captar vistazos de los elusivos cazadores.
Isabella justo estaba empezando a respirar de nuevo cuando sintio la perturbacion en el aire. Levanto la vista hacia el cielo, esperando ver algun depredador en lo alto, pero la unica cosa que habia eran los blancos copos flotando hacia abajo. De todos modos, ella y los hombres no estaban solos. Algo aparte de un grupo de leones los habia seguido desde el
Empezo a temblar, su cuerpo reaccionaba a la intensidad de esa animosidad. Era personal… lo sentia. Y algo terrible iba a ocurrir. Estaba indefensa para impedirlo, pero sabia que se acercaba.
Casi al momento los leones empezaron a rugir de nuevo. Las bestias estaban muy cerca, y el sonido fue ensordecedor. Los caballos se espantaron, corcoveando y removiendose, encabritandose y girando, y el caos reino. La pendiente estaba helada, y los animales se deslizaron y tropezaron unos con otros, trompeteando de miedo. Los hombres cayeron a la nieve y se cubrieron las cabezas protegiendose de las pezunas mordaces. La montura de Isabella dio vueltas y se deslizo por la pronunciada cuesta, deslizandose peligrosamente y finalmente perdiendo el equilibrio. Ella intento liberarse, pero fue imposible con los pliegues de su falta, y golpeo el suelo con fuerza, el caballo apaleado y caido le sujetaba la pierna bajo el.
El dolor de su espalda era excecrable, sacando el aliento de su cuerpo y sobrepasando a cualquier dano que pudiera haberse hecho en la pierna. Por un momento no pudo pensar o respirar; solo pudo yacer indefensa mientras el caballo se agitaba desesperadamente, intentando recuperar su asidero.
El capitan salto de la grupa de su montura y cogio las riendas del caballo de Isabella, tirando del animal hacia arriba. El caballo se puso en pie temblando, cabizbajo. El capitan tiro de Isabella sacandola de la nieve, ignorando su inadvertido grito de dolor, empujandola tras el, con la espada desenvainada. El pandemonium los rodeaba, pero el capitan emitio ordenes, y sus hombres atraparon a los caballos que no habia huido en la tormenta, y permanecieron hombro con hombro, una solida pared de proteccion alrededor de Isabella.
– ?Que pasa, Rolando? -pregunto Sergio, sus ojos se esforzaban por ver a traves de la nieve cegadora-. ?Por que nos atacan? No lo entiendo. ?Por que la envia lejos, su unica oportunidad de salvacion? Si ella no fuera la elegida, nunca la habrian dejado atravesar viva el paso.
– No se, Sergio -dijo el capitan-. Le permitieron pasar, despues evitan que se marche. Estamos haciendo lo que desean, llevandola al
Isabella sacudio la cabeza.
– No os estan cazando a
El capitan giro la cabeza para mirarla, sus rasgos muy inmoviles, sus ojos vivos de curiosidad. Se quedo en silencio largo rato, Isabella temio que pensara que estaba loca. Se presiono una mano sobre el estomago indispuesta pero se acerco a el, con la barbilla alta.
– ?De que esta hablando? -exigio el, un hombre al mando, un hombre decidido a cumplir con su deber y necesitado de toda la informacion disponible-. ?Que la esta cazando? No entiendo.
No habia forma de explicar lo que era, porque no lo sabia. Solo sabia que era real y maligno.
– Lo senti antes cuando el halcon del
– Yo no se nada de eso. -nego el capitan, pero miraba a su alrededor cautelosamente. Sus dedos mordieron bruscamente el brazo de Isabella, empujandola mas alla de el. Su unica advertencia. El se coloco directamente delante de ella haciendo que se viera forzada a espiar alrededor de su solida mesa. El aliento abandono sus pulmones en una rafaga continua.
Vio al enorme leon a traves de la nieve. Todo sigilo y poder, con la cabeza gacha, los hombros proyectados, sus ojos llameantes directamente enfocados en ella. El leon parecia fluir sobre el suelo, acechandola en un lento movimiento. Aunque hombres y caballos la rodeaban, la miraba sola a ella, estudiandola con intencion mortal.
Los caballos se encabritaban y retrocedian, arrastrando a sus jinetes con ellos en todas direcciones mientras intentaban escapar. Los hombres se vieron obligados a abandonar sus monturas para protegerse a si mismos y a Isabella. El olor a miedo era pungente. El sudor se desato en sus cuerpos, pero los hombres aguantaron inmoviles en el lugar mientras la tormenta rabiaba a su alrededor.
De repente el leon exploto a una carrera mortal, su velocidad era increible, embistiendo contra el circulo de hombres, golpeando con garras como hojas de afeitar, haciendo que corrieran por sus vidas, dejando un camino despejado hasta el Capitan Bartolmei y Sergio Drannacia, que permanecian hombro con hombro ante Isabella. La bestia salto, cien libras de solido musculo, yendo directamente hacia Isabella. Puro terror encontro una casa en su corazon, en su alma. Se quedo congelada, observando a la muerte ir a por ella.
Un segundo leon emergio de la tormenta, una gran bestia peluda con una espesa melena dorada y negra. Mas grande e incluso mas musculosa, rugio un desafio mientras interceptaba al primer leon, distrayendolo de alcanzar su presa. Los dos leones se estrellaron en medio del aire, chocando con tanta fuerza que el suelo se sacudio. Al momento la lucha se convirtio en una frenetica batalla de dientes y garras. Feroz e hipnotizadora, los rugidos reververaban a traves del aire, atrayendo a otros leones. Ojos llameantes ardieron brillantemente a traves de los copos de nieve.
Isabella estudio al segundo leon atentamente. Estaba bien musculado, vigoroso, y obviamente inteligente. Podia verlo atacar una y otra vez en busca de puntos debiles donde la sangre ya marcaba al otro macho. El sonido de huesos aplastados la hizo estremecer, la horrorizo. Al final, el gran depredador retuvo al leon mas pequeno en sus manos, con los dientes enterrados en su garganta hasta que el animal caido quedo estrangulado.
El Capitan Bartolmei hizo una senal a Sergio.
– ?Ahora! -Ambos saltaron hacia el leon victorioso, con las espadas prestas.
– ?No! -grito Isabella, pasando a los dos hombres para colocar su cuerpo entre ellos y el leon-. Alejaos de el.
Los hombres se detuvieron bruscamente. Cayo el silencio, dejando el mundo blanco, deslumbrante y la naturaleza contuvo el aliento. El leon balanceo su gran cabeza en el morro todavia ensangrentado. Los ojos estaban fijos en ella, llameando hacia ella, de un ambar peculiar que parecia brillar con conocimiento e inteligencia. Con pesar-. No -dijo de nuevo muy suavemente con su mirada atrapada en la del leon-. Nos ha salvado.
Mientras miraba al gran felino, el viento soplo nieve alrededor de ellos, cegandola momentaneamente. Parpadeo rapidamente, intentando aclarar su vision. El viendo soplo la nieve a un lado, y se encontro mirando a unos salvajes ojos ambar. Pero el leon victorioso habia desaparecido. Los ojos ambar pertenecian a un depredador humano. Ya no estaba viendo a un leon irguiendose sobre la bestia caida, sino a
El estomago de Isabella se sobresalto, y su corazon se derritio. Parpadeo para eliminar los copos de nieve de sus pestanas. La forma alta del
El bajo la vista al cuerpo del leon derrotado, y ella vio las sombras en sus ojos. Se agacho junto al gran felino y enterro una mano enguantada entre el espeso pelaje, con la cabeza baja por un momento con pesar. Tras el habia un pequeno ejercito de hombres a caballo.
Camino directamente hacia Isabella y le tomo las manos entre las suyas.
– ?Estas herida, mi senora? -pregunto suavemente, gentilmente, sus ojos ambar capturando los de ella, manteniendola prisionera, haciendo que alas de mariposa revolotearon profundamente en su interior.
Silenciosamente Isabella sacudio la cabeza mientras bajaba la mirada a su mano en la palma de el, casi