– ?Puedo ayudarlo en algo? -pregunto un hombre con bata que andaria por los treinta y tantos.

Carl se separo de la pared.

– Acabo de visitar a Hardy Henningsen.

– Hardy, si. ?Es usted familiar?

– No, soy su companero. Era el jefe de grupo de Hardy en la Brigada de Homicidios.

– ?Vaya!

– ?Cual es su pronostico? ?Volvera a andar?

El joven medico se retiro un poco. La respuesta era clara. No le incumbia a Carl como iba su paciente.

– Por desgracia, no puedo dar informacion a nadie que no sea pariente cercano. Estoy seguro de que lo entiende.

Carl agarro al medico por la manga.

– Estaba con el cuando ocurrio, ?entiende? A mi tambien me pegaron un tiro. Uno de nuestros companeros murio. Estabamos juntos en aquello, por eso quiero saberlo. ?Volvera a andar? ?Puede decirme eso?

– Lo siento -se excuso el medico, retirando la mano de Carl-. Seguro que por su trabajo puede conseguir informacion sobre la situacion de Hardy Henningsen; yo, al menos, no puedo informarlo. Cada uno tenemos que atender a nuestro trabajo, como debe ser.

El estudiado deje de autoridad medica, la esmerada pronunciacion y las cejas ligeramente arqueadas eran de esperar, pero tuvieron el efecto de la gasolina en el proceso de encendido automatico de Carl. Podria haberle sacudido un sopapo, pero prefirio agarrarlo por las solapas y tirar de el hasta tenerlo pegado a la cara.

– Atender a nuestro trabajo -dijo entre dientes-. Mas vale que cierres ese pico de ninato antes de que te hinches demasiado, ?lo pillas?

Le apreto el cuello, y el medico empezo a ponerse nervioso.

– Cuando tu hija no llega a casa a las diez como deberia, somos nosotros los que salimos a buscarla, y cuando violan a tu mujer o tu BMW de color beis ha desaparecido del aparcamiento tambien nos toca a nosotros. Siempre estamos a tu disposicion, tambien cuando hay que consolarte, ?lo pillas, comemierda? Voy a preguntartelo otra vez: ?volvera a andar Hardy?

El medico respiraba entrecortadamente cuando Carl le solto el cuello.

– Tengo un Mercedes y no estoy casado.

El hombre con bata resplandecia. Creia haber acertado con el registro en que se movia Carl. Probablemente algo que habia aprendido en algun cursillo de psicologia que se habia colado entre las clases de anatomia. Por lo visto le habian ensenado que un toque de humor suele desarmar al contrario, pero aquello no funcionaba con Carl.

– Ve corriendo adonde la Ministra de Sanidad si quieres saber lo que es arrogancia, gilipollas -dijo Carl alejando al medico de un empujon-. Te queda mucho por aprender.

En su despacho lo esperaban el jefe de Homicidios y el pequeno Lars Bjorn. Aquello era una senal inquietante de que el grito de socorro del medico habia traspasado los gruesos muros de la clinica. Los observo un momento. No, parecia mas bien que alguna idea disparatada hubiera invadido sus cerebros de burocrata. Espio las miradas que se dirigian mutuamente. ?Tendria que ver quiza con la ayuda personalizada? ?Lo obligarian una vez mas a ir a hablar con un psicologo acerca de como deben entenderse y combatirse las situaciones postraumaticas? ?Podria soportar una vez mas a un hombre de mirada profunda que queria penetrar en sus oscuros recovecos para que revelara lo que decia y lo que callaba? Se lo podian ahorrar, porque Carl ya lo sabia. El problema que tenia no se resolvia con palabras. Llevaba mucho tiempo en un segundo plano, pero el incidente de Amager habia hecho que se desbordara. Podian irse todos al carajo.

– Bueno, Carl -comenzo el jefe de Homicidios senalandole su silla vacia-. Lars y yo hemos hablado de tu situacion, y creemos que hay motivos para decir que nos pones ante un dilema.

Aquello sonaba a despido. Carl se puso a tamborilear con las unas sobre el borde de la mesa y miro mas alla de su jefe, ?queria despedirlo? No se lo iba a poner facil.

Alzo la vista y miro al parque Tivoli, donde las nubes se amontonaban amenazantes sobre la ciudad. Si lo despedian, queria salir de alli antes de que empezara a jarrear. Nada de perder el tiempo buscando al representante sindical. Iria directamente al sindicato, que estaba al lado, en el H. C. Andersens Boulevard. Despedir a un buen companero a la semana de haber vuelto a trabajar tras la baja, y a los dos meses solamente de que lo tiroteasen y perdiese dos buenos companeros de grupo, le parecia inaceptable. El sindicato de policia mas antiguo del mundo tendria que demostrar que estaba a la altura de las circunstancias.

– Ya se que te pilla algo desprevenido, Carl. Veras, hemos pensado que te conviene un cambio de aires, pero de manera que podamos aprovechar mejor tu excelente talento de policia. De hecho, vamos a ascenderte a jefe de un nuevo departamento, el Departamento Q. Su objetivo va a consistir en investigar casos archivados de interes especial para el bien publico. Casos de especial importancia, podriamos decir.

Ahi va la virgen, penso Carl, echandose hacia atras en la silla.

– Llevaras el departamento tu solo, pero ?quien mejor que tu para eso?

– ?Cualquiera! -contesto Carl, mirando la pared.

– Escucha, Carl: has pasado por un periodo duro, y este puesto te viene como anillo al dedo -insistio el subinspector.

?Que cono sabra ese pardillo de eso?, se pregunto Carl.

– Vas a tener una autonomia total. Vamos a seleccionar unos cuantos casos tras consultar con los jefes de policia de los distritos, y despues tu decidiras en que orden y con que metodologia los investigas. Tienes una cuenta de gastos, nos basta con que hagas un informe mensual -anadio su jefe.

Carl arrugo el entrecejo.

– ?Los jefes de policia, dices?

– Si, los casos abarcan todo el pais. Por eso tampoco puedes seguir trabajando con tus antiguos companeros. Hemos habilitado un nuevo departamento en Jefatura, pero separado de nosotros. En este momento estan instalando tu despacho.

Buena jugada, asi se libran de oir mas quejas, penso Carl.

– Bueno, y ?se puede saber donde esta ese despacho? No sera el tuyo, ?verdad? -fue lo que dijo.

La sonrisa del jefe se hizo algo forzada.

– ?Que donde esta tu despacho? Pues de momento en el sotano, pero quiza podamos cambiarlo de sitio mas adelante. Por el momento vamos a ver como funciona. Porque si el porcentaje de casos resueltos es minimamente aceptable, la situacion puede variar.

Carl volvio a mirar hacia las nubes. En el sotano, decian. O sea que el plan era machacarlo. Querian volverlo loco, recluirlo, aislarlo y hacer que se deprimiera. Como si hubiera alguna diferencia entre hacerlo aqui arriba o alli abajo. De todas formas, hacia lo que le daba la gana, que consistia en no hacer nada de nada, en la medida de lo posible.

– Por cierto, ?que tal Hardy? -pregunto su jefe despues de una larga pausa.

Carl dirigio la mirada hacia su jefe. Era la primera vez que le preguntaba por Hardy en todo el tiempo transcurrido desde el tiroteo.

Capitulo 5

2002

Por la noche Merete Lynggaard recuperaba su vida privada. Por cada linea discontinua que desaparecia bajo el coche camino de casa, iba dejando atras elementos de si misma que no encajaban en la vida tras los tejos de Magleby. En el mismo instante en que doblaba hacia los grandes campos apacibles de Stevns y atravesaba el puente sobre el riachuelo Tryggevaelde, se sentia transformada.

Uffe estaba como siempre sentado en el sofa con el te frio junto al borde de la mesa baja, banado en la luz

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