Alargo el brazo y asio una carpeta que tenia encima de la mesa.
Monika Wallin tenia los labios finos y secos y ahora se le habian vuelto aun mas finos.
– Aqui hay una solicitud de divorcio que ya habia rellenado, documentos que aseveran que ha comprado un piso en la calle Artillerigatan de Estocolmo y el traspaso de la galeria de arte a un tal Per Eriksson. Apenas me lo puedo creer -aseguro con amargura.
– ?Puedo verlos?
El comisario se inclino ansioso sobre los papeles. Echo una rapida ojeada a todos ellos. Era evidente que Wallin habia preparado minuciosamente su marcha.
– No se como voy a poder sobrellevarlo -se lamento la mujer-. Primero el asesinato, y despues esto…
– Lo entiendo, y debe de ser muy duro para ti -asintio Knutas compasivo-. Y siento tener que molestarte, pero necesito hacerte algunas preguntas. Por razones de la investigacion.
Monika asintio. Seguia retorciendo el panuelo.
– Cuentame que paso el sabado, cuando la inauguracion -empezo Knutas-. ?Que hicisteis ese dia?
– Egon se fue a la galeria por la manana temprano; yo ni siquiera me habia despertado. Bueno, eso no era raro cuando teniamos una inauguracion; le gustaba llegar alli a tiempo y ocuparse personalmente de las cosas. Comprobar los ultimos detalles, que los cuadros estuvieran colgados rectos y esas cosas. Yo me encargo siempre del catering y llegue a las once y algo, al mismo tiempo que el pedido.
– ?Como viste a Egon? ?Se comporto de forma extrana?
– La verdad es que estaba mas alterado que de costumbre, impaciente e irritable. A mi me parecio un poco raro, porque todo estaba transcurriendo segun lo previsto.
– ?Que paso despues?
– Aparecio el pintor, ese tal Mattis Kalvalis, y desde ese momento no tuvimos un minuto de reposo. Queria que lo ayudaramos en todo momento con diferentes cosas: un vaso de agua, cenicero, cigarrillos, pastas, tiritas, y no se que mas. Estaba muy confuso, yo no he conocido persona mas nerviosa. E increiblemente egocentrica. No se hacia cargo de que nosotros teniamos que ocuparnos de lo nuestro. Exigia muchisima atencion. -Monika suspiro, sacudiendo levemente la cabeza-. De todos modos, luego empezo a llegar gente, a eso de la una, y a partir de entonces no paramos ni un segundo hasta las siete de la tarde.
– ?Ocurrio algo de particular durante la inauguracion, algo que te llamara la atencion?
– Bueno, en realidad, si. Egon desaparecio durante un rato bastante largo. Lo busque, pero nadie sabia donde se habia metido.
– ?Cuanto tiempo estuvo fuera de alli?
– Seguro que mas de una hora.
– ?Le preguntaste donde habia estado?
– Si, si, pero me dijo que solo habia ido en busca de mas vino. Habia tanto que hacer que no pense mas en ello.
Su mirada se perdio mas alla de la ventana y permanecieron un rato en silencio. Knutas dio tiempo para ver si la mujer seguia hablando por iniciativa propia. Durante los interrogatorios delicados era importante tener a veces el sentido comun de guardar silencio.
– ?Como estaba cuando volvio?
– Exactamente igual que antes; parecia inquieto.
– ?Pudo haber provocado su inquietud alguno de los visitantes?
– No lo se -reconocio con un suspiro-. De ser asi, habria sido Sixten Dahl; era el unico de los visitantes que no le caia bien a Egon. Dahl es un galerista de Estocolmo.
Knutas se sobresalto. Con Sixten Dahl habian viajado a Estocolmo el artista y su agente el domingo por la manana. De momento hizo como si no supiera nada.
– ?Que tenia Egon en contra de el?
– Se veian a veces, y Egon solia quejarse porque Sixten le parecia un tipo arrogante. Quiza todo se debia a que en realidad los dos eran muy parecidos -comento pensativa-. A menudo se peleaban por los mismos pintores, simplemente porque ambos tenian el mismo gusto. Como ahora con Mattis Kalvalis. Se que Sixten Dahl tambien estaba interesado en el, pero Mattis eligio a Egon.
– ?Que paso despues de la inauguracion de la exposicion?
– Fuimos a cenar al restaurante Donners Brunn.
– ?Quienes? -pregunto Knutas, pese a que ya conocia la respuesta.
– Asistimos Egon y yo, el pintor y el resto del personal de la galeria.
– ?Cuantas personas trabajais en la galeria?
– Cuatro; las otras dos son Eva Blom y Gunilla Rydberg, y ambas llevan ya veinte anos con nosotros.
Knutas anotaba a toda velocidad. La concurrencia con Sixten Dahl era un dato de sumo interes. Esperaba que a esas alturas Wittberg ya lo hubiera localizado, tanto a el como a los otros. Eva Blom era una antigua conocida del comisario. De pequenos iban a la misma clase. Estaba informado de que vivia con su familia en la parroquia de Vate. En cambio, de Gunilla Rydberg no sabia nada.
– ?Sabes que tanto el pintor como su agente han abandonado la habitacion del hotel?
– ?Que? No, no lo sabia.
– Se fueron a Estocolmo ayer por la manana. ?Te consta si tenian algo que hacer alli?
– Ni idea. -Monika Wallin parecia francamente sorprendida-. Mattis tenia que presentarse hoy para firmar con Egon un contrato de representacion. Aunque, claro esta, ya da igual.
– ?Cuando vuelven a Lituania?
– El martes por la tarde. De eso estoy segura, porque habiamos quedado para almorzar juntos antes de que salieran hacia el aeropuerto.
– Ya… -Knutas carraspeo-. Volviendo a la noche del crimen, ?ocurrio algo especial durante la cena en el Donners Brunn?
– No. Comimos y bebimos bien y pasamos un rato agradable. Mattis estaba mas tranquilo, seguramente el nerviosismo ya habia remitido. Conto un monton de anecdotas divertidas de Lituania y nos reimos hasta que nos saltaron las lagrimas.
– ?Como termino la velada?
– Salimos del restaurante a las once, y fuera nos separamos en distintas direcciones. Egon y yo tomamos un taxi de vuelta a casa. Yo me fui casi directamente a la cama, pero el me dijo que queria quedarse un rato levantado. Eso tampoco era raro, yo suelo acostarme pronto y el es… era como las lechuzas. Yo casi siempre me acuesto antes que el.
– ?Cuando fue la ultima vez que lo viste?
– Lo vi sentado en el sillon de la sala de estar -respondio pensativa.
– Cuando lo encontraron, Egon no llevaba encima ni la cartera ni el movil. ?Los dejo en casa?
– Eso si que no me lo creo. Egon no salia nunca de casa sin su movil. Siempre lo llevaba consigo, casi hasta al servicio. Y me cuesta mucho creer que saliera de casa sin la cartera. Ademas, de ser asi, deberia haberla encontrado aqui en casa y no ha aparecido.
– ?Y si le llamamos al movil? Tal vez este escondido en algun sitio -propuso Knutas.
– Si, claro.
Monika Wallin se levanto, busco su propio movil y marco el numero. No oyo nada. Volvio a llamar y se dio una vuelta por la casa.
– Pues no -dijo suspirando-. Solo se oye ese dichoso contestador automatico.
– Esta bien. Muchas gracias. ?Puedes anotarme su numero?
– Por supuesto.
– Una ultima cuestion acerca del sabado. Hemos sabido que desaparecio una escultura de la galeria.
– Si, por desgracia. Debio de llevarsela alguno de los visitantes.
Parecia bastante entera para ser una mujer cuyo marido habia aparecido asesinado de una manera espeluznante hacia solo un dia, se dijo Knutas. Y que, ademas, tenia planeado mudarse y abandonarla sin decirle nada.
Se pregunto como habria reaccionado el si Line hubiera aparecido asesinada y colgada de la misma manera. Probablemente a esas horas estaria anestesiado en las urgencias de psiquiatria del hospital de Visby. Solo de pensarlo se estremecio, y desecho al momento aquel pensamiento.