el que llevaba la voz cantante, y los detenidos tenian que alzar la cabeza mientras les leia sus derechos. Aquello solia causar una impresion duradera en la mayoria.

En aquel momento la altura no era ninguna ventaja para Hardy. Por lo que veia Carl, aquellas largas piernas paralizadas no podian estirarse. Carl propuso a la enfermera que desmontara el pie de la cama, pero por lo visto sus competencias no daban para tanto.

Hardy no decia nada. Su televisor estaba encendido a todas horas del dia y de la noche, y la gente entraba y salia de la habitacion, pero el no reaccionaba. Simplemente estaba alli, en Hornb?k, en la Clinica para Lesiones de Medula, tratando de sobrevivir. De masticar la comida, mover un poco el hombro, que era lo unico que podia controlar de cuello para abajo, y por lo demas, dejar que las auxiliares manipularan su torpe cuerpo paralizado. Se limitaba a mirar al techo mientras le lavaban la entrepierna, le metian agujas hipodermicas o vaciaban su bolsa de heces. Hardy ya no hablaba tanto, no.

– Ya he vuelto a Jefatura, Hardy -le conto Carl mientras le ajustaba el edredon-. Estan trabajando a tope en el caso. Aunque todavia no han encontrado nada, seguro que echan mano a los que nos dispararon.

Los pesados parpados de Hardy no se movieron. No se digno dirigir la mirada a Carl ni al exagerado y repetitivo reportaje sobre el desalojo de la Casa de la Juventud que estaban dando en las noticias de la segunda cadena de television. Era evidente que todo le daba igual. Hasta su rabia habia desaparecido. Carl lo entendia mejor que nadie. Aunque no se lo mostraba a Hardy, tambien a el le importaba todo un huevo. Era absolutamente irrelevante saber quien les disparo. ?De que iba a valer saberlo? Si no habian sido unos, habrian sido otros. En el mundo habia basura asi de sobra.

Saludo ligeramente con la cabeza a la enfermera que entro con una bolsa de suero llena. La ultima vez que Carl habia estado de visita, ella le pidio que esperase fuera mientras arreglaba al paciente. No le sirvio de nada, y saltaba a la vista que no lo habia olvidado.

– Vaya, ?todavia aqui? -le espeto a Carl con tono cortante, mirando al reloj.

– Me viene mejor antes de ir a trabajar. ?Algun problema?

La enfermera volvio a mirar el reloj. Si, entraba a trabajar mas tarde que la mayoria.

La enfermera tomo el brazo de Hardy y observo la aguja del suero en el dorso de la mano. Despues se abrio la puerta y entro la primera fisioterapeuta. Le esperaba un trabajo duro.

Carl dio una palmada sobre la sabana, donde se dibujaba el contorno del brazo derecho de Hardy.

– Estas tias te quieren en exclusiva, o sea que me largo, Hardy. Manana volvere algo mas temprano y ya hablaremos. Animo, hombre.

Arrastraba el tufo de medicinas cuando salio al pasillo y apoyo la espalda en la pared. Tenia la camisa pegada a la espalda, y las manchas bajo las axilas se extendian por el tejido. Desde el tiroteo le ocurria a la minima.

Hardy, Carl y Anker, como de costumbre, habian llegado al lugar del crimen, en Amager, antes que nadie, y llevaban puestos ya los buzos blancos desechables, la mascarilla, los guantes y la redecilla para el pelo que prescribian las normas. Hacia solo media hora que habian encontrado al anciano con el clavo en la cabeza. El trayecto desde Jefatura era cortisimo.

Aquel dia disponian de mucho tiempo antes del levantamiento del cadaver. Al parecer, el jefe de Homicidios estaba reunido con el Director de la Policia por un asunto de reforma de estructuras, pero seguro que apareceria en cuanto pudiera, acompanado del forense. No habia tramite burocratico que pudiera apartar a Marcus Jacobsen del lugar del crimen.

– En los alrededores no hay gran cosa para los peritos de la policia -dijo Anker pisoteando la tierra, que estaba blanda y resbaladiza por la lluvia caida durante la noche.

Carl miro alrededor. Aparte de los zuecos del vecino, no habia muchas huellas de pies alrededor del barracon, que era de los que vendieron los militares en los anos sesenta. En su epoca los barracones estarian bien, pero al menos aquella casa hacia tiempo que habia dejado de estar presentable. Las vigas del techo estaban hundidas, el tejado de uralita, lleno de grietas, no habia dos tablas sanas en la fachada y la humedad habia dejado su huella. Incluso el letrero de la puerta, donde ponia Georg Madsen escrito en rotulador negro, estaba medio podrido. Y ademas, el muerto apestaba, el hedor se colaba por todas las grietas. En suma, una mierda de casa.

– Voy a hablar con el vecino -resolvio Anker, volviendose hacia el hombre que llevaba media hora esperando. Habia como mucho cinco metros hasta la terraza de su pequena propiedad. Cuando derruyeran el barracon sus vistas mejorarian bastante, sin duda.

Hardy soportaba bien el hedor de los cadaveres. Tal vez porque era mas alto y lo salvaba la distancia, tal vez porque su sentido del olfato estaba menos desarrollado que el de la mayoria. Aquella vez el hedor era especialmente fuerte.

– Como canta el jodido -gruno Carl mientras se calzaban las zapatillas de plastico azul en el pasillo.

– Voy a abrir la ventana -propuso Hardy, entrando en la habitacion que habia junto al claustrofobico recibidor.

Carl atraveso el umbral de la puerta de la pequena sala. La persiana bajada no dejaba pasar mucha luz, pero si la suficiente para ver la figura, que estaba sentada en un rincon, con la piel gris verdosa y surcos profundos en las ampollas que le cubrian la mayor parte del rostro. De la nariz rezumaba un liquido claro de color rojizo y los botones de la camisa estaban a punto de saltar por la presion del tronco hinchado. Sus ojos parecian de cera.

– El clavo de la cabeza se lo han metido con una pistola clavadora Paslode -dijo Hardy por detras mientras se ponia los guantes de algodon-. Esta en la mesa de la habitacion de al lado. Hay tambien una atornilladora- taladradora de bateria, y aun le queda carga. Recuerda que tenemos que averiguar cuanto tiempo pueden estar sin recargar.

Llevaban poco tiempo examinando la casa cuando volvio Anker.

– El vecino lleva viviendo en la casa desde el 16 de enero -conto-. O sea, diez dias, y en ese tiempo no ha visto nunca al difunto salir de casa.

Senalo el cadaver y miro alrededor.

– Se habia sentado en la terraza y estaba disfrutando del cambio climatico, por eso ha reparado en el hedor. El pobre esta bastante conmocionado. Igual deberiamos decirle al forense que le eche un vistazo despues de examinar el cadaver.

Lo que sucedio a continuacion Carl no pudo describirlo despues mas que de forma muy vaga, y se conformaron con eso. Segun la opinion mayoritaria tampoco habia estado consciente. Pero no era cierto. Lo recordaba todo demasiado bien. Lo que pasa es que no queria entrar en detalles.

Oyo que alguien entraba por la puerta de la cocina, pero no reacciono. Puede que fuera el hedor, puede que creyera que habian llegado los peritos.

A los pocos segundos registro con el rabillo del ojo una figura con camisa roja a cuadros que irrumpia en la estancia. Penso que tendria que sacar la pistola, pero no lo hizo. Le faltaron reflejos. Pero si que noto la onda expansiva cuando la primera bala alcanzo a Hardy en la espalda e hizo que cayera, derribando a Carl y dejandolo aprisionado debajo. La enorme presion del cuerpo perforado de Hardy retorcio violentamente la columna vertebral de Carl e hizo que su rodilla crujiera.

Despues llegaron los disparos que alcanzaron a Anker en el pecho y a Carl en la sien. Recordaba con claridad meridiana que estaba tumbado, con un Hardy respirando febrilmente encima, y que la sangre de este manaba de su mono y se mezclaba con la suya en el suelo. Y mientras las piernas de los autores pasaban a su lado, no dejaba de pensar que debia encontrar la pistola.

Tras el yacia Anker en el suelo, tratando de voltear el cuerpo mientras los asesinos charlaban en el pequeno cuarto junto al recibidor. A los pocos segundos entraron de nuevo en la sala. Carl oyo que Anker les daba el alto. Despues se entero de que Anker habia sacado la pistola.

La respuesta a la orden de este fue otro disparo, que hizo estremecerse el suelo y dio a Anker de lleno en el corazon.

Todo sucedio rapidamente. Los asesinos escaparon por la puerta de la cocina, y Carl no se movio. Estaba totalmente quieto. Ni cuando llego el forense dio senales de vida. Despues este y tambien el jefe de Homicidios dijeron que al principio pensaron que Carl estaba muerto.

Carl estuvo un buen rato como desvanecido, con la cabeza llena de ideas angustiosas. Le tomaron el pulso y se llevaron a los tres. No abrio los ojos hasta llegar al hospital. Decian que tenia la mirada muerta.

Pensaban que era por la conmocion, pero era por verguenza.

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