panuelo-. Ya se sabe que estas cosas constrinen el paso del aire. Seguramente tambien deseara arreglarse el vestido. -Philip movio las manos alrededor del cuello.

Al bajar la barbilla, ella se dio cuenta con disgusto de que tenia el chal abierto y echado a un lado, exponiendo un buen trozo de piel que, aunque no era indecente, dejaba ver una parte mucho mas amplia de su seno de lo que normalmente debe exponerse a la luz del dia.

Ella le lanzo una mirada feroz, pero los labios de el se curvaron hacia arriba en una sonrisa impenitente.

– No me apetecia quedarme con una mujer asfixiada entre las manos.

Cualquier gratitud que hubiera abrigado hacia el por su ayuda se evaporo al instante.

– Yo solamente me sentia levemente mareada, senor…

– Me alegro de que finalmente lo admita.

– …y por lo tanto no era en absoluto necesario que me liberase de ese modo de mi vestimenta.

– Ah, entonces supongo que no deberia haberle quitado las ligas.

A Meredith se le salieron los ojos de las orbitas, y aquel gamberro sin modales aun se permitio el lujo de guinarle un ojo.

– Estaba bromeando, miss Chilton-Grizedale. Solo intentaba devolverle un poco de color a sus palidas mejillas. Nunca me atreveria a tocar sus ligas sin su consentimiento. Seguramente.

El calor le subia por el cuello. Ese hombre era peor que insufrible, era incorregible. Grosero.

– Puedo asegurarle que nunca recibira ese consentimiento. Y ademas, un caballero nunca deberia decir cosas tan escandalosas.

– Estoy seguro de que tiene razon -contesto el haciendo aparecer de nuevo el hoyuelo en sus mejillas.

Antes de que ella pudiera idear una replica, Philip se levanto. Se acerco a una jarra de ceramica que estaba sobre el escritorio y vertio un poco de agua en un vaso de cristal. Se movia con agil elegancia. Y el saber que el le habia desatado y quitado el gorro, le habia abierto el chal, y que sus dedos seguramente se habrian posado en su cuello y tocado su pelo, hizo que de nuevo se sintiese acalorada; con un calor encendido que decididamente la hacia sentir algo que estaba mas alla del disgusto.

Volvio a su lado y le dio el vaso.

– Beba esto.

Resistio como pudo la tentacion de lanzarle el contenido del vaso a la cara. El liquido tibio se deslizo por su reseca garganta, y empezo a asimilar el hecho de que se habia desmayado, por primera vez en su vida. Estaba claro que el la habia tomado por una tonta sin voluntad. En sus veintiocho anos de vida habia pasado por cosas mucho peores, y se habia recuperado de peores momentos sin haber sucumbido a ese tipo de situaciones blandengues. Pero, por el amor de Dios, esta situacion de ahora era desastrosa.

Lady Sarah habia abandonado a lord Greybourne en el altar, en unas circunstancias que iban a provocar escandalo. Pero lo peor del caso, desde el punto de vista de Meredith, era que la boda en cuestion -la boda mas comentada y esperada en muchos anos- habia sido organizada por ella en persona. Y por mucho que deseara lo contrario, todos los miembros de la alta sociedad recordarian ese detalle. Se acordarian de eso y la injuriarian por eso. La maldecirian por haber organizado una boda tan inaceptable, tal y como lord Ravensly y lord Hedington habian hecho hacia apenas un momento.

Todos sus grandes planes de futuro se evaporaban como el humo que sale por el cuello de una tetera. La reputacion y la respetabilidad por las que tanto habia luchado, que tanto habia intentado conseguir, se tambaleaban al borde de la extincion. Y todo por culpa de el.

Su mirada se paseo por la habitacion, y por primera vez se dio cuenta de que ella y lord Greybourne estaban solos. Una nueva faceta de su desastre que podia acabar en catastrofe.

– ?Donde estan lord Hedington y su padre?

– Han ido a anunciar a los invitados que lady Sarah esta enferma y que, por lo tanto, la boda no podra tener lugar hoy. -Dejo escapar un largo suspiro-. Es curioso como dos sentencias que son verdaderas pueden dar como resultado una mentira.

– No es una mentira -dijo Meredith colocandose apresuradamente el chal y arreglandose los negros faldones del vestido-. Yo prefiero llamarlo una omision de ciertos hechos pertinentes.

El ladeo la cabeza y se quedo mirandola.

– Una definicion que se parece bastante a la definicion de «mentira».

– En absoluto -respondio Meredith energicamente-. Una mentira es hacer afirmaciones falsas. No decir todo lo que se sabe no es mentir.

– En realidad creo que se llama «mentira por omision».

– Parece que posee usted una conciencia hiperactiva, lord Greybourne. -Al menos podia estar agradecida de que tuviera conciencia, aunque mas bien hubiera imaginado que esta era para el una reliquia polvorienta.

– Mas bien se trata de que mis actos y mis definiciones esten claramente en consonancia.

– Sera a causa de su naturaleza cientifica.

– Si. -El sonido apagado del murmullo de la gente llego hasta la habitacion. Lord Greybourne se levanto y se acerco a la ventana. Sus labios se estiraron-. La gente esta saliendo de la iglesia. Esta claro que ya se ha hecho el anuncio. -Por unos momentos parecio que se habia perdido en sus pensamientos, pero de repente sus ojos se quedaron fijos en ella-. Estaba pensando que este episodio no presagia nada bueno para su negocio de casamentera.

Meredith lo miro fijamente, dandose cuenta de que su posicion junto a la ventana lo banaba con un halo de luz dorada -lo cual era toda una hazana para un hombre al que ella miraba como si fuera el propio diablo.

– ?No presagia nada bueno? -Estuvo a punto de reirse de su forma de subestimar los hechos-. Una ruina de proporciones colosales describiria mejor el futuro de mi negocio de casamentera.

No creyo que fuera necesario matizar la obviedad de que ese completo desastre era culpa suya y de su desgraciado maleficio. ?Habria alguna manera de arreglar eso? Se mordio por unos instantes el labio inferior y una posible solucion aparecio en su mente.

– Estoy segura de que estamos de acuerdo en que la cancelacion de la ceremonia de hoy es problematica, no solo para mi, sino para todas las personas relacionadas -dijo ella-. Pero si, de alguna manera, usted y lady Sarah se fueran a casar en una fecha futura, preferiblemente pronto, eso haria que se disipara cualquier escandalo, y todos deberian reconocer que de hecho he organizado una boda maravillosa.

– Estoy de acuerdo con su teoria -dijo el asintiendo con la cabeza mientras se acariciaba la barbilla-. Sin embargo, se ha olvidado del maleficio.

Estuvo pensando si comentarle sin rodeos lo que pensaba de ese maleficio. Aunque estaba claro que su escepticismo podia verse desde fuera, pues el anadio:

– Solo porque no podamos ver o tocar algunas cosas, eso no las hace menos reales, eso no significa que no existan. -Se acerco a ella, y ella tuvo que forzarse a mantenerse quieta y no retirarse de su lado. Su expresion era muy seria y sus ojos la miraban con mucha intensidad desde detras de los cristales de sus gafas-. En todas las religiones del mundo existe una gran variedad de dioses que no se pueden ver. Yo no puedo ver ni tocar el aire que hay en esta habitacion, pero el hecho de que pueda respirar me dice que ese aire esta aqui.

Al oir estas palabras, ella respiro involuntariamente y se dio cuenta de que el aire que no podia ver ni tocar olia igual que lord Greybourne: fresco, limpio y masculino. Y cargado de potenciales y desastrosos escandalos.

– Estoy segura de que sera usted capaz de encontrar un remedio o una cura, o cualquier cosa que se tenga que hacer para solucionar ese tipo de cosas. Parece usted una persona brillante.

Sus labios se contrajeron nerviosamente.

– Pues, gracias. Yo…

– Aunque sus modales y su presencia necesitan una inmediata restauracion. Hace falta trabajar para corregir el dano que han producido en usted tantos anos lejos de la sociedad civilizada, antes de la nueva fecha para su boda con lady Sarah.

– ?Y que es concretamente lo que esta mal de mi presencia? -espeto el arqueando una ceja.

Ella puso una expresion altiva y fue contando con los dedos a medida que hablaba.

– Pelo demasiado largo y despeinado. Panuelo desastroso. Chaqueta parcialmente desabrochada. Cuello de la camisa arrugado, punos demasiado largos. Botones del chaleco sucios, pantalones demasiado ajustados, botas rozadas. ?No tiene usted un ayuda de camara?

El murmuro algo que sonaba sospechosamente como «menudo pedazo de autoritaria».

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