firmemente la boca amortiguo su grito.

Tras el panico inicial, Cronista se quedo quieto y dejo de oponer resistencia. Se quedo tumbado, respirando por la nariz, con los ojos muy abiertos.

– Soy yo -susurro Bast sin retirar la mano.

Cronista dijo algo, pero no se le entendio.

– Tenemos que hablar. -Bast se arrodillo junto a la cama contemplando el oscuro bulto de Cronista, retorcido bajo las sabanas-. Voy a encender la lampara, y tu no haras ruido. ?De acuerdo?

Cronista asintio. Al cabo de un instante, se encendio una cerilla que lleno la habitacion de una luz rojiza e irregular y del acre olor del azufre. Entonces se encendio la lampara, que proyecto una luz mas uniforme. Bast se chupo los dedos y apago la cerilla.

Cronista, un poco tembloroso, se incorporo en la cama y apoyo la espalda en la pared. Llevaba el torso desnudo; con timidez, se cino las mantas alrededor de la cintura y miro hacia la puerta. La pesada comoda seguia en su sitio.

Bast le siguio la mirada.

– Eso es una muestra de desconfianza -dijo con aspereza-. Mas vale que no le hayas rayado el suelo. Esas cosas lo ponen furioso.

– ?Como has entrado? -pregunto Cronista.

Bast agito las manos ante la cara de Cronista.

– ?Silencio! -susurro-. No podemos hacer ruido. Tiene orejas de halcon.

– ?Como…? -empezo a decir Cronista, en voz mas baja; pero se interrumpio y dijo-: Los halcones no tienen orejas.

Bast lo miro sin comprender.

– ?Que?

– Acabas de decir que tiene orejas de halcon. Y eso no tiene sentido.

Bast arrugo la frente.

– Ya sabes a que me refiero. No quiero que sepa que estoy aqui. -Se sento en el borde de la cama y se aliso los pantalones con afectacion.

Cronista agarro las mantas alrededor de su cintura.

– ?Por que has venido?

– Ya te lo he dicho. Tenemos que hablar. -Bast miro a Cronista con seriedad-. Tenemos que hablar de por que has venido.

– Me dedico a esto -dijo Cronista con fastidio-. Recopilo historias. Y cuando tengo ocasion, investigo extranos rumores y compruebo si encierran algo de verdad.

– Y ?que rumor fue el que te trajo aqui? Por curiosidad.

– Por lo visto, te emborrachaste, te pusiste sensiblero y le constaste algo a un carretero. Tuviste un descuido muy tonto, dadas las circunstancias.

Bast miro a Cronista con profundo desprecio.

– Mirame a la cara -dijo como si hablara con un nino-. Y piensa. ?Crees que un carretero podria emborracharme? ?A mi?

Cronista abrio la boca y volvio a cerrarla.

– Entonces…

– El era mi mensaje en la botella. Uno de tantos. Y tu fuiste la primera persona que encontro uno y vino a fisgar.

Cronista se tomo su tiempo para asimilar esa informacion.

– Creia que estabais escondidos los dos.

– Si, claro que estamos escondidos -repuso Bast con amargura-. Estamos sanos y salvos, y el se esta convirtiendo en un mueble mas.

– Entiendo que esto te agobie -dijo Cronista-. Pero la verdad, no entiendo que tiene que ver el malhumor con el precio de la mantequilla.

Los ojos de Bast emitieron un destello de rabia.

– ?Tiene mucho que ver con el precio de la mantequilla! -mascullo entre dientes-. Y es mucho mas que malhumor, ignorante y maldito anbaut-fehn. Este sitio lo esta matando.

Cronista palidecio ante el arrebato de Bast.

– Yo… Yo no…

Bast cerro los ojos y respiro hondo; era evidente que trataba de calmarse.

– Tu no entiendes nada -continuo Bast, como si hablara consigo mismo ademas de con Cronista-. Por eso he venido, para explicartelo. Llevo meses esperando que aparezca alguien. Cualquiera. Incluso si vinieran viejos enemigos a ajustarle las cuentas, seria mejor que ver como se consume. Pero he tenido mas suerte de la que esperaba. Tu eres perfecto.

– Perfecto ?para que? -pregunto Cronista-. Ni siquiera se donde esta el problema.

– Es como… ?Conoces la historia de Martin, el fabricante de mascaras? -Cronista nego con la cabeza, y Bast dio un suspiro de frustracion-. ?Y alguna obra de teatro? ?Has visto El fantasma y la pastora, o El rey del medio penique}

Cronista fruncio el ceno.

– ?No es esa en la que el rey le vende su corona a un nino huerfano?

Bast asintio.

– Y el nino se convierte en un rey mejor que el verdadero. La pastora se disfraza de condesa y todo el mundo queda asombrado por su encanto y su elegancia. -Titubeo, buscando las palabras que necesitaba-. Veras, existe una conexion fundamental entre lo que uno parece y lo que uno es. Todos los ninos Fata lo saben, pero vosotros, los mortales, no lo veis. Nosotros sabemos lo peligrosas que pueden resultar las mascaras. Todos nos convertimos en lo que fingimos ser.

Cronista se relajo un poco, pues pisaba terreno conocido.

– Eso es psicologia elemental. Si vistes a un mendigo con ropa lujosa, la gente lo trata como a un noble, y el mendigo esta a la altura de lo que esperan de el.

– Eso solo es la parte mas pequena -replico Bast-. La verdad es mucho mas profunda. Es… -Bast se atasco un momento-. Todos nos contamos una historia sobre nosotros mismos. Siempre. Continuamente. Esa historia es lo que nos convierte en lo que somos. Nos construimos a nosotros mismos a partir de esa historia.

Cronista arrugo la frente y despego los labios, pero Bast levanto una mano.

– No, escuchame. Ya lo tengo. Conoces a una chica timida y sencilla. Si le dices que es hermosa, ella pensara que eres simpatico, pero no te creera. Sabe que esa belleza es obra de tu contemplacion. -Bast se encogio de hombros-. Y a veces basta con eso.

Sus ojos se iluminaron.

– Pero existe una manera mejor de hacerlo. Le demuestras que es hermosa. Conviertes tus ojos en espejos, tus manos en plegarias cuando la acaricias. Es dificil, muy dificil, pero cuando ella se convence de que dices la verdad… -Bast hizo un ademan, emocionado-. De pronto la historia que ella se cuenta a si misma cambia. Se transforma. Ya no la ven hermosa. Es hermosa, y la ven.

– ?Que demonios quieres decir? -le espeto Cronista-. Solo dices tonterias.

– Lo que digo es demasiado profundo para que lo entiendas -dijo Bast con enojo-. Pero estas a punto de captarlo. Piensa en lo que ha dicho el hoy. La gente lo tenia por un heroe, y el interpretaba ese papel. Lo interpretaba como si llevara una mascara, pero al final se lo creyo. Su ficcion se convirtio en realidad. Pero ahora…

– Ahora la gente ve a un posadero -dijo Cronista.

– No -dijo Bast en voz baja-. La gente veia a un posadero hace un ano. El se quitaba la mascara cuando salian por la puerta. Ahora el se ve a si mismo como un posadero, y lo que es peor: como un posadero fracasado. Ya has visto como se ha transformado esta noche cuando han entrado Cob y los demas. Has visto esa sombra de un hombre detras de la barra. Antes era una interpretacion…

Bast levanto la cabeza, emocionado.

– Pero tu eres perfecto. Tu puedes ayudarlo a recordar como era antes. Hacia meses que no lo veia tan animado. Se que tu puedes lograrlo.

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