bajan ellas, las mujeres, cual ovejas heridas./ buscando la sanacion de sus cuerpos -junto a los pozos-,/ sus rostros ensombrecidos por la larga y sedienta espera del llanto de un recien nacido./(…) y las mujeres encintas se acercan a las blancas camillas del hospital/ con pasos silenciosos/ y le sonrien al nino aun no nacido/ y le sonrien, acaso, a la muerte.
[2] «El alma elige su propia compania. Luego cierra la puerta.»
[3] La realidad del marco de una puerta.
[4] Mi vida es una pagina arrancad a de un libro sagrado/ y parte de la primera linea se ha perdido.
[5] La realidad del marco de una puerta/ significa que hay algo a que aferrarse/ con ambas manos.
[6] Los rostros de mujeres muertas hace mucho tiempo, mujeres de nuestra familia,/ regresan en la noche, vienen a mi en suenos, diciendo:/ hemos conservado pura nuestra sangre a lo largo de las generaciones/ y te la hemos traido como un vino sagrado.
[7] Sin el control de las creencias, el balance entre la vida y la muerte puede ser peligrosamente delicado.
[8] El infierno son los otros.
[9] Del mismo manantial de su poder provenian sus heridas.