Justin echo un vistazo a una segunda hoja de papel que contenia indicaciones para llegar a la casa de los Albright. «?En que lio se habra metido Stephen?» Releyo la nota. Tuviera el problema que tuviese, por lo menos Stephen estaba bien, o eso decia. Pero era evidente que habia algo que iba mal.

Guardandose la inquietante carta en el bolsillo, Justin se dirigio hacia el vestibulo y abrio las pesadas y solidas puertas de roble. Un joven que estaba sentado en el escalon de la entrada miro hacia arriba con expresion expectante.

– ?Es usted el senor Mallory? -pregunto el joven, levantandose de un salto.

– Si. Puede decirle a la senorita Albright que me espere para esta tarde. -Sin esperar respuesta, cerro la puerta y se dirigio al piso superior. Tardaria unas tres horas en llegar a Kent. Tenia muchas cosas que hacer antes de partir, incluyendo encontrar una excusa plausible para cancelar la cena con su mujer.

Se detuvo a medio paso.

«?Que tipo de ropa llevan los tutores?», se pregunto.

Al llegar a la casa de los Albright, Justin desmonto mientras su mirada curiosa inspeccionaba los alrededores. La casa, de considerable tamano, se encontraba en un claro de bosque en medio de un vergel, rodeada de hayedos. Era una estructura laberintica, cubierta de hiedra, en la que daba la impresion de que los sucesivos duenos habian ido haciendo anadidos de gustos diferentes. El efecto acumulativo era un batiburrillo sorprendentemente agradable a la vista.

La casa en si misma tenia un aspecto un tanto deteriorado que estaba a un paso de parecer dejado. En el tejado habia varias areas sin tejas por reparar y en la fachada se veian varias contraventanas desvencijadas. Contrariamente, el jardin, muy bien cuidado, contenia una profusion de flores de gran colorido, cuya fragancia impregnaba el aire veraniego. Un espumoso riachuelo discurria junto a los arboles antes de describir una curva, adentrarse en el bosque y desaparecer en la distancia.

Justin llamo a la puerta. Le abrio inmediatamente un hombre gigantesco vestido con ropa de trabajo. El hombre corpulento miro a Justin con ojos entornados y evidente recelo.

– ?Que me cuelguen del palo mayor y me ondeen al viento! -dijo el gigante con voz grave y ronca, mientras acercaba el rostro al de Justin-. Tengo trabajo que hacer. No me puedo pasar todo el dia contestando a la asquerosa puerta. ?Quien diablos es usted y que diablos quiere?

Justin retrocedio dos pasos y carraspeo.

– Me llamo Justin Mallory. Creo que me esperan.

– ?Quien ha llamado a la puerta, Winston? -pregunto una voz femenina que procedia de detras del gigante. La puerta se abrio de par en par y aparecio una mujer.

– Alguien de la compania de recogida de basuras. Dice que le esperabamos, pero ya tenemos todos los cubos de basura que necesitamos. -El gigante dirigio una mirada fulminante a Justin, como si estuviera decidiendo si se lo comia como aperitivo o se limitaba a aplastarlo contra el suelo.

Sin sentirse especialmente atraido por ninguna de las dos posibilidades, Justin esquivo al poco amigable «mayordomo» y tendio la mano a la joven.

– Soy Justin Mallory.

– Hayley Albright-contesto ella con una cordial sonrisa, al tiempo que estrechaba firmemente la mano de Justin.

Justin sintio un gran alivio al comprobar que la senorita Albright parecia mucho mas contenta de verle que el gigante que le habia abierto la puerta. Despues de mascullar algo ininteligible, el gigante salio de la casa pisando fuerte y se dirigio al jardin.

Justin estudio a la mujer que tenia delante. Era mucho mas alta de lo que estaba de moda, pero muy atractiva. Tambien se percato de que lo miraba con una vivida curiosidad.

– Senor Mallory, entre, por favor-dijo ella, guiandolo a un pequeno vestibulo-. Le estabamos esperando. - Luego, bajando la voz y senalando con la barbilla al hombre que acababa de salir, anadio-: Espero que disculpe a Winston. Tiende a ser un poco sobreprotector.

Justin enarco las cejas.

– ? Ah, si? No me habia percatado.

Hayley lo miro de soslayo y se rio.

– Winston actua de buena fe, y ya se sabe: «Perro ladrador, poco mordedor.»

– No se puede imaginar lo mucho que me alivia oir eso, senorita Albright.

Ella volvio a reir -su risa era dulce y acogedora- y guio a Justin a traves de varias habitaciones espaciosas pero escasamente amuebladas, saliendo luego por unas puertaventanas hasta llegar a una pequena terraza. Mientras la seguia, Justin no pudo evitar admirar las atractivas curvas de sus caderas, que ni siquiera aquel sencillo vestido marron podia ocultar. Se pregunto que papel habria desempenado la encantadora senorita Albright en el cambio de planes de Stephen.

– El senor Barrettson esta alli, en el jardin -dijo ella senalando una figura en la distancia-. Siga este sendero y llegara hasta el. Cuando hayan acabado de hablar, por favor, vengan a buscarme y les servire un refrigerio. - Hayley dio media vuelta y entro de nuevo en la casa, y Justin bajo rapidamente por el sendero.

– Si que has tardado en venir -dijo Stephen a modo de saludo, varios minutos despues, al ver a Justin. Stephen hizo un esfuerzo por contener la risa cuando observo la expresion de absoluta perplejidad de su cunado.

– ?Stephen? ?Eres realmente tu?

– En carne y hueso -confirmo Stephen-, aunque, con la cara cubierta de barba y la cabeza vendada, apenas me reconozco ni yo mismo. Y todavia no lo has visto todo.

Stephen se puso en pie y contuvo la risa al ver que Justin se quedaba boquiabierto. El cuerpo de Stephen parecia haberse encogido dentro de una enorme camisa cuyas mangas le colgaban muy por debajo de las munecas. Y arrastraba unos pantalones de montar de varias tallas mas que la suya.

– ?Valgame Dios! -Dijo Justin-. Pero… ?que te ha pasado? Te has encogido y consumido hasta los huesos. ?Te encuentras mal?

– No, por lo menos ya no -dijo Stephen con una timida sonrisa-. Estas prendas pertenecian al padre de Hayley. Ahora ya sabes por que te pedi que me trajeras algo de ropa. Al parecer, papa Albright era bastante corpulento.

– ?Que quieres decir con que ya no te encuentras mal? ?Has estado enfermo?

En vez de contestar, Stephen indico a Justin, haciendole un gesto con la mano, el sendero que discurria ante ellos.

– Venga, demos un paseo. Tengo mucho que contarte.

– De acuerdo -contesto Justin.

No habian dado ni tres pasos cuando Stephen se sintio minuciosamente examinado.

– Casi no te reconozco con esa barba, Stephen. He de admitir que te da un aire bastante atormentado. Estas imponente. Seguro que las damas de la alta sociedad londinense te encontrarian incluso mas irresistible que de costumbre.

Stephen se llevo la mano a la cara y se froto el rostro hirsuto.

– El unico motivo por el que no me he quitado esta horrible barba es que nunca me he afeitado y no quiero desangrarme en el intento. Pero tendre que librarme de ella de alguna forma. Es horrible como pica.

Tras una pausa, Justin dijo:

– Seguro que sabes que me corroe la curiosidad. Tu criptica nota no explicaba nada. ?Que demonios esta sucediendo? Explicamelo todo, hasta el ultimo detalle.

Mientras avanzaban por un sendero flanqueado por arboles que se adentraba en el bosque, Stephen explico a Justin los acontecimientos de la ultima semana. Cuando acabo, su amigo lo miro con expresion seria.

– ?Dios mio, Stephen! Esa joven te ha salvado la vida.

– Si.

– ?Y crees que ha sido la segunda vez que intentan matarte?

– Eso parece. Tome el incidente del mes pasado por un robo, pero ahora no lo veo asi.

– ?Por que no me lo explicaste?

– No resulte herido y no lo considere importante.

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