– Estaba tan preocupado por Sarah que lo he olvidado.

Paul regreso justo en ese momento con una manta para cubrir el cuerpo de Berwick. Despues de que se fuera, Matthew miro a Sarah.

– ?Lista?

– Totalmente.

El miro a Daniel.

– Deseanos suerte.

Juntos, Sarah y el se arrodillaron ante la pequena abertura, y deslizaron las manos dentro.

Y no tocaron nada.

– Esta… esta vacio -dijo Sarah con la voz llena de decepcion.

Matthew rebusco en el estrecho lugar una vez mas, pero no cabia duda de que estaba vacio. Daniel le puso la mano sobre el hombro.

– Lo siento, Matthew. Te vere en la casa.

Despues de que los pasos de Daniel se desvanecieran, Matthew ayudo a Sarah a ponerse en pie.

– Lo siento, Matthew -dijo ella con los ojos anegados de lagrimas.

– Yo tambien, pero cuanto mas lo pienso, incluso sin haber llegado a encontrarlo, ese oro me ha hecho rico. Porque sin el, jamas te habria conocido. Y tu vales tu peso en oro.

– No lo valg… -se interrumpio bruscamente para quedarse mirando fijamente por encima del hombro de Matthew.

– ?Que? -le pregunto el, girandose.

– La fuente. El disparo de Berwick le dio a la jarra de Flora.

El sacudio la cabeza mientras observaba el dano producido en la jarra.

– Mi madre adoraba esa estatua. Mi padre la mando hacer para ella.

Sarah lo miro.

– Como la rosaleda.

– Si.

– Lo que explicaria lo que te dijo sobre la fleur de lis. -Sarah se inclino hacia delante y sumergio los dedos en el agua de la fuente, luego metio el resto del brazo-. Matthew, mira.

Tenia los ojos clavados en el fondo de la fuente. Matthew siguio la direccion de su mirada y se quedo paralizado. Como el alcanzaba mejor, metio la mano bajo el agua hasta el codo y cogio una brillante moneda de oro. Luego saco la mano del agua y abrio la palma de su mano.

– Un soberano de oro -dijo Sarah con voz impresionada y excitada.

Inmediatamente comenzaron a buscar en el resto de la fuente. Tras varios segundos, Matthew levanto la vista. Curvo los labios con una lenta sonrisa.

– Sarah, creo que mi padre no dijo «parra». -Cuando ella levanto la mirada del agua, el senalo con la cabeza hacia la jarra rota-. Creo que dijo «jarra».

Mientras lo decia, se metio dentro de la fuente y se puso de puntillas. Agarrandose a la jarra, miro dentro.

– ?Y? -dijo Sarah con impaciencia-. ?Hay algo ahi dentro?

Ignorando el chorro del agua, Matthew metio el brazo dentro de la vasija ligeramente inclinada. Cuando saco la mano dijo:

– ?Te acuerdas de que te dije que valias tu peso en oro? Pues al parecer tenemos, literalmente, tu peso en oro.

Abrio la mano y dejo caer un punado de monedas de oro en el agua de la fuente.

Sarah lo miro con los ojos brillantes y pregunto jadeando:

– ?Hay mas?

– Carino, esta llena.

Con un grito de alegria, Matthew bajo al suelo y la cogio entre sus brazos para estrecharla con fuerza.

– Lo hemos encontrado -dijo el, puntualizando cada incredula palabra con un beso-. No me lo puedo creer.

– Que ironia que fuera el disparo de Berwick el que nos diera la pista final -dijo Sarah dichosa.

– Si, aunque estoy seguro de que lo hubieramos encontrado de todas formas siendo tan brillante como eres.

– Fuiste tu quien dedujiste lo de «jarra».

– Despues de que tu llegaras a la conclusion de que el dinero estaba dentro de la fuente.

– Lo que demuestra, supongo, que juntos somos invencibles.

– No solo invencibles, carino. Somos perfectos.

Ella sonrio.

– No me sorprende, sabiendo como se que eres el Hombre Perfecto.

– Pues entonces no hay duda de que hacemos buena pareja, sabiendo como se que eres la Mujer Perfecta.

Ella sacudio la cabeza y se rio.

– No puedo encontrar ni una sola razon para que digas eso.

Matthew la sujeto entre sus brazos y con una sonrisa tan amplia como la de ella dijo:

– No te preocupes, carino. Yo encontrare suficientes razones para los dos.

Dos dias despues de descubrir el oro, Sarah se apresuro para entrar en su dormitorio de Langston Manor. Matthew le habia pedido que se reuniera con el en la entrada principal de la casa a eso de las dos de la tarde, una invitacion que avivo su curiosidad puesto que se habia negado a ofrecerle ninguna pista sobre el tema.

Los ultimos dos dias habian sido muy ajetreados, especialmente para Matthew. Tras tratar con el magistrado, habia viajado a Londres para saldar las deudas de su padre, las cuales no solo habia pagado por completo, sino que ademas disponia de una liquidez sustancial.

Se habian marchado todos los invitados excepto Carolyn; que se habia quedado con Sarah para ayudarla a preparar la discreta boda que tendria lugar dentro de una semana. Cuando Matthew habia llegado de Londres unas horas antes, la habia sorprendido con el mejor regalo que podria haberle hecho al abrir la puerta del carruaje para mostrarle a Desdemona con un resplandeciente lazo de color lavanda alrededor del cuello. Mientras su adorada perra y ella se reunian en medio de risas y alegrias, Matthew le explico que se habia detenido en su casa para recoger a la perra.

Cuando se la presentaron a Danforth los dos perros se olisquearon a fondo. Desdemona ladro una vez y se relamio. Danforth ladro dos veces y se relamio. Y luego se sento sobre el rabo de Desdemona, que gruno con aprobacion.

Matthew se rio y dijo.

– Yo se lo ensene.

Y al parecer, ahora tenia otra sorpresa para ella, aunque no podia imaginarse nada mas maravilloso que llevarle a Desdemona.

Cuando ella salio unos minutos mas tarde, Matthew, controlando con una mano las riendas de su caballo castrado, Apolo, sonrio mientras la saludaba.

– Justo a tiempo.

Ella le devolvio la sonrisa, pero miro al caballo con desconfianza.

– ?Vas o vienes?

– Voy. Esperaba que te unieras a mi.

– ?Para que?

– Para ir al pueblo. -La miro con seriedad a los ojos-. Pense que si venias conmigo a caballo, podriamos de esa manera deshacernos de nuestros malos recuerdos a la vez. Y crear unos recuerdos nuevos y felices, juntos.

Ella paso la mirada de el a su caballo y viceversa.

– Como matar dos pajaros de un tiro.

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