aunque habia que admitir que nunca habia sido un Mel Gibson. Siempre habia sido un tipo escuchimizado de rasgos enjutos. La punta de la nariz era protuberante en extremo y constantemente sacaba del bolsillo un panuelo usado hasta la saciedad, lo desdoblada con cuidado y se frotaba la nariz con el, volvia a doblarlo con el mismo cuidado y se lo volvia a meter en las profundidades del bolsillo trasero del pantalon.

Habia llegado Linda. Se sento en el sofa con el cuerpo inclinado hacia delante, dispuesta a protegerme. Asi era como solia sentarse. Linda era una de esas personas que te dispensan una atencion total, sin compartirla con nada mas. Clavaba en ti aquellos ojos grandes y castanos y ya no podias mirar a ningun otro sitio mas que a sus ojos. Reconozco que en esto soy parcial, pero no conozco a nadie tan bueno como Linda. Cursi, si se quiere, pero el solo hecho de que exista Linda hace que yo tenga esperanza en este mundo. Saber que me quiere me devuelve lo que he perdido.

Nos sentamos en la ceremoniosa salita de mis abuelos, una habitacion que yo procuraba evitar por todos los medios posibles. Era rancia y lugubre, el sofa retenia olor a viejo. Me costaba respirar cuando estaba en ella. El sheriff Lowell tardo un rato en situarse. Se sono un par de veces mas y saco un bloc del bolsillo, se mojo el dedo y busco hasta dar con la hoja que buscaba. Con la mas amable de sus sonrisas, empezo el interrogatorio:

– ?Le importaria decirme cuando fue la ultima vez que estuvo en el lago?

– El mes pasado -dijo Linda.

Pero los ojos del hombre estaban fijos en mi.

– ?Y usted, doctor Beck?

– Hace ocho anos.

Asintio con un gesto, como si aquella hubiera sido la respuesta que esperaba.

– Como le dije por telefono, hemos encontrado dos cadaveres cerca del lago Charmaine.

– ?Los han identificado? -pregunto Linda.

– No.

– ?Que extrano!

Lowell se quedo pensativo mientras se inclinaba hacia delante y volvia a sacar el panuelo.

– Sabemos que son hombres, adultos y de raza blanca. Ahora estamos revisando los archivos de las personas desaparecidas. Los cadaveres son antiguos.

– ?Cuanto tiempo? -pregunte.

El sheriff Lowell volvio a buscarme los ojos.

– Seria dificil decirlo. Los medicos forenses siguen haciendo pruebas, pero creemos que llevan muertos por lo menos cinco anos. Y los enterraron bien, ademas. No los habriamos encontrado nunca de no haberse producido un corrimiento de tierras como consecuencia de las intensisimas lluvias y de no haber aparecido un oso con el brazo de un cadaver.

Mi hermana y yo nos miramos.

– ?Como ha dicho? -pregunto Linda.

El sheriff Lowell asintio con la cabeza.

– Si, un cazador disparo a un oso y encontro un hueso junto al cuerpo. El oso lo tenia en la boca. Resulto que era un brazo humano. A partir de aqui iniciamos las averiguaciones. Ha sido laborioso, se lo aseguro. Todavia estamos haciendo excavaciones en la zona.

– ?Creen que puede haber mas cadaveres?

– No podria asegurarlo.

Volvi a sentarme. Linda seguia centrada en el asunto.

– ?Ha venido a pedirnos permiso para excavar en la zona del lago Charmaine?

– En parte, si.

Esperamos a que anadiera algo mas. Se aclaro la garganta y volvio a mirarme.

– Doctor Beck, si no me equivoco, usted pertenece al grupo sanguineo B positivo, ?verdad?

Abri la boca, pero Linda me puso una mano protectora en la rodilla.

– ?Se puede saber que tiene que ver eso con el caso? -pregunto.

– Hemos encontrado otras cosas -dijo Lowell-. En el sitio donde estaban enterrados.

– ?Que cosas?

– Lo siento pero es confidencial.

– Entonces vayase al cuerno -dije.

Lowell no parecio particularmente sorprendido ante mi salida de tono.

– Lo unico que quiero es tratar de…

– Ya se lo he dicho, vayase.

El sheriff Lowell no se movio de su sitio.

– Se que el asesino de su esposa comparecio ante la justicia -dijo- y se que debe de ser muy doloroso para usted tener que remover todas estas cosas.

– No quiera protegerme -dije.

– No es mi intencion.

– Hace ocho anos usted creia que yo la habia matado.

– Eso no es verdad. Usted era su marido. En casos como este, las probabilidades de que un miembro de la familia este involucrado…

– Si no hubiera perdido tanto tiempo con aquel tipejo, quiza la habria encontrado antes… -me eche hacia atras, senti que me ahogaba.

Sali. ?Maldito hombre! Linda salio corriendo detras de mi, pero yo no me detuve.

– Mi deber era agotar todas las posibilidades -continuo con su monotona cantilena-. Las autoridades federales nos secundaban. Incluso su suegro y el hermano de el estaban al tanto de todas las novedades. Nosotros hicimos todo cuanto estaba en nuestra mano.

No podia soportar ni una palabra mas.

– ?Que demonios quiere, Lowell?

Se levanto y se arreglo los pantalones sobre la tripa. Creo que queria aprovechar la ventaja que le daba la estatura. Seguramente para intimidarme.

– Una muestra de sangre -dijo-. De su sangre.

– ?Por que?

– Cuando secuestraron a su esposa, tambien lo atacaron a usted.

– ?A que viene eso?

– Lo atacaron con un objeto de punta roma.

– Es cosa sabida.

– Si -dijo Lowell. Volvio a sonarse, se metio el panuelo en el bolsillo y empezo a pasearse de un lado a otro-. Cuando encontramos los cadaveres, encontramos tambien un bate de beisbol.

Volvi a sentir aquel latido doloroso dentro de la cabeza.

– ?Un bate?

Lowell asintio.

– Enterrado junto con los cadaveres. Un bate de madera.

– No entiendo que tiene que ver esto con mi hermano -intervino Linda.

– El bate tenia manchas de sangre seca. Hemos descubierto que pertenece al grupo B positivo -volvio la cabeza hacia mi-. Su mismo grupo, doctor Beck.

Una vez mas, volviamos sobre lo mismo. El aniversario de la inscripcion en el arbol, el bano en el lago, el ruido de la puerta de un coche, mi frenetica carrera hasta la orilla.

– ?Recuerda haber caido en el lago? -me pregunto Lowell.

– Si.

– ?Y haber oido gritar a su mujer?

– Si.

– ?Y luego se desmayo? ?Y se cayo en el agua?

Asenti con la cabeza.

– ?Que profundidad diria usted que tiene el lago? Me estoy refiriendo al lugar donde usted cayo.

– ?No la comprobaron hace ocho anos? -pregunte.

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