necesarios todos esos tubos? ?Que pasaria si uno extraia de a uno por vez? En una oportunidad, su padre los habia llamado «tubos vacios».

?Que sucedia dentro de ellos? ?Como hacian para entrar en la radio la musica de las orquestas y la voz de los locutores? Estos solian decir: «En el aire». ?Acaso la radio se transmitia por el aire? ?Que pasaba dentro del receptor cuando uno cambiaba de estacion? ?Que era la «frecuencia»? ?Por que habia que enchufarla para que funcionara?

?Se podria dibujar una especie de mapa para ver por donde circulaba la electricidad dentro de la radio? ?Seria peligroso desarmar una radio? ?Se podria luego volver a armarla?

— ?En que andabas, Ellie? — le pregunto la madre, que regresaba en ese momento de recoger la ropa tendida.

— En nada, mama. Pensaba, nada mas.

Cuando tenia diez anos, la llevaron en verano a visitar a dos primos odiados, en un grupo de cabanas junto a un lago de la peninsula de Michigan. No entendia por que, viviendo junto al lago de Wisconsin, decidian viajar cinco horas en auto para llegar a un lago similar, en Michigan, maxime para ver a dos chicos antipaticos, de diez y once anos.

Unos verdaderos pesados. ?Por que su padre, que la comprendia tanto en otros aspectos, pretendia que jugara dia tras dia con esos idiotas? Se paso las vacaciones esquivandolos.

Una calurosa noche sin luna, despues de cenar, salio a caminar sola hasta el muelle de madera. Acababa de pasar una lancha, y el bote de remo de su tio, amarrado al embarcadero, se mecia suavemente en el agua iluminada por las estrellas. A excepcion de unas lejanas cigarras y un grito casi subliminal que resono por el lago, la noche estaba totalmente calma. Levanto la mirada hacia el cielo brillante y sintio que se le aceleraban los latidos del corazon.

Sin bajar los ojos, extendio una mano para guiarse, rozo el cesped suave y alli se tendio. En el firmamento refulgian miles de estrellas, casi todas titilantes, algunas con una luz firme. Esa tan brillante, ?no era azulada?

Toco nuevamente la tierra bajo su cuerpo, fija, solida, que inspiraba confianza. Con cuidado se incorporo, miro, a diestra y siniestra, toda la extension del lago. Podia divisar ambas margenes. «El mundo parece plano», penso, «pero en realidad es redondo». Es como una gran pelota que da vueltas en medio del cielo… una vez al dia. Trato de imaginar como giraba, con millones de personas adheridas a su superficie, gente que hablaba idiomas distintos, todos pegados a la misma esfera.

Se tendio una vez mas sobre el cesped y procuro sentir la rotacion. A lo mejor la percibia, aunque fuera un poco. En la margen opuesta del lago, una estrella brillante titilaba entre las ramas mas altas de los arboles. Entrecerrando los ojos, daba la impresion de que de ella partian unos rayos de luz. Cerrandolos aun mas, los rayos docilmente cambiaban de longitud y de forma. ?Lo estaria imaginando…? No, decididamente la estrella estaba sobre los arboles. Unos minutos antes habia aparecido y desaparecido entre las ramas.

En ese momento, sin duda, estaba mas alta. «Esto debe de ser de lo que la gente habla cuando dice que sale una estrella», se dijo. La Tierra estaba girando en el otro sentido. En un extremo del cielo, salian las estrellas. A eso se lo llamaba el este. En el otro extremo, detras de ella, detras de las cabanas, se ponian las estrellas. A eso se lo denominaba el oeste. Una vez al dia la Tierra daba una vuelta completa, y las mismas estrellas salian en el mismo sitio.

Pero si algo tan inmenso como la Tierra daba un giro entero en un solo dia, debia de moverse con suma rapidez. Todas las personas a las que conocia debian estar girando a una impresionante velocidad. Le dio la impresion de sentir el movimiento de la Tierra… no solo de imaginarselo, sino de sentirlo en la boca del estomago. Algo parecido a bajar en un ascensor veloz. Echo la cabeza hacia atras para que nada se interpusiera en su campo visual hasta que solo vio el cielo negro y las estrellas fulgurantes. Experimento una gratificante sensacion de vertigo que la impulso a aferrarse del cesped con ambas manos, como si, de lo contrario, fuera a remontarse hasta el firmamento, su cuerpo diminuto empequenecido por la inmensa esfera oscura de abajo.

Lanzo una exclamacion, pero logro ahogar un grito con la mano. Asi fue como la encontraron los primos. Al bajar penosamente la cuesta, los ninos notaron en su rostro una extrana expresion, mezcla de verguenza y asombro, que rapidamente registraron, ansiosos como estaban por buscar la mas minima indiscrecion para volver y contarsela a sus padres.

El libro era mejor que la pelicula, fundamentalmente porque era mas completo, y algunas de las ilustraciones eran muy distintas de las del cine. Pero en ambos, Pinocho — un muneco de madera, de tamano natural, que por arte de magia cobra vida —, usaba una suerte de cabestro y tenia clavijas en las articulaciones. Cuando Geppetto esta por terminar de fabricar a Pinocho, le da la espalda al titere y resulta despedido por un poderoso puntapie. En ese instante llega un amigo del carpintero y le pregunta que hace, ahi tendido en el suelo. Con la mayor dignidad, Geppetto le responde: «Estoy ensenandoles el abecedario a las hormigas».

Eso le parecio a Ellie sumamente ingenioso y gozaba en narrar la historia a sus amigos. No obstante, cada vez que la relataba quedaba una pregunta dando vueltas por su mente: ?Podria uno ensenar el alfabeto a las hormigas? ?Quien podia tener deseos de hacerlo? ?Echarse en el suelo en medio de cientos de insectos movedizos, capaces de trepar sobre la piel de uno o incluso picarlo? Y ademas, ?que podian saber las hormigas?

A veces se levantaba de noche para ir al bano y encontraba alli a su padre, con pantalon de pijama, con el cuello subido, una especie de gesto de patricio desden que acompanaba a la crema de afeitar sobre su labio superior. «Hola, Pres», la saludaba.

«Pres», era el diminutivo de «preciosa», y a ella le encantaba que la llamara asi. ?Por que se afeitaba de noche, cuando nadie se daba cuenta de si tenia la barba crecida o no?

«Porque tu madre si lo sabe», respondia el, sonriendo. Anos mas tarde Ellie descubriria que solo habia entendido en parte la jovial explicacion. Sus padres estaban enamorados.

Despues del colegio, fue en bicicleta hasta un pequeno parque que habia sobre el lago.

Saco de una mochila El manual del radioaficionado y Un yanqui en la corte del rey Arturo.

Al cabo de un momento de vacilacion se decidio por este ultimo. El heroe de Twain habia recibido un golpe en la cabeza y se despertaba en la Inglaterra de Arturo. Quiza fuese todo un sueno o una fantasia, aunque a lo mejor era real. ?Era posible remontarse al pasado? Con el menton apoyado sobre las rodillas, busco uno de sus pasajes preferidos, cuando el heroe es recogido por un hombre vestido con armadura, a quien toma por un evadido de algun manicomio. Cuando llegan a la cima de la colina ven una ciudad que se despliega al pie.

— ?Bridgeport? — pregunte.

— Camelot — me respondio.

Clavo su mirada en el lago azul mientras trataba de imaginar una ciudad que pudiera ser tanto Bridgeport, del siglo XIX como Camelot, del XVI. En ese instante llego corriendo su madre.

— Estuve buscandote por todas partes. ?Por que desapareces siempre de mi vista?

Oh, Ellie — murmuro —, ha pasado algo terrible.

En septimo grado estaba estudiando «pi», una letra griega que se parecia a los monumentos de piedra de Stonehenge, en Inglaterra: dos pilares verticales con un palito en la parte superior: ?. Si se mide la circunferencia del circulo, y luego se la divide por el diametro del circulo, eso es pi. En su casa, Ellie tomo la tapa de un frasco de mayonesa, le ato un cordel alrededor, estiro luego el cordel y con una regla midio la circunferencia. Lo mismo hizo con el diametro, y posteriormente dividio un numero por el otro. Le dio 3,21.

La operacion le resulto sencilla.

Al dia siguiente, el maestro, el senor Weisbrod, dijo que ? era 22/7, aproximadamente 3,1416, pero en realidad, si se queria ser exacto, era un decimal que continuaba eternamente sin repetir un periodo numerico. Eternamente, penso Ellie. Levanto entonces la mano. Era el principio del ano escolar y ella no habia formulado aun ninguna pregunta en esa materia.

— ?Como se sabe que los decimales no tienen fin?

— Porque es asi — repuso el maestro con cierta aspereza.

— Pero, ?como lo sabe? ?Como se pueden contar eternamente los decimales?

— Senorita Arroway — dijo el consultando la lista de alumnos —, esa es una pregunta estupida. No les haga perder el tiempo a sus companeros.

Como nadie la habia llamado jamas estupida, se echo a llorar. Billy Horstman, que se sentaba a su lado, le tomo la mano con dulzura. Hacia poco tiempo que a su padre lo habian procesado por adulterar el

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