Era mala, perversa y rencorosa. Si lo que ella habia querido era vengarse por lo del Dora Mae, o por cualquier acontecimiento posterior, habia hecho un buen trabajo. Brillante. La primera vez que el le dice a un mujer que la ama, y ella le responde que no es suficiente. Bueno, eso le ensenaria a dejarse llevar por cualquier parte de su cuerpo que no fuese la cabeza.

A unos ocho metros de la superficie del agua, Max corto el paracaidas Llevaba suficiente peso como para hundirse hasta el fondo, asi que busco el dispositivo para hinchar el chaleco. Entonces cruzo los brazos sobre pecho y se preparo para zambullirse.

Durante treinta y seis anos habia vivido sin Lola Carlyle. Viviria sin ella treinta y seis mas.

Lola se puso el lapiz detras de la oreja y se dio un masaje en la nuca. Sentados a la mesa de conferencias, a su derecha, se encontraban los cuatro representantes de los departamentos de compras y marketing y su disenadora jefe, Gina. A su izquierda se encontraba el director creativo. Se habian reunido todos en una sesion a fin de encontrar un nombre nuevo para la linea sin costuras de Lola Wear, Inc.

«Casi Nada» era la decimatercera idea en toda la tarde. Y la decima tercera que no le decia nada a Lola.

– La nueva linea es tan comoda como una segunda piel -dijo-. Suave y muy sexy. Queremos que eso quede reflejado. Necesitamos algo breve y contundente. Algo que signifique «estoy comoda pero sexy».

– ?Que tal si utilizamos algo con tu nombre, Lola? -dijo Gina, y comenzaron a llover ideas, a cual mas disparatada.

– «Diafana Lola.»

– «Lola translucida.»

– «Diafana Lola» no esta mal -dijo-, pero creo que podemos pensar algo mejor. Algo como…

– Podriamos llamar a esa linea, simplemente, «Lolita» -solto alguien.

– Si.

– Creo que me gusta.

– ?No! -repuso Lola, con mas energia de la que pretendia. Todo el mundo la miro y ella se saco el lapiz de detras de la oreja-. Lo siento, no me gusta «Lolita».

Max la habia llamado Lolita. Solo con oir ese nombre, le habian entrado ganas de llorar. Ahora ya hacia mas de una semana que Lola se habia ido de casa de Max, y su corazon ni siquiera habia empezado a recuperarse. Y no se recuperaria si tenia que oir constantemente el nombre de Lolita, verlo en el catalogo y leerlo en las etiquetas.

La puerta de la sala de conferencias se abrio, y la ayudante de Lola, Wanda, se acerco a ella.

– Hay un caballero que desea verte -le susurro al oido-. Dice que no se ira hasta que hables con el.

Lola imagino que el caballero en cuestion podia ser uno de dos: o bien Sam, su ex novio, cuyas numerosas llamadas telefonicas no habia contestado, o bien el disenador grafico con quien tenia que encontrarse en breve.

– ?Te ha dicho su nombre?

– Sam.

Lo primero que penso Lola fue que Sam habia descubierto que ella estaba relacionada con la desaparicion de las fotos. Pero si ese fuera el caso, seria la policia quien estaria alli y no el. Despues se le ocurrio que quizas el hubiese encontrado algo nuevo para utilizar en su contra, en cuyo caso Lola tenia dos opciones: despacharlo rapidamente o pedir a los guardias de seguridad que lo echaran. Lola se tomo un momento para repasar las opciones y decidio que lo mejor era escuchar lo que el venia a decirle, solo por si el tenia preparada alguna sorpresa desagradable o algun chantaje. Hacia tiempo que habia aprendido que Sam era capaz de todo.

– Acompanalo a mi despacho -le dijo a Wanda, mientras se ponia en pie y se excusaba de la reunion.

«No puede hacerme mas dano», se dijo, pero cierta aprension le hizo un nudo en el estomago mientras atravesaba el pasillo en direccion a su despacho. Antes de entrar, echo un vistazo al vestido blanco de ganchillo y desplego la agradable sonrisa que habia perfeccionado con los anos. Sam no la veria sufrir. Cuando entro en la habitacion, le encontro esperandola.

– Sam -dijo, dejando la puerta abierta por si acaso-. ?Que te trae por Carolina del Norte?

El guardo silencio por un largo instante y se limito a mirarla. Iba un poco mas desalinado de lo que ella recordaba. Quizas ahora que ya no hacia dinero a su costa no podia permitirse mandar almidonar las camisas. Quizas el mismo habia tenido que planchar esa arruga en los pantalones de gabardina. El pelo rubio le caia hasta el cuello de la camisa, un poco revuelto y estrategicamente descuidado. Antes Lola lo encontraba guapo y excitante. Creia que lo habia amado, pero lo que habia sentido por el ni siquiera se acercaba a lo que sentia por Max. Lo que siempre sentiria por Max.

Sam hablo y ni siquiera se preocupo de disimular el enfado en su voz.

– Entraste en mi casa -dijo.

– No parece que la policia piense lo mismo.

Lola paso por su lado y se quedo de pie detras de su mesa de trabajo, el lugar donde siempre se sentia poderosa y con el control en las manos. Cuando habia empezado su negocio, Sam habia sido una de las personas que le habian dicho que estaba cometiendo un error. Ahora, rodeada por las pruebas de su exito, sintio que se relajaba un poco. Podia con cualquier cosa que Sam le dijera.

– Estoy segura de que sabes que yo estoy fuera de toda sospecha -anadio.

– Eso no significa que no hayas contratado a alguien para que entrara en mi casa, destruyese mis posesiones y me robara.

Lola cruzo los brazos, esperando a ver si el tenia alguna bomba que lanzarle.

– Claro, y eso habria sido traicionero y turbio. Un poco como lo que hiciste tu al colgar esas fotografias en la pagina de Internet. Pero yo no entre en tu casa -le dijo, lo cual era una verdad a medias. Era Max quien habia hecho el trabajo; ella solo lo habia seguido alegremente-. Tengo un testigo.

– Si, me he enterado. Estabas con tu nuevo novio.

?Habia sido Max alguna vez su novio? No, habia sido mucho mas que eso. Durante un periodo muy breve, se habia convertido en su vida.

Aguardo a que Sam dijera algo mas. A que le pusiese la zancadilla de alguna forma. A que expresara el objetivo de su visita, pero como no lo hizo, ella pregunto:

– ?De que se trata?

El silencio se prolongo y, por la expresion de su cara, Lola se dio cuenta de que no habia nada mas. Ninguna otra fotografia. Nada que pudiera hacerle dano.

Pero el lo intento de todas formas; dijo la unica cosa que podria sacarla de sus casillas:

– A tu novio le deben de gustar las mujeres gordas.

De repente la sonrisa de Lola se volvio sincera, y se echo a reir. Sam siempre habia querido que ella fuera delgada, insegura y que estuviera enferma, necesitada. Lola ya no era alguien a quien le importara lo que Sam pensara, y ahora que habia perdido esas fotos, ni siquiera tenia el poder de hacerla enfadar. Lola sacudio la cabeza.

– Le gusta mi cuerpo tal como es.

Le habia dicho la verdad. El problema con Max no tenia nada que ver con su peso ni con su aspecto. Solo con mirarla, la hacia sentir deseada y hermosa. Lo que ocurria no tenia nada que ver con la debilidad ni con la necesidad de que un hombre la cuidara; solo con la necesidad de Max de arriesgar el pellejo.

Sam no dijo nada, asi que Lola arqueo una ceja.

– ?Has conducido hasta aqui solo para acusarme de haber entrado en tu casa y para insultarme?

– Solo queria que supieras que no me enganas. Se que tienes algo que ver con eso.

– Ahora ya me lo has dicho. -Lola pulso uno de los botones del telefono-. Wanda, llama a seguridad, por favor. Nuestra visita necesita que le indiquemos el camino de salida.

– ?Me estas echando?

– Pues si. -Lola solto el boton-. Y si vuelves otra vez, voy a denunciarte por acoso.

Mientras observaba a Sam irse, Lola se sintio verdaderamente libre de el de una vez por todas.

Ojala fuera tan facil deshacerse de sus sentimientos hacia Max, penso mientras regresaba a la sala de conferencias. Pero dudaba que alguna vez pudiera olvidarlo totalmente.

Acababa de sentarse otra vez cuando Wanda los interrumpio de nuevo.

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