perseguir tambien a las vacas. Y podia acabar recibiendo una coz que la dejara en el sitio.
Cuando hubo pasado un cuarto de hora largo sin que la perra apareciera, decidio ir a buscarla. Estaba enojado, si no la encontraba pronto se iba a hacer demasiado tarde. Volvio a cruzar el prado, las escaleras que se abrian en medio de la valla que rodeaba el bosque y se introdujo entre los arboles. Entonces oyo ladrar a
La arboleda se iba volviendo cada vez mas frondosa, paso junto a la vieja e inestable torre de madera usada como observatorio de aves que estaba en la linde del bosque. Mas alla el terreno se iba volviendo pantanoso, hasta que el mar tomaba el relevo. Desde alli se podia divisar el Hotel Warfsholm, que en linea recta no quedaba muy lejos. Los ladridos se oian cada vez mas claros, la perra debia de encontrarse ahora muy cerca. Entonces diviso entre los arboles algo de color champan y alli estaba Lisa, ladrando como una loca hacia lo alto de un pino. ?Que demonios seria eso que le parecia tan interesante?
Unos metros mas alla se detuvo en seco. Durante varios segundos escalofriantes tuvo que esforzarse para comprender que era lo que estaba viendo. Era incapaz de asimilar la vision de la joven que colgaba balanceandose libremente a merced del viento, desnuda, con una soga alrededor del cuello. Tenia la cabeza inclinada hacia delante y la melena larga y rubia le caia sobre la cara. Lo primero que penso es que se trataba de un tragico suicidio. Lo invadio un profundo malestar y se vio obligado a sentarse en el suelo. Entonces fue cuando vio que la mujer estaba cubierta de sangre. Alguien le habia abierto con un cuchillo el bajo vientre de lado a lado.
Una hora despues Knutas tomaba el camino de grava que discurria entre las casitas de veraneo y bajaba hasta el mar y Vivesholm. Lo acompanaban Karin Jacobsson y Erik Sohlman. Antes de ponerse en camino, Knutas consiguio ponerse en contacto con el forense, que tomaria un avion desde la peninsula unas horas mas tarde.
Junto a la verja se encontraba un hombre de unos sesenta y cinco anos. Vestia pantalones cortos y un jersey, y sujetaba con la correa a un perro de pelo claro y rizado. Aparcaron al lado de la verja y caminaron por la hierba que crecia junto al camino de grava hasta el extremo del promontorio para no destruir las posibles huellas de ruedas de coches. Kalle Ostlund levanto la mano y senalo.
– Tuvo que llegar por ese recodo -apunto-. De lo contrario lo habrian visto desde las casas que estan mas cerca del mar.
Siguieron al hombre hasta una pequena zona boscosa y continuaron por un sendero de tierra muy trillado que discurria paralelo al antiguo foso. Aqui y alla crecian endrinos y escaramujos.
El viento estaba casi totalmente en calma y todo lo que se oia eran los graznidos de las aves sobre el mar. No vieron el cuerpo hasta que no lo tuvieron justo delante de los ojos.
En el aire, rodeada de la exuberante vegetacion estival, colgaba una joven. El pelo le caia sobre el rostro y el delicado cuerpo que colgaba sin vida de una soga era de un rosa resplandeciente. Sobre el terso vientre alguien le habia realizado un corte de varios centimetros de longitud, de donde habia manado la sangre deslizandose sobre los genitales y las piernas.
El contraste entre su juventud y belleza y la violencia a la que habia sido sometida era brutal.
Los policias observaron el cuerpo en silencio.
– Si, asi fue como la encontre -dijo finalmente Kalle Ostlund.
– ?Y no ha abandonado el lugar desde entonces? -le pregunto Knutas.
– No, llame a mi mujer, pero no me atrevi a irme de aqui.
– ?Vio u oyo algo cuando venia hacia aqui?
– No, iba yo solo. Con
Knutas llamo a los agentes que se habian sumado a ellos y habian empezado a colocar las cintas de plastico.
– Vamos a acordonar esta zona. Quiero que algunos empeceis a llamar a las casas de los vecinos inmediatamente. ?Donde estan los perros?
– Estan de camino -respondio Karin.
– Bien, no hay tiempo que perder. Usted, por el momento, puede irse a su casa -le dijo al senor de la perra-. Pero quedese alli, dentro de un rato quiero hablar con usted y con su mujer.
– Solo puede tratarse de Martina Flochten -afirmo Karin-. Coinciden tanto la edad como el aspecto fisico.
– Si, es ella, sin duda -reconocio Knutas.
– ?Maldita sea! ?Con que loco se habra topado? -exclamo con vehemencia Sohlman-. ?Por que colgar a una persona a la que ya has matado?
– ?O para que apunalar a una persona a la que ya has ahorcado? -replico Karin.
Knutas se movio despacio alrededor del cuerpo observandolo desde todos los angulos. Martina parecia una muneca escalofriante. Tenia la cara enrojecida, como si hubiera realizado un esfuerzo, los ojos abiertos, pero apagados, sin brillo. Los labios de color marron oscuro y la piel enrojecida, las pantorrillas y los pies tirando a violaceo.
En el corte de la parte inferior del vientre habia moscas y a Knutas se le revolvio el estomago al ver que se habian formado pequenas larvas en la herida.
– Me pregunto si llevara aqui colgada desde el sabado -susurro Karin tras el panuelo que mantenia apretado contra la boca.
– Veamos, ?que dia es hoy? Miercoles. Si la mataron el sabado por la noche, ya han pasado casi cuatro dias -dijo Sohlman-. Es posible.
– Tendra que seguir colgada hasta que llegue el forense -afirmo Knutas-. Quiero que la vea tal como esta.
Junto a la verja ya se habian dado cita los curiosos. Knutas evito responder a sus preguntas al pasar junto a ellos.
Condujeron directamente de vuelta a la comisaria.
Se hallaba en el interior del bosque, recostado contra la gruesa corteza del arbol. Tenia los ojos cerrados, y escuchaba. El murmullo de los arboles, una pina que caia al suelo con un ligero golpe sordo, una corneja que graznaba. Aqui dentro, en las sombras, los olores eran muy intensos: resina, pinochas, tierra, arandanos. Doblo las piernas lentamente y deslizo la espalda contra el tronco del arbol hasta quedar sentado. Las rugosidades del arbol no le molestaron. Canturreaba para si mismo en voz baja y monotona. Fue cayendo lentamente en el estado al que aspiraba, en extasis. Se fundio con el arbol y su alma permaneceria alli mientras el proyectaba su conciencia en otra cosa.
Ese transito era importante para el, necesario en realidad para que pudiera cumplir su cometido.
El arbol y el se convirtieron en un solo ser. Ahora no existia ninguna limitacion, en absoluto. Habia entrado en otra realidad. El entorno le era indiferente. Aquello que antes lo angustiaba ya no tenia ninguna importancia. Se habia liberado de los problemas diarios, triviales, todo lo relacionado con las personas. Ya no debia preocuparse de ellas porque habia sellado otra alianza que nada tenia que ver con las relaciones humanas. Era como si hubieran caido los muros, se hubieran removido los obstaculos y el camino se abriera ante el recto y claramente senalizado. Comprendio que poseia fuerzas poco comunes.
De pronto se rompio una rama y aparecio una zorra entre la maleza. Se sento como un gato enfrente de el y se acicalo tranquilamente. De cuando en cuando alzaba la cabeza y lo observaba un momento. Luego, cuando se adentro de nuevo en el bosque, paso casi rozandolo como si nada. Aspiro profundamente.
Era la prueba definitiva de que lo habia conseguido…
El telefono sonaba ininterrumpidamente cuando Knutas regreso a su despacho y estuvo todo el tiempo ocupado respondiendo a las preguntas de los medios acerca de la muerte de Martina Flochten. Al final se vio obligado a pedir a la centralita que no le pasaran mas llamadas. Necesitaba concentrarse en su trabajo.
Decidieron convocar una rueda de prensa por la tarde. Lars Norrby se ofrecio a prepararla en lugar de participar en la reunion del grupo que dirigia la investigacion.
Knutas habia llamado al fiscal, que se sento a su lado en la sala de reuniones. Birger Smittenberg era un fiscal