casa de su amante.

– Tambien cabe que haya mas personas involucradas -le interrumpio Karin-. Puede que la amante tuviera un marido que habia descubierto lo que sucedia y asesinara a Wallin alli aquella noche.

– Eso si no fue la propia amante quien lo matara -replico Knutas-. Aunque me cuesta creer que una mujer fuera capaz de elevar el cuerpo de esa manera. A no ser que la ayudaran a hacerlo, claro esta.

Interrumpio su conjetura un estornudo tremendo. Se limpio cuidadosamente y continuo:

– Si. ?Por Dios!, podemos seguir especulando todo el tiempo del mundo, pero eso no nos conduce a ninguna parte.

Karin sorbio el cafe que le quedaba en la taza y se levanto de la sula.

– Por cierto, ?te pasa algo? -le pregunto Knutas-. ?Estas bien?

La miro fijamente. Ya habia observado desde hacia varios dias que estaba preocupada por algo. Al ver su cara de perplejidad, penso que era realmente guapa.Al principio, cuando la inspectora llego a la comisaria de Visby, Knutas creyo por un tiempo que iba camino de enamorarse de ella, pero entonces conocio a Line y olvido su incipiente interes por su companera.

No solo Knutas tenia problemas para sonsacarle lo que pensaba y sentia. Karin tenia una integridad tan fuerte como una coraza, lo cual hacia que la gente no se atreviera a preguntarle por su vida privada asi como asi. Salvo que fuera sobre futbol.

Lo curioso era que a Knutas le resultaba muy facil hablar con ella, aunque era parca al referirse a sus cosas. Solia recurrir a Karin cuando tenia algun problema con Line o con sus hijos. Ella entonces se mostraba abierta y comprensiva. En cambio, cuando era el quien le preguntaba sobre cosas parecidas, Karin siempre se escabullia. Con todo, el comisario sentia un gran aprecio por ella, y a veces temia que pidiera el traslado a otros puestos mas atractivos. Pese a que Karin ya llevaba dieciseis anos trabajando en la comisaria de Visby, Knutas no se sentiria seguro mientras ella no estabilizase su vida privada. En cualquier momento podia conocer a un peninsular y largarse. O recibir alguna oferta de trabajo que no pudiera resistirse a aceptar.

En ocasiones se sentia como si fuera su padre, aunque solo se llevaban trece anos. Knutas dependia cada vez mas de Karin en la Brigada de Homicidios y no queria perderla por nada del mundo.

Ella tardo un rato en contestar a su pregunta.

– No, nada; estoy bien.

– ?Seguro?

La mirada de Karin era inescrutable.

– Claro, estoy bien, ya te digo.

Aunque comprendio que habia algo que la atormentaba, se dijo que era mejor no seguir preguntando.

Capitulo 25

A Emma le pillo totalmente por sorpresa la repentina propuesta matrimonial de Johan. En cierto modo, parecia inevitable; antes o despues debian tomar una decision. Tenian una hija. Cuando opto por seguir adelante con el embarazo y romper su matrimonio, ya estaba decidida. Sin embargo, luego se mostro indecisa, y al pensar en como se habia comportado desde que conocio a Johan, le parecia un milagro que el aun quisiera seguir con ella y que no se hubiera hartado mucho antes.

Hacia un rato que se habia ido a Visby, a trabajar. Antes de marcharse le dio un beso, pero no dijo nada, no la presiono para que le diera una respuesta. Emma lo siguio con la mirada mientras se dirigia hacia el coche por el camino nevado, con el cabello oscuro rizado, la cazadora de cuero marron graciosamente desgastada y los vaqueros lavados a la piedra.

En cierto modo, aquello era muy sencillo: ella lo amaba y si considerara solo eso, resultaba evidente que debian casarse. Pero tambien tenia miedo a que les sucediera lo mismo que les habia ocurrido a Olle y ella. A que la tristeza de la rutina diaria se fuera instalando entre ellos de forma paulatina tras apagarse el primer entusiasmo de vivir juntos. A que la atraccion que sentian fuera desapareciendo poco a poco y los condujera de modo inexorable a la indiferencia. A que su vida sexual languideciera lentamente, porque ninguno de los dos fuese capaz de mantener viva la pasion que una vez sintieron. A que solo quedara entre ellos rutina y compromiso.

Se estremecio bajo el edredon que aun conservaba el olor de Johan. No podia ocurrir eso. Se levanto, metio los pies en las zapatillas y fue a buscar la camiseta que estaba aun en el sofa. Entro en el dormitorio y se inclino sobre la cuna donde dormia Elin. El sol entraba en la cocina; parecia un tanto irreal tras semanas de cielos plomizos. Se dio cuenta de que casi se habia olvidado de como era la luz solar.

Preparo el cafe y las tostadas. Se sento en su sitio habitual al lado de la ventana y contemplo el paisaje. La cantidad de nieve era suficiente para que los ninos se pudieran deslizar con los trineos, y se alegro de ello. Habia una colina cerca por la que a los ninos les encantaba descender. Elin podria pronto acompanar a Sara y a Filip.

Ambos estaban ahora con su padre. De hecho, habia empezado a acostumbrarse a esa interrupcion rutinaria bisemanal, y ahora disfrutaba quedandose sola con Elin dos semanas de cada cuatro. Se quedo mirando la silla de enfrente. En ella se habia sentado Olle durante todos los anos de convivencia, y alli se habia tomado su te verde, cuyo aroma ella no soportaba. Por suerte, a Johan tampoco le gustaba.

Emma se preguntaba que manias aparecerian cuando empezaran a vivir juntos. Esas cosas que Johan quiza no habia mostrado hasta ahora, pero que aflorarian en cuanto mudara sus bartulos.

«El se sentara ahi a partir de ahora», penso, e intento imaginarse a Johan en la silla de enfrente. ?Cuanto duraria el amor esta vez?

Suspiro y metio otra rebanada de pan en la tostadora. Era muy consciente de que estaba abatida tras el fracaso de su primer matrimonio y de que tal vez veia la cuestion en terminos demasiado negativos. Nada apuntaba a que las cosas fueran a ir tan mal en esta ocasion.

Cuando termino de desayunar, recogio la mesa y fue otra vez a ver a la pequena. Seguia dormida.

De vuelta del dormitorio se vio al sesgo en el espejo redondo de la entrada. Se detuvo, lo descolgo, se lo llevo al dormitorio, se tumbo en la cama y lo situo delante de ella.

Permanecio un buen rato alli, contemplando la palidez invernal de su rostro. Tenia los ojos tristes y cansados, los labios descoloridos, pero su cabello, en cambio, parecia hermoso esparcido sobre la almohada ?Quien era ella en realidad y que queria? Tenia tres hijos, pero aun se sentia perdida como una nina. En el fondo no sabia como pensaba realmente la persona que veia reflejada en el espejo. Habia mucha gente que la queria, y, sin embargo, se sentia desarraigada. La verdad es que nunca fue una persona particularmente segura de si misma.

De pronto, fue consciente de que casi nunca habia tomado sus propias decisiones. Era evidente. Siempre dejo que las circunstancias mandaran. Cuando conocio a Olle, el la cortejo y tomo la iniciativa la mayor parte de las veces. Era guapo, simpatico y considerado, y estaba muy enamorado de ella. ?Se habia dejado llevar por las circunstancias como una estupida carente de voluntad propia?

Alejo un poco el espejo. Se enfrento con su propia mirada. ?A que estaba jugando? Ya era hora de que decidiese en que direccion queria encaminar su vida.

En el fondo no era dificil tomar esa decision. En absoluto.

Capitulo 26

Ya avanzada la tarde, el comisario obtuvo respuesta a varias cuestiones importantes. Wittberg entro en su despacho y se dejo caer en la silla que habia al otro lado del escritorio. Llego con el pelo revuelto, y le ardian las mejillas de la agitacion.

– ?Joder! Escucha. He averiguado tantas cosas que no se por donde cono empezar.

– Adelante…

– He localizado a Sixten Dahl, a Mattis Kalvalis y Vigor Hankas, el agente. Es cierto, viajaron juntos a Estocolmo. Durante la exposicion Sixten Dahl le hizo al artista una oferta imposible de rechazar. Como aun no habia firmado el contrato con Egon Wallin, acepto acompanar a Dahl y visitar su galeria el domingo, conocer a sus

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