– Berit -dijo, y dio un paso hacia ella.
– Cabron -solto ella, y le escupio a la cara.
El se tomo su arrebato con tranquilidad, se paso el brazo por el rostro. Beatrice comprobo que la chaqueta tenia un desgarron en la sobaquera, por donde aparecia un forro color rojo sangre.
– No era necesario -repuso el con calma, y Beatrice solo pudo leer en su expresion confusion y pena.
– Es culpa tuya -dijo Berit, con los dientes tan apretados que era dificil comprender que pudiera emitir sonido alguno-. ?Es tu puta culpa que mi John este muerto! -La voz acabo en falsete-. Tu siempre lo has empujado a joder las cosas. ?Siempre tu!
Lennart nego con la cabeza. Tenia el rostro arrugado y una barba negra de dos dias cubria una gran parte de este. Beatrice nunca hubiera podido imaginar que el hombre que estaba ante ella y Johny fueran hermanos.
– Te lo prometo -dijo el-, no se una mierda de esto.
Beatrice le creyo intuitivamente.
– ?Como se ha enterado de que su hermano esta muerto?
– Los chismosos de tus colegas -indico laconico, y luego aparto la mirada-. Lo sabe toda la ciudad -continuo vuelto hacia la ventana-. Si gritan por la radio de la policia que Johny esta muerto, es normal que lo sepa todo el mundo.
«Es incomprensible -penso Beatrice- que se pronuncie el nombre completo de la persona asesinada por la radio.»
– Mi hermano, mi unico hermano pequeno -sollozo Lennart Jonsson, apoyado en el alfeizar de la ventana y con el rostro pegado al cristal.
Beatrice se pregunto que otros detalles del crimen se habian pregonado. Berit estaba de nuevo hundida en la silla y permanecia sin vida, con la mirada fija en alguna parte en la que Beatrice no podia entrar.
– ?Se queda con Berit? -pregunto-. Necesita compania.
Era dificil determinar si el cunado era la compania mas adecuada, pero Beatrice creyo que era lo correcto. Un hermano y una esposa, unidos para siempre, la vida comun, los recuerdos, la pena.
Lennart se dio la vuelta y asintio, reconciliador. Aun tenia una gota de la saliva de Berit en su barbilla barbuda.
Beatrice apunto la direccion del amigo de Justus y de la madre de Lennart, salio al vestibulo, llamo a Haver y le pidio que se ocupara de que informaran a la madre.
Cuando regreso a la cocina, Lennart estaba bebiendo una cerveza a morro. «No me vendria mal», penso ella.
– Berit -dijo-, ?sabe que es lo John iba a hacer ayer?
Berit nego con la cabeza.
– ?Tenia que hacer algun encargo, encontrarse con alguien?
Berit no dijo nada.
– Tengo que preguntarselo.
– No se nada.
– ?No dijo nada cuando se fue?
Berit inclino la cabeza y parecio que intentaba recordar que habia pasado el dia anterior. Beatrice podia imaginar que repasaba en su cabeza los ultimos minutos antes de que John desapareciera por la puerta y de su vida para siempre. ?Cuantas veces rememoraria ese dia?
– Estaba como siempre -respondio al fin-. Creo que dijo algo de una tienda de animales. Tenia que ir a comprar una bomba de agua que habia encargado.
– ?Que tienda?
– No lo se. Iba a todas.
Comenzo a sollozar.
– Tiene un acuario bonito de cojones -dijo Lennart-. Salio en el periodico.
Se hizo el silencio.
– Creia que estaba quitando nieve. Hablaba de buscar trabajo con un chapista que conocia.
– ?Con Micke? -pregunto Lennart.
Berit miro a su cunado y asintio. «Micke -penso Beatrice-. Ahora saldran todos los nombres.»
Haver, Beatrice, Wende, Berglund, Fredriksson, Riis, Lundin y Ottosson estaban reunidos alrededor de un bote gigante de galletas de especias. Fredriksson cogio un buen punado y apilo las galletas frente a su taza. «Once», constato Beatrice.
– ?Vas a ser bueno?
Fredriksson asintio ausente. Ottosson, que al parecer ya era lo suficientemente bueno, no cogio ninguna galleta cuando la lata llego a su lado.
– Toma una galleta de especias -dijo Riis.
– No, gracias -repuso el jefe de la brigada.
– Johny murio desangrado -explico Haver de pronto-. Una o mas personas lo apunalaron con un cuchillo u otro objeto punzante hasta que se desangro.
El grupo sentado alrededor de la mesa digirio la informacion. Haver se detuvo. Imagino que sus companeros se hacian una idea del final de la vida de Johny.
– Antes lo golpearon repetidamente en la cara y en el pecho -prosiguio Haver-. Ademas, tenia quemaduras, probablemente de cigarrillo, en brazos y genitales.
– Buscamos a un fumador sadico -apostillo Riis.
– ?No son unos sadicos todos los fumadores? -le pregunto Lundin.
Haver le lanzo una mirada y continuo.
– Probablemente murio entre las cuatro y las ocho de ayer tarde. Es algo dificil precisar la hora teniendo en cuenta que estaba medio congelado.
– ?Tenia alcohol o drogas en la sangre? -pregunto Ottosson.
– Estaba limpio. Lo unico que han constatado es un principio de ulcera de estomago y un higado que podria haber estado en mejores condiciones.
– ?Era alcoholico?
– No, no podemos decir que lo fuera, pero el higado habia trabajado lo suyo -contesto Haver, quien de pronto parecio agotado.
– ?No murio por error? -pregunto Beatrice-. Que se desangrara despues de tantos cortes pequenos apunta a un tratamiento largo. Si alguien quiere matar a una persona con un cuchillo le mete una buena cuchillada.
«Es absurdo», penso Haver.
– Tortura -insistio-. Lo torturaron.
– Era un tipo duro -intervino Ottosson-. No creo que fuera tan sencillo someterlo.
– Eso nunca se sabe -dijo Fredriksson, y se comio la octava galleta-. Una cosa es hacerse el duro sentado a una mesa mientras te interrogan por robo y otro rollo muy distinto es mantener la mascara mientras te torturan hasta matarte.
Ottosson no era de los primeros que solian replicar, pero esta vez se reafirmo.
– Johny era testarudo. Ademas de valiente. A pesar de su tamano nunca se rendia.
– Pero tu no lo has torturado -observo Riis.
Ottosson habia contado que habia interrogado a Johny en varias ocasiones. Estuvo presente en la primera detencion, cuando tenia dieciseis anos, y luego se habian tropezado durante cinco o seis anos.
– ?Es un asunto antiguo o es algo nuevo? -prosiguio Ottosson-. A mi me cuesta creer que Johny estuviera metido en nuevas irregularidades. Tu, Bea, has visto a la esposa y al hijo, y John, al parecer, se ha comportado bien durante los ultimos diez anos. ?Por que iba a fastidiarlo ahora?
Bea asintio y le lanzo a Ottosson una mirada para animarlo a continuar. Le gustaba como hablaba. El ya era historia mucho antes de que ella llegara a la brigada e incluso antes de que empezara en la escuela. Beatrice pensaba que era un hombre inteligente. Cada vez soltaba menos discursos, y justo ahora ella deseaba que el siguiera hablando, pero Ottosson guardo silencio, le quito la ultima galleta a Fredriksson y le lanzo a Beatrice una