Con trece, catorce y quince anos y aquel pelo ondulado un poco largo, negrisimo, era de morirse de guapo. Con angel, como decia Fuencisla. Tenia mucho de angel, si, pero tambien de demonio. Y quien se figure feo al demonio es que no ha ido al Retiro de Madrid, donde tiene estatua, subido en su pedestal, bien alto. Y alli se ve claramente, para el que no lo sepa, que se esta cayendo del cielo. A ver. Como que primero era un angel. Un poco a su aire, pero angel. Lo empujaron al abismo los propios colegas con los que vivia, porque ya harto de estar en las nubes dijo «non serviam», o sea que obedecer no entraba en sus planes. ?Y que? ?Iba a dejar de ser guapo por eso? Pues no, senor. En ningun libro lo dice, ni en esa estatua tampoco se ve. Solo que se tambalea y se pone una mano por visera, como si le deslumbrara el sol. El angel caido. Ese es el nombre de la estatua al demonio, de las pocas que hay, o puede que la unica, una preciosidad. En cambio luego en los concursos de la tele no pregunta nadie por el escultor que la invento, don Ricardo Bellver; tampoco aparece su retrato en las enciclopedias, una injusticia. Yo voy mucho a esa plaza y me fijo en todos los detalles de la estatua de don Ricardo, que sigue alli, tal como el la puso y con razon, mirando al cielo, por mucha serpiente que le quiera enredar los pies y se le suba al cuerpo. ?Que frente tan limpia la del angel caido! Luego ya en lo que este tramando detras de esa frente no nos vamos a meter nadie. Es una cuenta que prefiere llevar el solo.
Pues bueno, Maximo igual, siempre estaba tramando algo aunque los ojos no dieran pistas. Ahi entraba el toque de intriga, en el choque de la mirada tan azul con los cambios de voz o de gesto, que de pronto sin hacer ruido se habia convertido en otro y parecia un tigre a punto de saltar. «Algo prepara. ?Que sera?» Se lo preguntaba uno por inocente que fuera. Que ademas en casa inocente no lo eramos ninguno. A papa y a Pedro los ponia nerviosos; como yo luego tambien cuando fui creciendo. Claro que mi estilo de despistar es diferente, un poco mas retorcido a lo mejor.
Cierro los ojos fuerte para acordarme de como era Maximo cuando viviamos en Segovia. Y en esa pantalla fluorescente de dentro, que se diferencia de la del raton en que todo lo sirve revuelto, sin poner orden, tecleo maximo y me salen datos sueltos como estrellitas rodeando el nombre, chispas de risa y de distancia. Risa porque era gracioso sin hacer chistes ni contarlos nunca, saltan frases suyas que te tronchas como al oirlas por primera vez, no se oxidan. Y distancia porque lo veias patinando o tocando la guitarra pero el andaba lejos, a su bola. Escapando. Eso si, telegramas no paraba de mandar a los que supieran descifrarlos. Intentarlo, por lo menos, yo lo intentaba.
Salen chispas tambien de disimulo. Y de astucia. Un aguila, Maximo, para calar como sin fijarse todo lo que estuviera pasando en un circulo grande a su alrededor. Por ejemplo, de sentimientos filiales, fraternos y etcetera no soltaria una palabra ni bajo tortura, pero sabe mas que nadie de todos los rios Guadiana que han venido corriendo por debajo de nuestra familia desde bastante antes de nacer el. Si leyera esto arrugaria la nariz, o se echaria la mano a la oreja con cara de sordo, imitando a Charlot o a algun otro de sus idolos del cine comico, y a lo mejor lo que estaba diciendo no era «?He oido bien?», sino «?Pues anda que tu, hermano!». Y me tendria que callar, porque a estas alturas, juntando lo que adivinaba con lo que luego descubri, si echaramos un pulso en guadianas no se quien ganaria. Ya digo que Maximo fue mi maestro y le he copiado bastante, pero eso no quita para que yo tambien tuviera madera de detective. Eso antes de hablar. Conque luego, en cuanto le perdi el miedo a la fonetica, ya ni te cuento. Fue de traca. A el le puse de mote Max-flash. El dia que se lo conte, se apreto una ventana de la nariz como si olfateara. «Parece que se me ha ocurrido a mi. No copies, forastero.» Pero se reia. Fue una manana, bajando juntos en el ascensor de la casa-como-Dios-manda de Madrid. De la cual, por cierto, el se largo pronto.
?Notabamos ya en la epoca zurriburri que los dos radiabamos en onda parecida? Yo si. Pero de el no respondo. Ni se lo pienso preguntar aunque me muriera de ganas. Hoy ademas ya no es el caso. Tengo la ventaja de que me saca doce anos, lo voy viendo derivar y me fascina menos que antes. ?Pero nos queremos? ?Me quiere el? ?Que lugar ocupo en su mapa?
Cuando alguna vez se ha portado conmigo como hermano del alma, le anade al coctel unas gotas de cachondeo que lo amargan, y no puedes brindar, porque lo turbio hace dudar del sol, ni se te ocurre levantar el vaso. Pero yo le miraba, y detras de sus ojos daba tiempo a ver un flash de arco iris. Asomaba y se escondia tan rapido que dejaba temblando una pregunta: ?lo habre visto o no? Claro que yo eso me lo pregunto sin querer de casi todo, y cuanto mas dudo de haber visto una cosa, mas es que la he visto. A Max-flash le gustaba pasar corriendo, ir al grano, no gastar saliva en balde, y la gente pesada le ponia en la cara unas muecas de cine mudo que nadie seria capaz de repetir. Entre la memoria que tenia, el talento para atender a varias cosas a la vez y resumir lo fundamental en pocas palabras, pasaba algo que a Pedro le daba mucha rabia porque hacia anicos sus sermones de mal aguero: que Maximo sacaba notas altas, aunque nunca se pasara mas de una hora estudiando. Pero no tenia planes. Si alguien le mentaba el futuro, echaba a correr agachandose, a paso Groucho Marx, mientras gritaba a voz en cuello: «?Enemigo a la vista! ?Huyamos despavoridos!» Una frase que tuvo exito, que Lola hizo suya y que siempre daba risa. Y mucho juego, como tantas suyas. Paletadas de carbon a la hoguera de casa. Las regalaba sin cobrarlas ni pedir copyright, eran de todos, tambien de sus amigos de la calle, que les anadian cosas o se las quitaban. Bueno, las echaban a perder. Pero Maximo no creia eso, decia que tambien las piedras del rio se gastan de rodar, y que las palabras se rompen al decirlas y el aire de la calle se las lleva, que bendita calle. «Tu no sales a la calle, entras en la calle», le dijo un dia mama.
Total, que a las chicas las traia del reves. Por eso le llamaban tanto. Y muchas de las amigas de Lola que venian por casa era para ver si se les aparecia Max-flash en carne mortal, milagro casi imposible.
La unica que a el le gusto fue Mati, y salieron juntos una temporada. No creo que seguido, porque los dos eran de altos y bajos. La primera vez que llamo Mati y no era preguntando por Lola, Lola puso mala cara. Aquella era la unica amiga con la que se divertia de verdad, y Maximo se la estaba quitando. «A mi no me ha dicho nada de que sale con el, la muy cerda. Eso no es de amigas, Fuencis.» Y Fuencisla, que estaba cada dia mas colada por Ramon el carnicero, suspiro muy fuerte y dijo: «Iran en serio. En el amor no se manda, nena.» Lola, que recibio como una patada aquello de «nena», se soplo para arriba el flequillo, un gesto tipico suyo cuando queria dejar claro lo poco que le importaba algo. «?Sabes lo que te digo? Que por un garbanzo no deja de cocer la olla. Me sobran amigas y amigos a mi.»
A los pocos dias, un domingo de finales de septiembre, daban funcion de titeres en el Teatro Principal. Mama y papa estaban en Madrid. Fuencisla habia quedado en ir a ayudar a Ramon a poner un poco de orden en su casa, y Lola dijo que ella estaba aburrida de titeres.
– ?Y, entonces, quien lleva a Baltita? -pregunto Fuencisla-. Tu madre prometio llevarlo. Y el nino tiene ilusion, angelito mio. Nunca ha ido al teatro.
– A mi que me registren -dijo Lola-. Hoy ponen
– No es apta para menores -dijo Fuencisla.
– ?Ay, por Dios, Fuencis, que antigua eres! Nos estamos colando siempre. Yo me pinto los labios y me meto hombreras debajo de la blusa por delante. Ademas, el que corta las entradas es amigo.
Yo me habia quedado como sin sombra. Sobre todo por la traicion de mama, que desde muy temprano habia desaparecido sin dejar rastro. Papa, por lo visto, estrenaba un coche nuevo. Fuencisla nos conto que salieron con el primer sol y que ella iba muy contenta. Se habia quedado una tarde maravillosa para ser mayor y bajar paseando hacia el rio. Me imaginaba a mis padres dando vueltas por un paisaje del que salian frutas y flores estallando, metiendose por baches peligrosos, y luego llovia y caian rayos sobre el coche donde iban encerrados y se abrazaban con mucho miedo, hasta que por fin salian a la carretera que llevaba a una ciudad de casas altisimas. Y suspire mientras miraba el sol de otono cayendo de los tejados a los bancos de la plaza, que tristeza tan grande.
Cruzo a paso lento la senora del palo. Iba vestida de oscuro y seguida por una especie de criado que la acompanaba a veces. La vi levantar los ojos a nuestro balcon, como disimulando, pero los aparto enseguida. No se si notaria que yo la estaba espiando alli detras del visillo, o la culpa la tuvo un balon que se estrello contra sus pies. Aparecio corriendo un nino a recogerlo, y tal vez a pedirle disculpas, pero estaba furiosa, y su acompanante se inclino un poco para renir al chico. Le amenazaba con la mano abierta. Luego se metieron debajo de casa, por los soportales. Y yo me sentia cada vez mas inutil como una burbuja flotando.
Un chasquido y me desintegraria; asi que cuando sono el timbre del telefono, cerre los ojos.
Fue a atenderlo Fuencisla, y volvio con una voz muy radiante.
– Baltita, hijo, una buena noticia. Ha llamado Maximo, que te espera dentro de diez minutos a la entrada del teatro. Vas a ir con el a los titeres. Ahora mismo te visto y te peino un poco. ?Pero que te pasa? ?Estas llorando?