de la ciudad, salian moscas, cada una de las cuales mataba con su picadura a un frances. El general sonrio. 'He ahi -dijo- un arma que no figura en los manuales de nuestras Academias'.

'La Voz de Alerta' y el notario Noguer advirtieron muy pronto que la apreciacion que habian hecho acerca del caracter del general era correcta. En efecto, resultaba dificil hablar con el de cuestiones no militares, aunque pudiera muy bien atribuirse a la proximidad de los acontecimientos. Por supuesto, se nego rotundamente a ir al cementerio a rendir honores postumos al comandante Martinez de Soria, alegando que la decision de este de rendir Gerona a los milicianos fue injustificada y cobarde. '?Imaginense ustedes que el Capitan Cortes, en Nuestra Senora de la Cabeza, hubiera hecho otro tanto! ?Y el general Aranda en Oviedo! ?Y Queipo de Llano en Sevilla! No, no, la obligacion del comandante Martinez de Soria era defender esto a toda costa'.

El notario Noguer sintio por el general espontanea simpatia, lo que le sorprendio, habida cuenta de que los uniformes, en principio, le inspiraban serios temores. Estimo que las dotes de mando de aquel recio castellano garantizaban que el inicio de la paz, siempre dificil, contaria con un buen puntal. Le agradaba de el que anduviera con parsimonia, procurando que sus botas no resonaran enfaticamente. Tambien le agradaba que fumase en pipa. El notario habia llegado a la conclusion de que los hombres que fumaban en pipa acertaban, en los momentos de crisis, a dominar sus nervios. Tambien le gusto que comiera el mismo rancho que los soldados. '?Es eso una costumbre, mi general?'. '?No, no! Es un deber…' La respuesta tenia rigor clasico. Sin embargo, 'La Voz de Alerta', amante de los estratos jerarquicos, valoro el detalle de distinta manera. 'Pues a mi me parece que eso es un error -le dijo a su amigo, el notario Noguer-. La mesa de un general no ha de ser nunca la mesa de un soldado'.

– Mi general, ?esta usted contento de que lo hayan destinado a Cataluna?

La pregunta sono como un disparo en la Sala de Armas, donde el gobernador militar y sus mentores se hallaban reunidos. El general se atuso el bigote, blanquecino, y echo una mirada al enorme mapa de Espana que cubria la pared.

– Pues, si he de serles franco, no. Hubiera preferido Castilla, Levante o Andalucia…

El general se explico, pues no queria equivocos. Sabia lo que Cataluna valia y significaba. No iba a cometer la torpeza de minimizar aquella tierra ilustre, laboriosa y amante del estudio. Pero le molestaba el problema separatista.

– La guerra me ha demostrado que hay entre ustedes muy buenos patriotas. He tenido a mi servicio varios oficiales catalanes y doy fe de que cumplieron como los mejores. Ahora bien, la mayoria de ellos han pedido ya la baja del Ejercito… Es un detalle, ?no les parece? Si, hay algo, hay algo que no acaba de encajar… Apenas entre en Lerida me di cuenta de que entre ustedes y el resto de la nacion existe una diferencia. Y lo demuestra el hecho de que hablan ustedes otra lengua.

Esta era la clave de la cuestion. El general no oculto que el asunto del idioma lo sacaba de quicio. 'Oirlos hablar y no entenderlos me da la impresion de encontrarme en el extranjero'. Por su parte, a gusto acabaria de un plumazo con semejante anomalia y se congratulaba de aquellos letreros -que tanto soliviantaban a mosen Alberto- y que decian: 'Obligatorio hablar espanol'. 'En lo que de mi dependa, en este asunto sere implacable'.

'La Voz de Alerta' y el notario Noguer se callaron. Comprendieron que el tema era tabu y que cualquier disquisicion historica caeria en saco roto. Por lo demas, ambos sabian que el general habia encontrado en la biblioteca de los Cuarteles de Artilleria un monton de libros en catalan y que habia ordenado hacer con ellos una inmensa hoguera, que crepito como si protestase.

El notario Noguer no se arrepintio de su intervencion, ya que preferia saber a que atenerse. Pero decidio cambiar de tema. Le pregunto al general si era cierto que le interesaba la Astronomia y el general contesto que si, que lo era. 'Aqui donde me ven, en el frente, si habia calma, me pasaba largos ratos mirando la luna y las estrellas'. Podia decirse que aquella era su distraccion favorita. La boveda celeste ofrecia un espectaculo impar. 'En realidad -bromeo, mientras se atusaba de nuevo el bigote- mi mayor deseo hubiera sido servir en antiaereos'.

El notario Noguer, que habia vivido la guerra desde lejos, desde Francia, valoro debidamente el inciso y aprovecho la oportunidad para sonsacarle al general varias opiniones respecto al desarrollo de la contienda. Ahi el gobernador militar se despacho a gusto, mientras se paseaba con los brazos a la espalda. Preguntado por la accion belica que, tecnicamente, consideraba mas perfecta, declaro sin vacilar: 'La batalla del Ebro'. Preguntado sobre la accion heroica que tenia en mayor estima, declaro: 'La defensa del Alcazar. Tengo un hijo y puedo juzgar debidamente el sacrificio del general Moscardo'. Preguntado sobre la clase de tropa que mejor comportamiento habia tenido a lo largo de la campana, contesto: 'Entiendo que la infanteria espanola es, toda ella, la mejor del mundo. Pero, puesto a elegir, elegiria los Tercios de Requetes, que han estado insuperables'.

La presencia del general inspiro a los gerundenses un respeto casi supersticioso. Su biografia empezo a ser conocida. El hecho de que hubiera dirigido victoriosamente varias batallas lo convertia casi en un mito; el hecho de que en esas batallas muchos hombres hubiesen encontrado la muerte, anadia a la circunstancia un sabor amargo. La gente no acabo de conectar con el, si bien es cierto que tampoco el general lo pretendio. No era su intencion hacerse popular entre la poblacion civil. Todo lo que ocurriera fuera de los cuarteles se le antojaba un poco ajeno.

Visito la frontera, el Castillo de Figueras, restos de baterias instaladas en la costa. Se hizo una composicion de lugar. Se intereso especialmente por el Parque Movil y por mantener en buen estado las lineas de Transmisiones.

– Es hermosa esta provincia. No cabe la menor duda. Y ademas, muy rica. No comprendo que hubiera aqui tantos anarquistas.

Tuvo el presentimiento de que se pasaria en Gerona una larga temporada… precisamente porque la zona, fronteriza y alergica a la disciplina castrense, era dificil. Siempre le encomendaban misiones espinosas, lo que no dejaba de halagarlo, puesto que veneraba al Caudillo y estaba dispuesto a dar por el la vida.

Ahora bien, ello lo obligaba a acondicionar su vivienda en el propio cuartel -el general era friolero y queria estufas en todas partes- y a traerse cuanto antes a su mujer, conocida por dona Cecilia y que a la sazon se encontraba en Madrid. Ordeno al coronel Romero que le enviase un telegrama pidiendole que se trasladase a Gerona en seguida, pues la necesitaba a su lado. La intencion del general era que su hijo, el capitan Sanchez Bravo, que tenia veintiseis anos y se encontraba de guarnicion en Almeria, pudiera tambien reunirse con ellos en Gerona. Pero no estaba seguro de que sus gestiones al respecto dieran resultado.

El general queria a su mujer. Se habian conocido de ninos, en Leon. A los doce anos ya flirteaban… y hasta ahora. ?Cuanto tiempo a su lado! Dona Cecilia habia sido una companera fiel que habia soportado los mil inconvenientes de la vida militar sin protestar nunca. Tal vez la peor epoca la pasaron en Africa, cuando la dictadura de Primo de Rivera. El clima africano y 'el olor moruno' asfixiaban a dona Cecilia, quien no cejo hasta conseguir que su marido fuera devuelto a la peninsula. Tambien a dona Cecilia el general le habia sacado un mote. La llamaba Venus, lo que a los demas podia parecerles una calumnia.

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