las axilas y lo arrastraban fuera del riachuelo.

Hayley saco unas tijeras del botiquin y corto la chaqueta y la camisa del hombre para dejar la herida al descubierto. Mientras Grimsley sostenia la lamparita, ella examino el brazo del herido. La sangre manaba profusamente de una raja de mal aspecto. Tenia la piel cubierta de tierra y suciedad y surcada por numerosos rasgunos y rozaduras. Apretando los dientes, Hayley presiono la herida con los dedos y casi se desmaya del alivio.

– Solo es una herida superficial. Hay hemorragia, pero no palpo ninguna bala -dijo tras un breve y tenso silencio. Consciente de que necesitarian mas vendas de las de emergencia que habia en el botiquin, Hayley senalo sus enaguas con un movimiento de cabeza.

– Cortelas en tiras, Grimsley.

Grimsley miro la prenda con los ojos entornados y dijo sofocado:

– ?Pero son sus enaguas, senorita Hayley!

Hayley inspiro profundamente y conto mentalmente hasta cinco.

– Estas son circunstancias extremas, Grimsley. Podemos prescindir de los formalismos. Estoy segura de que mi padre haria exactamente lo mismo si estuviera aqui.

A Winston parecia que se le iban a salir los ojos de las orbitas.

– ?El capitan Albright jamas llevo enaguas! Si lo hubiera hecho, la tripulacion le habria azotado. ?Y le habrian tirado a los tiburones!

Hayley volvio a contar mentalmente, esta vez hasta diez.

– Me refiero a que mi padre habria prescindido de los formalismos en estas circunstancias. Habria hecho todo lo necesario para salvar a este hombre. -«Dios, dame paciencia. No me obligues a utilizar la fuerza con estos hombres que tanto aprecio, aunque a veces me saquen de quicio.»

Sin discutir mas, Grimsley fue cortando la enagua en tiras y se las fue pasando a Winston, quien, a su vez, las iba mojando en agua y se las iba entregando a Hayley. Ella limpio la herida lo mejor que pudo y luego aplico presion sobre ella utilizando las vendas limpias de la bolsa de provisiones. No podia apartar los ojos del rostro de aquel hombre. Temia que cada respiracion pudiera ser la ultima. «No te mueras en mis brazos. Por favor. Dejame salvarte.» Cuando consiguio contener la hemorragia y el chorro de sangre se convirtio, por fin, en un goteo, le vendo el brazo.

Luego se centro en la raja de mal aspecto de la cabeza. Casi habia dejado de sangrar. Tambien se la vendo, tras limpiarle la suciedad. Despues, le palpo el cuerpo con delicadeza en busca de posibles heridas. El dejo escapar un grave quejido cuando ella le toco el torso.

– Rotura o fisura de costillas -comento Hayley-. Igual que cuando mi padre se cayo de la barandilla del porche en 1811. -Winston y Grimsley asintieron en silencio. Ella prosiguio con el reconocimiento por la larga figura del herido, con manos suaves pero firmes.

– ?Algo mas, senorita Hayley? -pregunto Grimsley.

– Creo que no, aunque siempre existe la posibilidad de que tenga una hemorragia interna. En tal caso, no sobrevivira a esta noche.

Grimsley inspecciono con la mirada los desolados alrededores y movio repetidamente la cabeza en gesto de negacion.

– ?Que vamos a hacer con el?

– Llevarlo a casa y cuidarlo -contesto ella sin dudar ni un momento.

El arrugado rostro de Grimsley palidecio visiblemente.

– Pero, senorita Hayley, ?y si resulta ser un loco o algo parecido? ?Y si…?

– Su vestimenta… bueno, lo que queda de ella, es fina y elegante. No hay duda de que es un caballero o que trabaja para un caballero. -Cuando Grimsley abrio la boca para hablar, Hayley levanto la mano pidiendo silencio-. Si resulta ser un asesino demente, le golpearemos en la cabeza con una sarten, lo echaremos de casa y lo enviaremos a los tribunales. Mientras tanto, se quedara con nosotros en casa. Llevemoslo ya, antes de que se muera mientras nosotros hablamos.

Grimsley suspiro y miro hacia arriba, donde se encontraba el caballo.

– Sabia que iba a decir eso. Pero ?como vamos a cargarlo ladera arriba?

– Cargandolo, viejo fosil enclenque -grito Winston junto a la oreja de Grimsley, haciendo estremecer al anciano-. Estoy mas fuerte que un toro, ya lo creo que si. Podria cargar a ese tipo durante treinta kilometros si fuera necesario. -Se giro hacia Hayley-. Puede contar conmigo, zenorita Hayley. No soy ningun endeble saco de huesos, como alguien que sabemos los dos. -Entorno los ojos y dirigio a Grimsley una mirada fulminante.

– Muchas gracias a los dos. Grimsley, usted ira primero, guiandonos con la lamparita.

– Yo lo cogere por los pies, senorita Hayley -dijo Grimsley con dignidad-. Lleve usted la lamparita.

A pesar del cansancio, Hayley esbozo una sonrisa, y el enfado que le acababa de provocar la actitud del anciano se desvanecio por completo.

– Se lo agradezco, Grimsley, pero yo ya me he puesto perdida y usted se orienta mucho mejor que yo. Lleve la lamparita, por favor. -Hayley vio que Winston estaba a punto de hacer un comentario y le dirigio una mirada asesina. El puso los ojos en blanco y mantuvo la boca cerrada.

– Ahora -prosiguio Hayley-, tenemos que darnos prisa para llevarlo a casa y acostarlo en una cama caliente lo antes posible.

Winston cogio al hombre por las axilas mientras Hayley se peleaba con los pies. «?Dios, este hombre pesa mas que Andrew y Nathan juntos, y eso que mis hermanos no son ningun peso pluma! Hayley penso que tal vez habia evitado herir los sentimientos de Grimsley, pero al dia siguiente le doleria la espalda. Por primera vez en su vida, dio gracias a Dios por su estatura y su fuerza tan poco femeninas. Tal vez sacaba una cabeza a la mayoria de los hombres y eso le impedia bailar en pareja con elegancia, pero le permitiria cargar a un hombre pesado montana arriba.

Resbalaron dos veces mientras ascendian por la pendiente y ambas veces a Hayley se le encogio el corazon cuando el hombre se quejo y odio no poder evitar hacerle dano al trasportarlo. El terreno era accidentado, lleno de rocas y lodo. Hayley tenia la ropa completamente destrozada y las rodillas en carne viva, por los rasgunos y rozaduras que se habia hecho con los afilados cantos de las rocas, pero en ningun momento penso en tirar la toalla. De hecho, aquel dolor incluso incremento su determinacion. Si ella estaba sufriendo, aquel hombre estaba sufriendo mucho mas.

– ?Caray, este tipo pesa mas de lo que parece! -dijo Winston entre jadeos cuando, por fin, llegaron arriba.

Tras descansar brevemente para recuperar el aliento, llevaron al hombre hasta la calesa mientras Grimsley guiaba al caballo tirando de las riendas. El hombre gimio dos veces mas y a Hayley se le volvio a encoger el corazon. Estaban avanzando lentamente, pero, por lo menos, Winston y Grimsley habian dejado de discutir.

Cuando llegaron al vehiculo, Hayley dio instrucciones a los dos hombres:

– Lo estiraremos sobre el asiento para que este lo mas comodo posible. -Una vez hecho esto, Hayley solto un largo y hondo suspiro de alivio. El herido seguia con vida-. Grimsley, vigile al hombre. Winston, conduzca la calesa. Yo montare el caballo.

Tardarian otras dos horas en llegar a casa. Montando a horcajadas el imponente caballo, Hayley apreto los talones contra los costados del animal y emprendio la marcha. Mientras avanzaban, oro fervientemente para que el hombre sobreviviera al viaje.

En un oscuro callejon cerca del puerto de Londres, se detuvo un coche de caballos arrastrado por un corriente caballo de alquiler. El unico ocupante observo el exterior a traves de una rendija que abrio en la cortina mientras se aproximaban dos hombres.

– ?Esta muerto? -pregunto el ocupante del coche de caballos con un leve susurro.

– Por supuesto que esta muerto. Le dijimos que nos deshariamos de ese engreido y lo hemos hecho. -Los pequenos y brillantes ojos de Willie, el mas alto de los hombres, miraban amenazadoramente.

– ?Donde esta el cuerpo?

– Boca abajo dentro de un riachuelo, aproximadamente a una hora de Londres -contesto Willie, y luego dio indicaciones exactas de la localizacion.

– Excelente.

Willie se inclino y dijo:

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