estuviese contemplando la escena con animo apacible.
– Estas mintiendo -replico Elin hinchando el pecho, como si acabase de correr varias millas.
– No, no estoy mintiendo. Es lo que cree la Policia. Y se que es verdad. -Cuando se oyo pronunciar aquellas palabras, comprendio lo ciertas que eran. Se habia negado a tomar conciencia de ello, se habia aferrado a la esperanza. Pero la verdad era que Magnus estaba muerto.
– ?Como puedes estar segura? ?Como puede estar segura la policia?
– El no nos habria dejado sin mas.
Elin meneo la cabeza, como si quisiera impedir que la idea se anclase en su mente. Pero Cia noto que su hija tambien lo sabia. Magnus no los habria dejado asi, sin mas.
Recorrio los pocos pasos que la separaban de ella en la cocina y la abrazo. Elin quiso zafarse pero, finalmente, se relajo y se dejo abrazar y convertirse en una nina pequena. Cia le acaricio el pelo mientras el llanto arreciaba.
– Chist… -La tranquilizo sintiendo que su fuerza interior se revitalizaba a medida que se iba minando la de Elin-. Anda, vete a casa de Sandra, ya se lo explicare a los abuelos.
Acababa de comprender que, a partir de aquel momento, ella seria quien tomase todas las decisiones.
Christian Thydell se observaba en el espejo. A veces no sabia que postura adoptar ante su aspecto. Tenia cuarenta anos. En cierto modo, el tiempo habia pasado volando y ahora tenia delante a un hombre que no solo era adulto, sino que incluso empezaba a lucir algunas canas en la sien.
– ?Que elegante estas! -Christian se sobresalto cuando Sanna aparecio a su espalda y le rodeo la cintura con los brazos.
– Perdon -se disculpo sentandose en la cama.
– Tu tambien estas muy guapa -senalo aun con mas remordimientos al ver como aquel cumplido sin importancia le imprimia brillo en los ojos. Al mismo tiempo, sintio un punto de irritacion. Detestaba que se condujese como un cachorro meneando la cola ante el menor gesto de atencion por parte de su dueno. Su mujer era diez anos mas joven y a veces tenia la sensacion de que podrian ser veinte.
– ?Me ayudas con la corbata? -Christian se acerco y ella se levanto y le anudo la corbata con mano experta. Un nudo perfecto al primer intento, y Sanna dio un paso atras para contemplar su obra.
– ?Esta noche vas a triunfar!
– Mmm… -dijo el, sin saber muy bien que esperaba ella que dijera.
– ?Mama! ?Nils me ha pegado! -Melker entro a la carrera, como si lo persiguiera una manada de lobos salvajes y, con los dedos pringados de comida, se agarro al primer recurso seguro que tenia a mano: la pierna de Christian.
– ?Melker! -Christian aparto bruscamente a su hijo de cinco anos. Pero ya era tarde. Las dos perneras presentaban manchas patentes de ketchup a la altura de las rodillas, y Christian se esforzo por conservar la calma. Ultimamente, cada vez le costaba mas.
– ?Es que no puedes vigilar a los ninos? -le espeto a Sanna mientras, con movimientos exagerados, empezaba a desabotonar el pantalon para cambiarse.
– Seguro que puedo limpiarlo -dijo Sanna persiguiendo a Melker, que iba camino de la cama con las manos embadurnadas de comida.
– ?Y como, si tengo que estar alli dentro de una hora? Tendre que cambiarme.
– Pero… -Sanna estaba a punto de romper a llorar.
– Mejor vete a cuidar de los ninos.
Sanna acompano cada silaba de un parpadeo, como si la estuviese golpeando con ellas. Sin replicar palabra, cogio a Melker de la mano y lo saco del dormitorio.
Cuando Sanna se hubo marchado, Christian se desplomo en la cama. Se veia en el espejo con el rabillo del ojo. Un hombre sereno. Con chaqueta, camisa, corbata y calzoncillos. Hundido como si llevase sobre los hombros todos los problemas del mundo. Irguio la espalda y saco el pecho. Y enseguida le parecio que tenia mejor aspecto.
Aquella era su noche. Y nadie podria arrebatarsela.
– ?Alguna novedad? -Con gesto inquisitivo, Gosta Flygare levanto la cafetera hacia Patrik, que acababa de entrar en la pequena cocina de la comisaria.
Patrik asintio y dijo si, gracias, antes de sentarse a la mesa.
– Aqui tienes. -Gosta puso delante de Patrik una taza de cafe solo y se sento enfrente-. Te veo un poco palido -observo escrutando a conciencia a su joven colega.
Patrik se encogio de hombros.
– Algo cansado, eso es todo. Maja ha empezado a dormir mal y esta muy rebelde. Y Erica esta agotada por razones mas que comprensibles, asi que la cosa esta bastante complicada en casa.
– Y peor que se va a poner -constato Gosta secamente.
Patrik solto una carcajada.
– Si, Gosta, tu siempre tan alentador, peor que se va a poner.
– Pero no has averiguado nada mas sobre Magnus Kjellner, ?no?
Gosta paso discretamente una galleta por debajo de la mesa y
– No, nada -dijo Patrik antes de tomar un sorbo de cafe.
– Ya he visto que hoy ha venido otra vez.
– Si, acabo de estar en el despacho de Paula hablando del tema. Para Cia es como una suerte de ritual pero, claro, no es de extranar, ?como procesa uno el hecho de que su marido desaparezca sin mas?
– ?Y si interrogamos a alguno mas? -dijo Gosta pasando con disimulo otra galleta bajo la mesa.
– ?A quien? -Patrik oyo la irritacion que destilaba-. Ya hemos hablado con la familia, con los amigos, hemos ido de puerta en puerta preguntando por todo el barrio, hemos puesto carteles y hemos pedido la colaboracion de la prensa local. ?Que mas podemos hacer?
– Tu no sueles rendirte.
– Pues no, pero si tienes alguna sugerencia, ya puedes proponerla. -Patrik lamento inmediatamente el tono tan agrio con que le habia hablado, aunque Gosta no parecia haberselo tomado a mal-. Suena horrible decirlo, pensar que aparecera muerto -anadio en tono mas amable-, pero estoy convencido de que solo entonces averiguaremos lo que ha ocurrido. Te apuesto lo que quieras a que no ha desaparecido voluntariamente, y si encontramos el cadaver, tendremos algo sobre lo que investigar.
– Si, tienes razon. Es un horror pensar que el tipo aparecera en la orilla arrastrado por las mareas o en algun rincon del bosque. Pero yo tengo la misma sensacion que tu. Y debe de ser horrible…
– ?Te refieres a no saber? -pregunto Patrik desplazando un poco los pies, que ya empezaban a sudarle bajo el peso calido del trasero del perro.
– Pues si, te lo puedes imaginar. No tener ni idea de donde se habra metido la persona a la que quieres. Como los padres cuyos hijos desaparecen. Hay una pagina web americana de ninos desaparecidos. Pagina tras pagina con fotos y anuncios de busqueda. Que horror, digo yo.
– Yo no sobreviviria a una situacion asi -aseguro Patrik. Recreo la imagen del torbellino de su hija y la sola idea de que se la arrebataran se le antojo insufrible.
– ?De que hablais? Menudo ambiente funerario teneis aqui. -La voz alegre de Annika interrumpio el silencio, y la recepcionista entro y se les unio a la mesa. El miembro mas joven de la comisaria, Martin Molin, no tardo en aparecer tras ella, atraido por las voces que se oian en la cocina y por el olor a cafe. Estaba de baja paternal a media jornada y aprovechaba cualquier oportunidad de relacionarse con sus colegas y de participar en conversaciones de adultos, para variar.
– Estabamos hablando de Magnus Kjellner -explico Patrik en un tono que indicaba que la conversacion habia concluido. Y, para subrayarlo, cambio de tema.
– ?Que tal va lo de la nina?
– ?Ay, nos llegaron mas fotos ayer! -exclamo Annika sacando unas fotografias que llevaba en el bolsillo de la