habian visitado la galeria de vez en cuando durante esos anos, aunque la mayoria de las veces solo fueron para mirar. Una vez compro un cuadro de Lennart Jirlow que representaba un restaurante, porque le recordo el local donde trabajaba Line en Copenhague cuando se encontraron. Sonrio al recordarlo. Fue su regalo de cumpleanos cuando Line cumplio cuarenta anos, y ninguno de los que le habia hecho la alegro tanto como aquel. Los regalos no eran el punto fuerte de Knutas.
Evoco la imagen de Egon Wallin. Lo mas llamativo de el era su vestimenta. Solia llevar un abrigo largo de cuero y modernas botas vaqueras, parecia mas un urbanita que un isleno. Se notaba a la legua que se tenia el cabello en un tono rubio caoba, y que el ligero bronceado que lucia todo el ano no era natural.
Su aspecto contrastaba radicalmente con el de su esposa, que vestia de forma poco llamativa y tenia una cara tan inexpresiva que resultaba dificil de recordar. Knutas se habia preguntado a veces, con cierta maldad, como era posible que el galerista se esforzara tanto en cuidar su aspecto fisico, cuando a su mujer parecia que le importaba un bledo.
En realidad, el comisario no sabia gran cosa de la vida privada de Wallin. Cuando se encontraban solian cruzar unas palabras. La mayoria de las veces, la conversacion terminaba demasiado pronto, en opinion de Knutas. Siempre tenia la impresion de que queria hablar mas con Egon Wallin, pero que el deseo no era reciproco. Aunque eran casi de la misma edad, no tenian amigos comunes.
Los hijos de Wallin eran mucho mayores que los mellizos de Knutas, Petra y Nils, que ese ano cumplirian quince, asi que a traves de los hijos tampoco habian coincidido. Los deportes parecia que no le interesaban mucho, y en Gotland el deporte era uno de los factores que mas fomentaban las relaciones sociales. Knutas, por ejemplo, nadaba y jugaba al floorball y al golf. Pensaba que, a buen seguro, Wallin se relacionaba sobre todo en los circulos de artistas, a los que el, desde luego, no pertenecia. No sabia ni jota de pintura.
Se levanto y se acerco a la ventana. Contemplo la oscuridad y el aparcamiento desierto del centro comercial Coop Forum. Desde alli casi podia ver la Puerta de Dalmansporten, que estaba irritantemente cerca; se pregunto si el asesino habia sido consciente de ello.
La eleccion del lugar fue temeraria, mas aun habida cuenta de que la Puerta se veia desde la calle Kung Magnus. Podria haber pasado por alli un coche de la policia cuando el asesino estaba elevando el cadaver. Quiza estuviera drogado y eso le diese igual.
Desecho enseguida aquella idea. Era casi imposible que una persona drogada o borracha hubiera podido llevar a cabo un asesinato tan bien planeado. Otra posibilidad era que no supiera que la comisaria estaba tan cerca. Quiza fuese de la Peninsula. La cuestion era saber que relacion lo unia a Egon Wallin. ?Tenia el crimen algo que ver con su negocio o se trataba de alguna otra cosa?
Suspiro agotado. Eran las once y cuarto de la noche.
Tarde o temprano conocerian la respuesta.
Capitulo 19
Johan se desperto en la amplia cama de matrimonio en la casa de Roma. Alargo el brazo y acaricio el suave hombro de Emma y un mechon de su cabello. Desde la cuna le llegaron unos sonidos guturales que lo hicieron saltar inmediatamente de la cama. El dormitorio estaba a oscuras y, cuando alzo a Elin para llevarla al cambiador, sintio el cuerpo blando y calido de la nina contra el suyo.
Con un ligero toque encendio la caja de musica y tarareo Be, ovejita negra, be. La pequena se agarraba los piececitos y balbuceaba contenta. Johan hundio la cabeza en su barriguilla regordeta y le hizo pedorretas hasta que ella tuvo un acceso de hipo de tanto reirse. Se detuvo enseguida en mitad del movimiento y mantuvo el rostro pegado al cuerpecillo de la nina, muy quieto. Permanecio asi unos segundos, sin hacer nada, y Elin se relajo y el hipo desaparecio.
Por fin habia tenido una hija, pero hacia dos semanas que no la veia. ?Que vida era esa? Elin crecia al lado de su madre y compartia el dia a dia con ella. Emma era quien le proporcionaba seguridad. El era un personaje secundario, alguien que aparecia a veces como el muneco de las cajas sorpresa y estaba alli unas horas, a veces un dia o dos, para volver a desaparecer luego. ?Que relacion era aquella? ?Como habian llegado a ello?
Cuando estaba en Estocolmo, el trabajo le ocupaba todo el dia y lo llevaba relativamente bien. La tristeza se apoderaba de el a la caida de la tarde, cuando volvia a casa. La verdad es que solo habian transcurrido un par de meses desde que abandono el hospital, asi que no hacia tantas semanas que vivian separados.
Durante las vacaciones de Navidad habian pasado juntos casi todo el tiempo y fue maravilloso. Despues, como siempre, se impuso la rutina diaria, y los dias fueron pasando uno tras otro, sin verlos, y se convirtieron en semanas. El se desplazaba a Gotland siempre que podia. Pero ahora sentia que su situacion era insostenible.
Levanto a Elin, preparo el biberon en el microondas y se sento a darselo en el sofa del cuarto de estar. De pronto, su estado de animo se sereno. Sabia que no podia seguir viviendo asi.
Emma aparecio en el vano de la puerta con el cabello de color castano claro alborotado; le habia crecido. Antes le llegaba por los hombros, ahora le caia una buena melena por la espalda. Espesa y brillante. Solo llevaba puestas las bragas y una camiseta azul clara de Johan y lo miraba adormilada. Incluso palida y recien levantada, estaba guapa. Sus sentimientos hacia ella eran evidentes, sin mas. Aunque ninguna otra cosa parecia sencilla entre ellos. Su relacion se habia complicado ya desde el principio. Pero ahora se encontraba alli, con su hija en brazos y la mujer a la que amaba; todo aquel desbarajuste tenia que acabar de una vez por todas. Le daba igual si encontraba o no trabajo de periodista en Gotland. Eso no era lo mas importante. Estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa, a trabajar en la caja del supermercado Hemkop o a lavar coches. Le importaba un bledo.
– ?Ya te has levantado?
Emma bostezo y se dirigio hacia la cocina.
– Ven aqui -le dijo en voz baja.
Elin dormia en sus brazos con la boca abierta.
– ?Que quieres?
– Sientate.
Emma parecia sorprendida, pero se sento a su lado en el sofa y recogio las piernas. Johan se volvio hacia ella. En el cuarto no se oia ni una mosca, era como si la mujer presintiera que tenia algo importante que decirle.
– Esto no puede seguir asi -dijo Johan tranquilo y sosegado, y en la mirada de Emma se reflejo cierta inquietud.
– ?Que?
Johan no respondio; se incorporo, entro a oscuras en el dormitorio y acosto con cuidado a Elin en la cuna. La nina siguio dormida. Cerro la puerta y volvio al cuarto de estar.
Emma, intranquila, lo siguio con la mirada. Johan se sento en el sofa y le abarco circunspecto la cara entre sus manos.
– Quiero trasladarme a vivir aqui -manifesto tranquilo-. Quiero vivir contigo y con Elin, vosotras sois mi familia. No puedo esperar mas. Lo del trabajo y eso, ya se arreglara. Tienes que permitirme que os cuide, que pueda ejercer de padre de verdad y ser tambien como un segundo padre para Sara y Filip. Quiero ser tu marido. ?Te quieres casar conmigo?
Emma lo miro sin saber que decir. Pasaron unos segundos. Empezaron a rodarle las lagrimas por las mejillas. Aquella reaccion no era precisamente la que el habia esperado.
– Vamos, carino.
Se inclino hacia delante y la abrazo. Emma lloraba entre sus brazos.
– ?Tan amenazadora es mi peticion? -pregunto con una timida sonrisa.
– Estoy tan cansada -gimio ella-. Tan harta…
Johan no sabia realmente que decir y continuo con cierta torpeza acariciandole la espalda. De pronto, Emma empezo a besarlo en el cuello cada vez con mas pasion. Se aparto la melena y busco avidamente su boca. Mantuvo en todo momento los ojos cerrados. El deseo prendio en el en cuestion de segundos y lo empujo a echarse impetuosamente sobre ella en el sofa. La beso ardientemente, casi mordiendole los labios. Emma respondio jadeando y, con una sacudida violenta, le rodeo la espalda con sus piernas. Hicieron el amor en el sofa, contra la mesa, casi subidos a la ventana y, por fin, en el suelo. Luego, tumbado en el suelo y con la cabeza de