segura, porque no lo habria olvidado.

El hechizo se rompio cuando camino hacia ella con la facilidad de quien no tiene el menor impedimento fisico. Era alto, atractivo, de hombros anchos; el hombre mas sano que habia visto en mucho tiempo, lo cual contribuyo a aumentar sus sospechas anteriores. ?Que estaria haciendo en un lugar tan remoto y oscuro como Little Longstone en lugar de vivir en Brighton o en Bath, mucho mas animados?

Se detuvo frente a ella e hizo una reverencia.

– Permitame que me presente. Soy Simon Cooper, su nuevo vecino… al menos durante la proxima quincena. Encantado de conocerla, senora Ralston.

Genevieve se descubrio admirando aquellos ojos verdes con un destello inexplicable que encendio su cuerpo y llevo calor a zonas que no lo conocian desde hacia tiempo. Sin embargo, intento convencerse de que no se sentia atraida por el y se miro las manos. No volveria a mantener una relacion amorosa.

– El placer es mutuo, senor Cooper.

El hombre le ofrecio el ramo de rosas que llevaba.

– Son para usted.

Simon sonrio y Genevieve penso que tenia una boca preciosa. El tipo de boca que parecia firme y suave, seria y sensual al mismo tiempo. Ademas, sus labios bien formados parecian saber besar. Extremadamente bien.

Tras una duda breve, alcanzo las rosas con mucho cuidado de evitar el contacto fisico, como de costumbre. Sin embargo, el movio la mano y se rozaron un momento. Genevieve se estremecio y retrocedio varios pasos.

– Muchas gracias -murmuro-. Tengo debilidad por las rosas.

Cruzo por la alfombra persa y tiro del cordon para llamar a Baxter. Su criado aparecio inmediatamente y ella introdujo la nariz entre las flores para ocultar su sonrisa; era obvio que Baxter se habia quedado en el corredor, escuchando, por si tenia que intervenir y sacar al senor Cooper por la fuerza.

Le dio las flores y dijo:

– Sera mejor que las pongamos en un jarron. Senor Cooper, ?le apetece un te?

– Si, por favor.

Genevieve lanzo una mirada de advertencia a Baxter, que salio de la habitacion a reganadientes.

Cuando se volvio hacia su visitante, lo encontro mirando la puerta con humor.

– Parece que a su mayordomo le gustaria incinerarme con la mirada.

– Es muy protector.

– No lo habia notado -ironizo.

El hecho de que el senor Cooper encontrara a Baxter mas divertido que amenazador le pico la curiosidad. Se acerco a las sillas que estaban frente a la chimenea, donde ardia un fuego, y lo invito a acomodarse antes de sentarse en su mecedora favorita.

– Sientese, se lo ruego.

– Gracias.

Ella lo observo mientras el se sentaba y noto sus piernas largas y musculosas bajo los pantalones y la forma en que su chaqueta azul acentuaba la anchura de sus hombros. Era un caballero extremadamente bien formado.

Cuando alzo la vista, vio con la miraba con mas intensidad de la que ninguna mujer habria podido soportar. Si hubiera sido capaz de ruborizarse, lo habria hecho. Como no lo era, respondio a su escrutinio del mismo modo. Un hombre que miraba como el, estaria acostumbrado a la atencion femenina.

– ?Que le trae a Little Longstone, senor Cooper?

– Unas vacaciones cortas. Mi patron ha contraido matrimonio recientemente y se ha marchado de luna de miel al continente -contesto con una sonrisa de humor-. No alcanzo a comprender por que no ha querido que lo acompanara, pero asi son las cosas. Decidi aprovechar la ocasion para descansar un poco.

Genevieve sabia que estaba bromeando, pero supuso que su patron no querria que aquel hombre se acercara demasiado a su flamante esposa.

– ?Y por que ha elegido nuestro pueblo?

– El doctor Oliver es un viejo conocido mio y tuvo la amabilidad de ofrecerme su casa de campo. Ardo en deseos de disfrutar del aire libre.

– Ha sido muy generoso por su parte. Espero que le vaya bien…

– Si, desde luego. Su esposa espera su primer hijo para la proxima primavera.

Genevieve sonrio.

– Que encantador. Le escribire para felicitarlo. Pero digame, ?a que se dedica en Londres, en la capital?

– Soy administrador del senor Jonas Smythe. Tal vez haya oido hablar de el… Es de los Jonas Smythe de Lancashire.

Genevieve sacudio la cabeza. Cuando estaba con Richard, solo prestaba atencion a los nombres y a las cosas de la elite londinense, pero nada mas.

– Me temo que no. No he estado nunca en Lancashire y hace varios anos que no viajo a Londres -le confeso.

– ?Crecio en Little Longstone?

Ella penso que si hubiera crecido alli, su vida habria sido muy diferente.

– No, ni mucho menos. Llegue hace unos cuantos anos.

– ?Y que la hizo elegir este sitio?

Genevieve decidio decir la verdad.

– La proximidad a las aguas termales. Son muy terapeuticas. Ademas, me enamore enseguida de los bosques y de la tranquilidad del pueblo.

– ?Y el senor Ralston? ?Tambien disfruta de los manantiales?

Ella dudo. Era una pregunta perfectamente normal, pero habia algo en la intensidad de su mirada, o tal vez en el tono de su voz, que le hizo desconfiar. Parecia como si no le interesara por simple curiosidad y por darle conversacion; como si tuviera un interes personal en el asunto; como si la encontrara atractiva.

Decidio que no podia ser y penso que se habria equivocado. Llevaba tanto tiempo sin disfrutar de la compania de un hombre joven que quiza empezaba a malinterpretar los codigos de los caballeros.

– Lamentablemente, el senor Ralston no esta con nosotros.

Genevieve contesto lo que siempre contestaba cuando formulaban esa pregunta. No era la verdad; pero en cierto modo, tampoco era mentira: el senor Ralston no estaba con ellos porque nunca habia existido.

Ella solo se habia enamorado una vez en su vida, de Richard; y el no le habia ofrecido el matrimonio. Por supuesto, siempre habia sabido que los hombres de su categoria no se casaban con sus amantes; podian entregarles su corazon, pero solo podian dar su apellido a mujeres de su misma clase social. Genevieve habia inventado lo del marido muerto porque sabia que nadie sospecharia de una viuda que vivia sola en el campo.

– ?No esta con nosotros? -pregunto el-. ?Quiere decir que ha salido?

Ella sacudio la cabeza.

– No. Fallecio.

La expresion de Simon se volvio solemne.

– La acompano en el sentimiento.

– Gracias. Ha pasado mucho tiempo desde entonces.

– ?Mucho tiempo? -pregunto, devorandola con la mirada-. En tal caso, se debio de casar cuando solo era una nina…

Genevieve supo esta vez que estaba coqueteando con ella. Aunque no lo practicara desde hacia anos, no habia olvidado ese juego.

Aquello, naturalmente, alimento aun mas su curiosidad. Richard habia sido el ultimo hombre que se habia interesado por ella. Pero al bajar la mirada y ver los guantes de sus manos, recordo lo sucedido con su amante y se dijo que habia aprendido la leccion. Aunque el senor Cooper se sintiera atraido por ella, su deseo se extinguiria rapidamente si llegaba a contemplar la imperfeccion de sus manos.

– Murio poco despues de casarnos -mintio-. ?Y usted, senor Cooper? ?Esta casado?

– No, El trabajo con el senor Jonas Smythe me obliga a viajar con frecuencia y no me permite establecer relaciones duraderas… Por lo visto, estoy condenado a no poder disfrutar de los favores femeninos -bromeo.

Genevieve ahogo una carcajada en la garganta. Estaba segura de que Simon Cooper gozaba del favor de

Вы читаете Caricias de fuego
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×