Camilla Lackberg

La sombra de la sirena

Fjallbacka 6

Para Martin,

I wanna stand with you on a mountain

Prologo

Sabia que, tarde o temprano, todo volveria a salir a la luz. Era imposible ocultar algo asi. Cada palabra lo habia ido acercando a lo innombrable, a lo terrible. A aquello que tantos anos llevaba tratando de reprimir.

Ya no podia seguir huyendo. Noto que el aire de la manana le inundaba los pulmones mientras caminaba tan rapido como podia. El corazon le bombeaba en el pecho. No queria ir, pero tenia que hacerlo. De modo que decidio dejarlo al arbitrio del azar. Si encontraba alli a alguien, se lo contaria. De lo contrario, seguiria su camino hacia el trabajo como si nada hubiese ocurrido.

Pero, cuando llamo, le abrieron la puerta. Entro y entorno los ojos ante la luz sucia del interior. Quien tenia delante no era la persona que el esperaba encontrar. Era otra.

La larga melena de la mujer se balanceaba ritmicamente por su espalda mientras el la seguia a la habitacion contigua. Empezo a hablar, hizo preguntas. Las ideas le rondaban la cabeza como un torbellino. Nada era lo que parecia. No estaba bien y, aun asi, era lo correcto.

Enmudecio de repente. Algo lo habia alcanzado en el diafragma con tal fuerza que le partio en dos las palabras. Miro hacia abajo. Vio manar la sangre mientras el cuchillo se deslizaba saliendo despacio de la herida. Luego, otra cuchillada, mas dolor. Y aquel objeto afilado que se le movia por dentro.

Comprendio que ya habia pasado todo. Que terminaria alli, aunque aun le quedaba tanto por hacer, por ver, por vivir. Al mismo tiempo, aquello entranaba cierta proporcion de justicia. No se habia ganado la buena vida que habia disfrutado. No despues de lo que hizo.

Cuando el dolor le adormecio todos los sentidos, llego el agua. El movimiento sinuoso de un barco. Y, cuando el agua fria lo rodeo, dejo de sentir por completo.

Lo ultimo que recordaba era su pelo. Largo, oscuro.

– ?Pero si ya han pasado tres meses! ?Como es que no lo encontrais?

Patrik Hedstrom observaba a la mujer que tenia delante. Se la veia mas cansada y mustia cada vez que pasaba por alli. Y acudia a la comisaria de Tanumshede todas las semanas. Todos los miercoles. Desde un dia de principios de noviembre en que desaparecio su marido.

– Hacemos todo lo que esta en nuestra mano, Cia. Ya lo sabes.

La mujer asintio sin pronunciar palabra. Le temblaban las manos levemente en el regazo. Luego lo miro con los ojos llenos de lagrimas. No era la primera vez que Patrik presenciaba aquella escena.

– No volvera, ?verdad que no? -Ahora no solo le temblaban las manos, sino tambien la voz, y Patrik tuvo que combatir el impulso de levantarse, bordear la mesa y abrazar a aquella mujer tan fragil. Tenia la obligacion de comportarse de un modo profesional, aunque tuviera que ir en contra de su instinto protector. Reflexiono sobre como debia responderle. Finalmente, respiro hondo y dijo:

– No, no creo que vuelva.

La mujer no hizo mas preguntas, pero Patrik se dio cuenta de que sus palabras no habian hecho mas que confirmar lo que Cia Kjellner ya sabia. Su marido no volveria a casa jamas. El 3 de noviembre, Magnus se levanto a las seis y media, se ducho, se vistio, se despidio de sus dos hijos y luego de su mujer. Poco despues de las ocho, lo vieron salir de casa para ir al trabajo en Tanumsfonster. A partir de ahi, nadie sabia donde se habia metido. No se presento en la casa del companero que lo llevaria en coche al trabajo. En algun punto del trayecto entre su casa, situada en la zona proxima al estadio deportivo, y la casa del companero, junto al campo de minigolf de Fjallbacka, Magnus habia desaparecido.

Habia repasado toda su vida. Habian enviado una orden de busqueda, habian hablado con mas de cincuenta personas, tanto del trabajo como con familiares y amigos. Buscaron deudas de las que hubiese querido huir, amantes, desfalcos en su lugar de trabajo, cualquier cosa que pudiera explicar que un hombre formal de cuarenta anos, con dos hijos adolescentes, desapareciera un dia asi, de improviso. Pero nada. No habia datos que indicasen que se hubiese marchado al extranjero, y tampoco habian sacado dinero de la cuenta que tenia con su mujer. Magnus Kjellner se habia convertido en un espectro.

Cuando Patrik hubo acompanado a Cia a la salida, llamo discretamente a la puerta de Paula Morales.

– Adelante. -Se oyo enseguida la voz de su colega, y Patrik entro y cerro la puerta tras de si.

– ?Otra vez la mujer?

– Si -respondio Patrik tomando asiento en la silla, frente a Paula. Puso los pies en la mesa pero, ante la mirada iracunda de su colega, se apresuro a bajarlos otra vez.

– ?Crees que esta muerto?

– Si, eso me temo -admitio Patrik. Por primera vez, manifesto en voz alta el temor que habia albergado desde los primeros dias de la desaparicion de Magnus-. Lo hemos revisado todo y el hombre no tenia ninguna de las razones habituales para desaparecer por voluntad propia. Todo parece indicar que, sencillamente, salio de casa y luego… ?se esfumo!

– Pero no hay cadaver.

– No, no hay cadaver -confirmo Patrik-. ?Y donde vamos a buscar? No podemos dragar el mar, y tampoco peinar el bosque de las afueras de Fjallbacka. Solo podemos sentarnos a esperar que alguien lo encuentre. Vivo o muerto. Porque lo cierto es que ya no se como seguir con este caso. Y tampoco se que decirle a Cia cuando se presenta aqui cada semana con la esperanza de que hayamos progresado algo.

– No es mas que su modo de sobrellevarlo. Asi le parece que esta haciendo algo, en lugar de quedarse sentada en casa esperando. Yo, por ejemplo, me volveria loca. -Paula echo una ojeada a la foto que tenia junto al ordenador.

– Si, claro, ya lo se -dijo Patrik-. Pero no por eso me resulta mas facil.

– No, claro.

Se hizo el silencio en el pequeno despacho, hasta que Patrik se levanto.

– Esperemos que aparezca. Sea como sea.

– Si, esperemos -senalo Paula, pero con el mismo tono de abatimiento que Patrik.

– ?Gordi!

– ?Mira quien habla! -Anna miro a su hermana senalandole la barriga.

Erica Falck se retorcia para ponerse de perfil ante el espejo, exactamente igual que Anna, y tuvo que admitir que esta tenia razon. Madre mia, ?estaba enorme! Parecia una barriga enorme con algo de Erica pegada alrededor, solo para disimular. Y se notaba. Cuando estaba embarazada de Maja, se sentia como un prodigio de agilidad en comparacion con este embarazo. Pero claro, ahora llevaba dentro dos ninos.

– De verdad que no te envidio -dijo Anna con la sinceridad brutal propia de una hermana menor.

– Vaya, gracias -respondio Erica dandole un empujon con la barriga. Anna le respondio con otro, de modo que las dos estuvieron a punto de perder el equilibrio. Agitaron los brazos en el aire para recuperarlo, pero

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