– ?Que procedamos?

– Si. ?Le importa pasarme el batin?

Ella dudo por un momento, pero hizo lo que el le pedia. Sostuvo el batin negro de seda detras de el y miro hacia otro lado haciendo un gesto tan brusco y exagerado que a el le parecio oir que le crujia el cuello.

Sintiendo que habia recuperado el control sobre si mismo y sobre la situacion, Stephen deslizo con cuidado los brazos dentro de las mangas del batin, quejandosele las costillas con cada movimiento. Despues de atarse el cinturon alrededor de la cintura, acerco lentamente las piernas al borde de la cama y, apoyandose en los brazos de Hayley, bajo las piernas y se sento.

Le asalto un fuerte mareo. Una nausea le atenazo el estomago y, durante un horrible momento, le parecio que se iba a caer. Apreto los dientes e inspiro lentamente, todo lo profundamente que le permitian sus doloridas costillas. Al cabo de varios minutos, cesaron los mareos y las nauseas.

Haciendo acopio de todas sus fuerzas, se agarro a los brazos de Hayley y se levanto, temblando constantemente. Sus malditas piernas parecian de mantequilla, y se vio obligado a apoyarse en los hombros de Hayley para seguir en pie. Ella lo rodeo con el brazo por la cintura y lo sujeto hasta que el se sintio lo bastante estable.

Cuando el dejo de tambalearse, ella le pregunto:

– ?Que tal?

Stephen la miro y casi vuelve a perder el equilibrio cuando se encontro mirandola directamente a los ojos.

– ?Dios mio! ?Cuanto mide?

Ella levanto las cejas. Su azoramiento parecia haber desaparecido.

– Un metro ochenta, aproximadamente. ?Y usted…? ?Cuanto mide usted?

– Casi un metro noventa. -Stephen la miro fijamente, boquiabierto. Nunca habia visto una mujer tan alta y tan fuerte. Era toda una atleta. Las mujeres de la ciudad con quienes el se relacionaba eran todas bajitas, y tambien lo eran sus amantes. ?Quien habia oido hablar alguna vez de una mujer que midiese un metro ochenta de estatura? Pero, a pesar de ello y de su ropa nada llamativa, desprendia una delicada elegancia femenina.

– Bueno, es una verdadera delicia encontrar a alguien mas alto que yo. No lo son muchos hombres, ?sabe?

– Si, me lo puedo imaginar.

Con sus rostros separados por solo unos centimetros, Stephen vio claramente que, en vez de sentirse ofendida, ella parecia encontrar graciosos sus comentarios.

– Creame. Estoy bastante acostumbrada a mi inusual estatura, pero, aunque puede darme cierto aire desgarbado, de toda la gente, usted es quien mas deberia alegrarse de que sea tan alta. No podria haber cargado a un hombre corpulento como usted cuesta arriba si hubiera sido bajita. Lo cierto es que mi estatura solo representa un impedimento en la pista de baile, ya que a menudo saco una cabeza a mis parejas. Puesto que no voy a muchos bailes y raramente me piden para bailar, no es algo que me preocupe demasiado.

Stephen escuchaba las palabras de Hayley solo a medias, concentrado como estaba en no tropezar con sus propios pies. Se apoyo en los hombros de Hayley y ella lo sujeto con ambas manos por la cintura para ayudarle a sostenerse en pie. El noto la calidez de sus palmas a traves del fino batin de seda. Con aquellos labios tan increiblemente carnosos enfrente de el y aquellos seductores y acuosos ojos mirando a los suyos, una repentina oleada de sangre le inundo los genitales. Se solto de ella tan rapidamente que por poco se cae.

– ?Cuidado! -Le advirtio cogiendolo con mas fuerza por la cintura-. Apoyese en mi y tal vez logremos dar algunos pasos.

Apretando los dientes, Stephen se apoyo en el hombro de Hayley y dio un paso de prueba. Fueron avanzando, poco a poco, pero al final consiguieron dar una vuelta a la alcoba. Luego ella le ayudo a sentarse en el borde de la cama.

– ?Uf! Me siento tan debil… -murmuro el, disgustado porque el breve paseo le habia dejado agotado.

– Ha estado muy grave. Tiene que darse tiempo para recuperar fuerzas. El medico ha recomendado que no viaje durante unas semanas para que se le acaben de curar las costillas. Nos encantaria que se quedara con nosotros todo el tiempo que necesite. -Cruzo la habitacion y se detuvo delante de la puerta-. Intente descansar y vendre a ver como esta dentro de varias horas. -Luego se volvio para marcharse.

– Hayley.

Ella miro hacia atras, con expresion de interrogacion.

– Gracias por todo lo que ha hecho por mi. Me ha salvado la vida.

Ella esbozo una sonrisa angelical.

– No se merecen. Ha sido un placer. -Y se fue, cerrando la puerta tras de si.

En Londres, una figura solitaria miraba con ojos entornados por la ventana de una casa de Park Lane. Sus dedos inquietos se cerraron en sendos punos y una oleada de rabia, caliente y rebosante de odio, recorrio sus venas. «?Donde diablos te has metido, Stephen? Si has muerto, ?por que no esta tu cuerpo donde se supone que deberia estar? Y, si estas vivo, ?por que no has vuelto a casa?» La figura inspiro profundamente varias veces intentando calmarse. «No importa. Si estas muerto, tu cuerpo acabara por aparecer. Y si estas vivo… bueno, pues no sera por mucho tiempo.»

Capitulo 4

A las diez de la manana del dia siguiente, Justin Mallory, conde de Blackmoor, levanto la mirada de la montana de papeles que tenia ante si.

– ?Que tiene para mi, Randall? -pregunto a su imperturbable mayordomo, que estaba de pie, observandolo, junto a la mesa de caoba-. Espero que no sea mas correspondencia.

Randall hizo una reverencia y le presento una ornamentada bandejita de plata con un sobre lacrado en el centro.

– Un joven ha traido esto, milord. Ha dicho que es urgente y que espera una respuesta.

Justin enarco las cejas.

– ?Urgente?

– Si, milord. Ha dicho que la nota procede de una tal senorita Hayley de Halstead y que va dirigida al senor Justin Mallory. Si, eso es lo que ha dicho: senor Justin Mallory. -El gesto de desden de Randall no dejo ninguna duda de lo ofendido que se sentia ante lo que el consideraba un imperdonable error de protocolo.

– ?Ah, si? -Justin bajo la mirada y se quedo helado cuando leyo el nombre del destinatario. Reconocio de inmediato la inequivoca inclinacion de la letra de Stephen. ?Por que le enviaria Stephen un mensaje urgente a traves de otra persona? ?Quien dice que es el remitente?

– Una tal senorita Hayley Albright. De Halstead. Creo que eso esta en Kent, milord.

– ?Y donde esta el mensajero?

Randall fruncio sus finos labios.

– Le he dicho a ese patan maleducado que espere en el portal.

– Ya entiendo. Dejeme a solas. Le llamare en cuanto haya leido la nota.

– Si, milord. -Randall salio de la habitacion y cerro la puerta tras de si.

En cuanto estuvo solo, Justin abrio el sobre y leyo rapidamente su contenido.

Querido Justin,

Mis planes de pasar varios dias en mi pabellon de caza han cambiado. Estoy bien, pero quiero que vengas a la casa de los Albright, en Halstead, cuanto antes. Aqui todo el mundo cree que me llamo Stephen Barrettson y que soy tutor. Por favor, traeme algo de ropa -no la mas elegante, por favor-, algo propio de un tutor, y vistete tu tambien en consonancia. Me gustaria que te identificaras simplemente como Justin Mallory. Tambien te pido que no reveles el contenido de esta carta ni mi paradero a nadie, ni siquiera a Victoria, hasta que hayamos hablado. Te espero esta tarde o, como mucho, manana. Cuando nos veamos, te lo explicare todo.

STEPHEN

Вы читаете Rosas Rojas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×