Allison Brennan

La Caza

Amigas del FBI, 02?

Titulo original: The Hunt

Traduccion de Alberto Magnet

Para Dan

Agradecimientos

El entrenador de futbol americano Ara Parseghian dijo en una ocasion: «Un buen entrenador es aquel que sabe ensenar a sus hombres el potencial de lo que pueden ser en lugar de conformarse con lo que son». Seria imperdonable de mi parte no dar las gracias en primer lugar a mi editora, Charlotte Herscher, que no solo me mostro las posibilidades de esta historia sino que me dejo encontrar mi propio camino hasta llegar al FIN.

Agradezco a Kevin Brennan, biologo experto en la fauna salvaje, asesor del Departamento de Caza y Pesca de California, la valiosa informacion que me proporciono y todo lo que me enseno sobre el halcon peregrino y las responsabilidades de un biologo dedicado a la conservacion de la fauna. Kevin suele llamar a sus aves con el nombre de su frecuencia de radio, no con un mote.

Una vez mas, agradezco a Wally Lind, de Crime Scene Writers, su gran ayuda en la investigacion de los hechos y en cuestiones de ciencia forense, sobre todo en lo relativo a las armas de fuego y a como se corrompen las pruebas biologicas. Si en algo me he equivocado, seguro que no es por culpa suya.

Ademas de mostrarse muy comprensivo con mis extranos horarios de trabajo, mi marido, Dan, tambien me ha explicado (en numerosas ocasiones) como funciona un motor de coche y como atascar el filtro del combustible. Si no he entendido bien el proceso, se debe a mi bloqueo mental con respecto a todo lo relacionado con la mecanica.

Dan estudio en la Universidad de Montana State-Bozeman y, a traves de sus recuerdos y fotos, me ayudo a ambientar la historia en el condado de Gallatin.

Agradezco tambien a mis primeras lectoras. Kathia, Michele, Jan, Amy y Sharon. A mis correctores, Karin y Edie, que trabajaron con un celo extraordinario para darle forma a este libro. Y, por supuesto, a mis hijos, que ya no aprecian tanto la pizza como antes.

Prologo

No quiero morir.

Respiraba en breves interludios y con la boca abierta, intentando tragar aire y soltarlo entre violentas arcadas. Tragar. Soltar. Concentrarse. ?Corre, Miranda, corre! Pero en silencio. Pie izquierdo, pie derecho. Pie izquierdo. ?No era ese el titulo de uno de esos libros infantiles del doctor Seuss? Casi se le escapo una risilla histerica, pero la reprimio. En silencio. Sobre todo, respirar en silencio.

Miranda hizo una mueca al oir el ruido a sus espaldas. Eran los sollozos de su amiga. Sharon, ?callate! Tenia ganas de gritar. Te oira. ?Nos matara!

Corrio mas rapido, a pesar de que Sharon se iba quedando cada vez mas rezagada. Empezaba a oscurecer. Quedarian unas dos horas, como maximo, para que cayera la noche.

Si no alcanzaban el rio, el las encontraria.

No quiero morir. Soy demasiado joven. Por favor, Dios mio. Solo tengo veintiun anos. ?No morire! Aqui, no, y no de esta manera.

La vista se le nublo con el sudor que le banaba la frente y le caia sobre los ojos. No se atrevia a secarse la cara por miedo a perder el equilibrio en aquel terreno rocoso. Los pies descalzos le dolian con cada pisada, pero estaban tan frios que solo las rocas mas punzantes hacian mella en su entumecimiento. ?Mira por donde pisas! Un solo paso en falso y te romperas la pierna y el te encontrara.

Un eco distante pero familiar llego a sus oidos. Queria detenerse y escuchar, pero no se atrevia a disminuir la marcha. Despues de recorrer otros treinta metros, supo darle un nombre a aquel ruido.

?Agua! ?Agua que fluia!

Tenia que ser el rio. Se lo habia prometido a Sharon, que el rio las conduciria a la libertad. Dio gracias en silencio al profesor Austin y a sus tediosas clases de geologia. Sin ellas, no habria sabido hacia donde correr, ni habria reconocido las senales que indicaban la cercania de un rio. Despues de todos los kilometros que ella y Sharon habian recorrido, seguro que ahora lo conseguirian.

De pronto, oyo un chillido a sus espaldas. Miranda se detuvo ante el grito de sorpresa de Sharon, y se giro con el corazon en un puno. En el suelo estaba su amiga, tendida, medio oculta por la maleza, sollozando de dolor.

– ?Levantate! -la urgio Miranda, atenazada por el panico.

– No puedo -sollozo Sharon, con la cabeza enterrada en la hojarasca.

– Por favor -imploro Miranda, que no queria volver sobre sus pasos. Miro por encima del hombro hacia la libertad. El agua estaba a poca distancia.

Volvio a mirar a Sharon y se mordio los labios. El seguia ahi, en alguna parte. Si ella se detenia a ayudar a su amiga, las mataria a las dos.

Dio un paso hacia el rio. La culpa la detuvo, sintio que le escocia en la espalda. Sabia que sola podia salvarse.

– Sigue -dijo Sharon.

Miranda apenas oyo esa unica palabra. Abrio los ojos, atonita ante lo que implicaba.

– No, sin ti, no. ?Levantate!

Por un instante, Miranda no supo si Sharon no la habia oido porque no queria o por la distancia. Y entonces la chica rubia se fue incorporando lentamente hasta quedar a cuatro patas. La mirada aterrorizada de Sharon se cruzo con la de Miranda. Por favor, Sharon, por favor, pensaba Miranda. Se nos acaba el tiempo.

Sharon se cogio de un arbol pequeno y se puso de pie.

– Vale -dijo-. Vale.

Miranda dejo escapar un suspiro de alivio y Sharon dio un tembloroso paso adelante. Se giro hacia el rio, hacia la libertad.

?Tchac-tchac!

El disparo dejo un eco en el bosque. El batir de alas y los graznidos de los pajaros espantados rompieron el silencio. Ante los ojos de Miranda, el pecho de Sharon quedo abierto y desgarrado. Un rojo intenso, oscurecido

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