– Sobre las cinco, quiza.

– ?Donde?

– En mi casa. John habia pasado por el Systembolaget [2] y luego subio a verme.

Fredriksson anoto y continuo preguntando. Johny habia aparecido en casa de Mikael Andersson en la calle Vaderkvarnsgatan. Mikael acababa de regresar al apartamento del taller de chapa donde trabajaba. Se habia duchado y creia recordar que eran cerca de las cinco. John habia estado en el Systembolaget de Kvarnen. Parecia contento, sin ningun tipo de preocupacion. Llevaba dos bolsas de plastico verde en la mano.

Habian hablado de todo. John, de su acuario, pero no menciono la compra de la bomba de agua. Mikael hablo del trabajo, de que probablemente haria horario nocturno. Habia que quitar la nieve de unos cuantos tejados.

– ?Tenia algo que hacer? ?Pregunto algo especial?

– No, simplemente paso de visita, por lo que entendi. Le pregunte si queria trabajar quitando nieve. La empresa esta contratando a gente, pero no parecio estar muy interesado.

– ?No quiso el trabajo?

– No, no lo rechazo directamente, pero no parecio interesarle.

– Que raro.

– Johny no era de esos que se quedan quietos. Crei que aceptaria la propuesta.

– ?Necesitaba dinero?

– ?Quien no lo necesita?

– Me refiero a que es Navidad y eso.

– No dijo nada. Por lo menos tenia dinero para comprar aguardiente.

John se habia quedado media hora, quiza tres cuartos. Mikael Andersson salio a las seis y cuarto de su apartamento para quitar la nieve de los tejados de la calle Sysslomansgatan. Le dio la impresion de que John se dirigia a casa.

– Ah, una cosa. Me pidio que le dejara el telefono, pero luego cambio de idea. No llamo.

– ?Dijo a quien queria llamar?

– No, quiza a casa. Tenia prisa.

*****

Mikael Andersson colgo el telefono y se palpo el bolsillo del pecho en busca del paquete de cigarrillos hasta que recordo que habia dejado de fumar hacia dos meses. En cambio, se sirvio un vaso de vino aun sabiendo que asi tendria mas ganas de fumar. John se solia meter con el porque tomaba «bebida de tias» y, al principio, se habia sentido avergonzado, pero ahora era un hecho aceptado.

Durante cuatro anos vivio con una mujer llamada Minna. Un bonito dia ella simplemente se marcho para no regresar nunca mas. Ni siquiera recogio sus muebles o sus objetos personales. Micke espero dos meses, luego lo empaco todo y lo llevo al Ragnsells de Kvarnbo. Lleno medio contenedor con su «basura».

Fue ella quien le enseno a beber vino. «Eso fue lo unico bueno que me dejo -solia decir-. Si le hubiera pegado o hubiera sido un cabron con ella… -les contaba a sus amigos, que se preguntaban donde estaba Minna-, pero largarse asi, no lo entiendo.»

Se sento en el salon, en el sillon en el que se habia sentado el dia anterior frente a John. No se habia quitado la chaqueta. John, a quien conocia de toda la vida. Su mejor amigo. «En realidad, mi unico amigo», penso, y no pudo evitar sollozar.

Tomo un trago de vino y eso lo calmo. Rioja. Giro la botella y estudio la etiqueta antes de rellenar el vaso. Ahora esa media hora con John resultaba increiblemente importante. Quiso rememorar todo lo que se dijeron, recordar cada expresion, cada risa y cada mirada. Pues, ?no se habian reido John y el?

Apuro el vaso y cerro los ojos. «Claro que nos lo pasamos bien, John.» El estuvo de pie con las bolsas del Systembolaget en la mano y dijo algo del espiritu navideno. A Mikael le vino a la cabeza, de repente, que John se habia olvidado las bolsas y fue al vestibulo para comprobar si aun estaban debajo de la repisa de los sombreros. Alli unicamente encontro sus zapatillas de deporte y sus humedas botas de trabajo, que debia poner a secar para que a la manana siguiente estuvieran a punto.

Fue a la cocina mientras recapacitaba. ?Que dijo John? Mikael miro el reloj de pared. ?Podia llamar a Berit? Estaba convencido de que ella estaria despierta. ?Quiza debia pasar por alli? No deseaba hablar con Lennart. Este solo se pondria a dar gritos.

El programa de las carreras de trotones se encontraba sobre la mesa de la cocina. «Me juego los cojones a que ahora que estas muerto ganamos diez kilos», penso, y tiro el programa y los cupones de apuestas al suelo. «Nunca ganabamos, pero jugabamos. Semana tras semana, ano tras ano, con la esperanza del gran premio. El extasis. La felicidad.»

– No eramos buenos -manifesto en voz alta-, no teniamos ni puta idea de caballos.

«Si los que compitieran fueran peces de acuario, hubieramos hecho saltar la banca», penso, y recogio los papeles del suelo. Minna le habia ensenado algo mas que a beber vino: si empieza a haber cosas tiradas por el suelo, entonces comienza la cuesta abajo.

Apoyo la frente contra la ventana, susurro el nombre del amigo y miro como nevaba. Le gustaba la Navidad y sus preparativos, pero ahora sabia que la vista desde la ventana de su cocina, con el intento de los vecinos de crear ambiente con velas y estrellas de adviento, siempre estaria relacionada con la muerte de John.

*****

Lennart Jonsson andaba por la nieve. Un coche hizo sonar el claxon cuando cruzo la calle Vaksalagatan. Lennart levanto el puno.

Las luces rojas traseras desaparecieron hacia el este. Le embargo una sensacion de injusticia. Otros conducian coches, mientras que el tenia que caminar, saltar sobre la nieve amontonada y andar buscando caminos que estuvieran despejados.

Si volvia la mirada hacia el oeste podia ver la iluminacion navidena como si fuera un collar de perlas que se extendia hacia el centro de la ciudad. La nieve crujia bajo sus pies. Una mujer le dijo una vez que deseaba comerse ese sonido que se originaba debajo de los zapatos cuando hacia mucho frio. Siempre se acordaba de esas palabras cuando caminaba sobre la nieve crujiente. ?A que se habia referido? Le gustaba, pero no lo comprendia.

Por la calle Salabacksgatan paso un coche con un abeto navideno sobre el techo. Aparte de eso, las calles estaban tranquilas. Se detuvo, la cabeza le colgaba como si estuviera borracho, pero se encontro a si mismo llorando. Lo que mas deseaba era tumbarse en la nieve y morir como habia hecho su hermano. Su unico hermano. Muerto. Asesinado. Las ansias de venganza atravesaron su cuerpo como un hierro punzante y supo que hasta que no muriera el asesino de Johny no podria desaparecer parte de su dolor.

Tendria que vivir anorando a John. Se subio la cremallera del anorak. Debajo solo llevaba una camiseta. Caminaba por la calle moviendose de una forma tan extrana que lo sintio fisicamente. El, que solia andar con prisa, ahora lo hacia pensativo, miraba las fachadas de las casas, se fijaba en detalles como la papelera repleta junto a la parada de autobus y el andador cubierto de nieve, cosas sobre las que, si no, no hubiera reflexionado.

Era como si la muerte del hermano le hubiera agudizado los sentidos. Apenas tenia un par de cervezas en el cuerpo. Las cervezas de John. Se habia quedado con Berit hasta que Justus se durmio. Ahora caminaba sobrio, alerta como nunca antes, y veia como su barrio se cubria de una mortaja blanca.

La nieve crujia bajo sus pies y no solo deseaba comerse el sonido, sino toda la ciudad, todo el infierno; deseaba hacer limpieza.

Desde la plaza Barntings unicamente le quedaban un par de manzanas para llegar a casa, pero se quedo parado casi en mitad de la plaza. Un tractor trabajaba la masa de nieve de forma sistematica, retirandola del aparcamiento y sus entradas.

?John estaba muerto cuando lo tiraron en Libro? Lennart no lo sabia, se habia olvidado de preguntarlo. John

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