«?Simone, la lavanda te esta esperando!»

Abri los ojos. El sol atravesaba el agujero del techo, llenando la habitacion de luz. Mire el cielo azul, a la espera de que me embargara el monotono dolor que me encogia el corazon todas las mananas. Pero no sucedio. En su lugar, me inundo una sensacion diferente. Me pregunte como era posible que estuviera sintiendo aquellos destellos de alegria que encendian mi alma, cuando no habia nada en el mundo por lo que mereciera la pena vivir.

El viento habia desaparecido y el aire era fresco y limpio. Inspire profundamente; note el olor a humedad y a pino, el aroma del otono en la Provenza. Escuche un pajaro cantando en un arbol cercano, tratando de averiguar que tipo de ave era. Despues, percibi otro sonido, como una especie de murmullo. Me sente bruscamente, aguzando el oido. El debil zumbido de un automovil resono en el aire. ?Era la camioneta que se dirigia a Sault? El sonido se hizo mas fuerte. Mire a mi alrededor por la habitacion, en busca de mi vestido. Habia ropa colgada de la comoda que habia rescatado de uno de los dormitorios, pero nada que pudiera ponerme. ?Donde estaba mi vestido? Lo localice colgado detras de la puerta, donde lo habia puesto la noche anterior. Me lo meti por la cabeza y deslice los pies en el interior de los zapatos antes de correr al exterior de la casa.

Todavia no podia ver el coche, pero estaba segura de que se aproximaba hacia la finca. Entonces, aparecio a traves de los arboles del bosquecillo. Un polvoriento Citroen al que le faltaba la rejilla. «?Quien sera?», me pregunte. La mayoria de los automoviles en la aldea empleaban carbon como combustible, pero aquel era un coche de gasolina. El vehiculo se detuvo en el patio. No lograba ver al conductor por el reflejo del cristal. La portezuela se abrio y de el salio Andre.

– ?Andre! -Se me conmovio el corazon al verle. «Se ha enterado de lo que ha pasado -pense-. Se ha enterado y mi querido amigo ha venido a consolarme». Andre dijo mi nombre como respuesta a mi saludo, pero no anadio nada mas. Rodeo la parte delantera del coche y abrio la puerta del copiloto. De ella salio una pierna estirada, despues otra. A continuacion, un baston. Todo comenzo a transcurrir a camara lenta. Andre se inclino para ayudar al hombre vestido con el uniforme de la RAF a salir del coche.

– ?Roger? -susurre.

Ambos se volvieron hacia mi. Contemple al hombre del uniforme de la RAF, tratando de encontrar algun rastro de mi amante en aquella figura demacrada. Le habian afeitado la cabeza y lucia una cicatriz irregular sobre la oreja izquierda. No, no era Roger. Seguramente seria otro militar aliado, quiza algun amigo de Roger que habia acudido a traerme las malas noticias personalmente.

El soldado se coloco el baston en la mano derecha y avanzo cojeando por el monticulo. Andre se quedo junto al coche. Me di cuenta de que al aviador le provocaba un gran dolor caminar por lo mucho que apretaba la mandibula. Deberia haberme acercado para facilitarle la tarea, pero me quede clavada donde estaba. No me sentia capaz de asumir las noticias que me iba a comunicar.

El mensajero levanto la mirada hacia mi.

– ?Donde estan todos los animales? -me pregunto-. Esperaba que a estas alturas ya hubieras montado tu propio zoologico.

En su rostro se pinto una sonrisa y entonces vi mas alla de los estragos de la guerra. Los destellos de alegria que habia sentido aquella manana prendieron una llama dentro de mi alma.

– ???Roger!!!

Corri hacia el sin que mis pies apenas tocaran el suelo y le eche los brazos alrededor de la cintura. Roger me apreto contra su pecho y se inclino para besarme. Sus labios eran suaves, calidos, y estaban vivos. Le bese una y otra vez, como si el fuera la ultima bocanada de oxigeno del mundo. Las lagrimas me caian por las mejillas y se mezclaban con nuestros besos. El sabor de las lagrimas era el de las posibilidades, del regreso del amor y de la risa.

Nos separamos un momento, abrazandonos con la mirada mientras tanto. Debia haberle preguntado que le habia sucedido, como habia escapado del campo de concentracion, pero no encontraba las palabras. Lo unico que sabia era que se habia muerto, y que yo misma tambien habia estado muerta, y que ahora habiamos regresado al mundo de los vivos. Se nos habia concedido otra oportunidad.

Escuche el sonido de un motor y me volvi a tiempo de ver a Andre diciendome adios por la ventanilla del Citroen. Su sonrisa era amable, pero vi que sus ojos se estaban despidiendo de mi. Pense que el corazon me iba a explotar. Le contemple mientras el coche doblaba un recodo del camino y desaparecia por la carretera.

– Gracias a Andre, tenemos esta nueva oportunidad -dije-. Te ha traido hasta mi.

– Es tan tenaz como tu -respondio Roger-. Busco en todos y cada uno de los hospitales hasta que me encontro.

Cerre los ojos, dominada por la sensacion de estar volando. Verdes colinas y bosques surgieron ante mi. Olas que rompian en pristinas arenas niveas de playas virgenes. Me senti como un explorador que llegaba a una tierra mistica. Era hermoso, como si mi alma se hubiera liberado de las ataduras terrenales y pudiera ver el pasado, el presente y el futuro. Habia dolor y tristeza y terror, pero sobre todo habia bondad y amor.

– Creo que estoy sufriendo una alucinacion -dije, abriendo los ojos-. Me parece que he visto Tasmania.

Roger se echo a reir y deslizo los brazos por mi cintura.

Contemple su cara sonriente y descubri que yo tambien estaba sonriendo. Caminamos juntos hacia los restos de la casa. Fuera lo que fuera a lo que tuviera que enfrentarme, ya no lo haria sola. Mi australiano habia regresado. Tal y como habia prometido.

Nota de la autora

Durante la Segunda Guerra Mundial no existio una organizacion unificada conocida como «la Resistencia» en Francia. En el periodo de posguerra ese termino se utiliza de forma general para describir a los grupos aislados de comunistas, socialistas, agricultores, estudiantes y redes de ciudadanos de a pie que emprendieron una amplia gama de actividades en pos de «resistirse» a la ocupacion nazi de su pais. Estas personas y grupos hicieron de todo: desde editar periodicos clandestinos, ocultar a soldados aliados, crear lineas de huida para los judios, hasta realizar actos de sabotaje y tomar parte en el combate. Sin embargo, para simplificar, yo he utilizado el termino «la Resistencia» para describir la causa de cuyo lado se pone Simone Fleurier cuando se une a la red de ayuda a los huidos.

Parte del placer de escribir La lavanda silvestre que ilumino Paris ha residido en poner a mis personajes de ficcion entre los verdaderos personajes de Paris y Berlin de esa epoca, como Jean Renoir y el conde Harry Kessler. Espero que los lectores familiarizados con los diferentes movimientos artisticos y sociales de la Europa entre los anos veinte y la Segunda Guerra Mundial encuentren satisfaccion al ubicar a los personajes reales entre los de ficcion. Por supuesto, el Folies Bergere y el Casino de Paris fueron famosos teatros de variedades de la epoca. El Adriana y su empresario teatral, Regis Lebaron, y su director artistico, Martin Meyer, son creaciones de mi imaginacion.

En la medida de lo posible, he tratado de ser fiel a la consecucion de los acontecimientos historicos, pero hay un momento en el que he cambiado un ano. La produccion del Folies Bergere de La Folie du Jour, protagonizada por Josephine Baker, y el litigio entre Mistinguett y las hermanas Dolly en realidad tuvieron lugar en 1926, pero he situado ambos acontecimientos un ano mas tarde y en 1925 respectivamente para que cuadraran con la historia.

Desde luego, escribir La lavanda silvestre que ilumino Paris ha resultado ser un viaje revelador y delicioso, y espero que leerla les haya proporcionado

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