– Hay otro caballero que quiere verte. Este no quiere dar su nombre -continuo Wanda-, pero me ha pedido que te diga que si no lo recibes pronto, requisara a tu perro.

Lola habria sentido como el corazon se le paraba y se le aceleraba al mismo tiempo, si tal cosa fuese posible.

– ?Llamo a Seguridad?

Como si Seguridad pudiera detener a Max Zamora.

– No. -Lola se puso de pie y cerro la carpeta que tenia encima de la mesa-. Vamos a hacer un descanso de quince minutos -propuso-. Acompana al senor Zamora a mi oficina -dijo mientras ella y Wanda se dirigian hacia la puerta.

– Me temo que ya se encuentra en tu oficina.

– Por supuesto que si -dijo Lola en voz baja mientras recorria el pasillo.

De nuevo, se detuvo ante la puerta antes de entrar y respiro hondo. Tratar con Max iba a ser mucho mas dificil que tratar con Sam. Se puso una mano sobre el estomago revuelto y entro. Alli estaba. De espaldas a ella, tan alto e impresionante como siempre.

Llevaba una camisa azul de seda y unos pantalones caquis; el aire procedente del ventilador del techo no conseguia moverle un solo cabello. Al oir la puerta, Max se dio la vuelta y su mirada se cruzo con la de Lola a traves de la habitacion.

– Hola, Lola -le dijo.

No tenia ninguna herida en el apuesto rostro, y Lola exhalo un suspiro de alivio mientras la calida mirada de Max le recorria el cuerpo antes de volver a posarse en sus ojos.

– ?Que es eso que llevas puesto? ?Un tapete?

Como siempre, el sonido de su voz provoco una ola de calor en el cuerpo de Lola. Estaba vivo, pero se le veia cansado. Le parecia tan guapo que tuvo que refrenar el impulso de cruzar la habitacion corriendo y lanzarse a sus brazos. Lola reclino la espalda en la puerta cerrada y se apoyo en el pomo de la puerta.

– ?Que haces aqui, Max?

– He venido a buscarte.

Lola no queria hablar con el, especialmente a solas. No confiaba en el, pero confiaba menos aun en si misma. Bajo la vista hacia sus sandalias, pues no podia mirarlo a los ojos por miedo a que los suyos la traicionaran y le rogasen que la amase sin condiciones. Temia aceptar cualquier cosa, sin importarle que pudiera destrozarla.

– No deberias haber venido.

– Te quiero.

Lola cerro los ojos e intento evitar que esas palabras penetrasen en su corazon.

– No importa.

– ?Que quieres decir con «no importa»? -Como ella no se acercaba a el, el se acerco a ella-. He pasado por demasiadas cosas esta semana como para que me digas que no importa. He estado a punto de morir y, por primera vez, no me ha dado igual.

Max la agarro por los hombros y ella levanto la mirada hacia el. El calor de las palmas de sus manos atraveso el tejido de punto y le hizo sentir escalofrios hasta los codos.

– No me daba igual morir porque te amo.

Ella intento soltarse, pero las manos de el la retuvieron con firmeza y el la obligo a mirarlo a la cara. Queria que viese la angustia en sus ojos y las arrugas de la frente.

– Cuando me dejaste, estaba tan cabreado que no podia ver nada. Sentia mucha rabia hacia ti y pense que me habia resignado a dejarte marchar. -Max nego con la cabeza-. Pero no pude. Por mas que lo intentara, aunque tuviese que saltar en paracaidas de un C-130, no podia concentrarme en la mision que me esperaba. Solo podia pensar en que te habias ido y que eso me habia clavado un cuchillo en el corazon. Entonces cai en el mar y el chaleco no se hincho. Luche para salir a la superficie, pero el equipo que llevaba pesaba veintidos kilos y me arrastraba hacia abajo.

– ?Por que me cuentas eso? -le pregunto Lola, intentando, sin conseguirlo, contener las lagrimas.

– Porque quiero que lo sepas. Mientras me hundia, luche como nunca he luchado por vivir. Quiero decir que luche como un loco. Luche para volver a tu lado. El chaleco, finalmente, se hincho al cabo de cinco segundos, pero esos cinco segundos fueron como cinco vidas, y me asuste mucho. No queria irme Lola. No queria dejarte. Quiero algo mas de la vida que acabar como comida para peces o como carne de canon. -Max le enjugo las lagrimas de los ojos y Lola noto que su determinacion flaqueaba-. ?Recuerdas cuando tus padres le dijeron a todo el mundo, en la reunion familiar, que yo te habia salvado en el Dora Mae? Bueno, pues eso no es verdad. Tu me salvaste, Lola. Me has salvado en muchos mas sentidos de los que imaginas.

– Vale -murmuro ella, consciente de que su amor por el era mas fuerte que el dolor que la atenazaba-. Lo intentare.

– ?Intentaras que?

– Intentare adaptarme a tu forma de vida -respondio Lola, y apoyo la cabeza contra la puerta.

Eso era lo que Lola habia estado temiendo. Mirarle a la cara y desearlo sin condiciones. Saber que el dolor de verlo llevar esa vida era mejor que el dolor de vivir sin el.

Max le tomo la cara con ambas manos y se quedo mirando sus ojos marrones. Habia conducido como un loco para llegar a ella, y antes que eso habia luchado contra los terroristas como un poseso. Y es que lo estaba. Estaba poseido por las posibilidades de emprender una nueva vida. Una vida mejor.

– No, Lola. Te mereces algo mas que eso -le dijo-. He devuelto el busca esta manana. Ya no trabajo para el Gobierno.

Ella lo miro con los ojos muy abiertos.

– ?Que?

– He decidido que quiero vivir lo suficiente para cuidarte por el resto de tu vida. Prepararte sopa cuando estes enferma. Peinarte el cabello gris cuando te hagas mayor y no lo puedas hacer por ti misma.

– Yo puedo cuidar de mi misma -fue la respuesta, tipica de Lola.

– Lo se. Pero quiero cuidarte. Quiero hacerte feliz y verte sonreir al lado de mi almohada cada manana. Te quiero, y creo que podemos llevar una vida maravillosa juntos.

Lola escruto sus ojos, como si estuviera esperando algo mas. Algo que el todavia no habia dicho.

– Pero Max, si nos peleamos, o si te cansas de mi, lamentaras haber abandonado algo que durante mucho tiempo te ha gustado hacer. Echaras de menos que te disparen.

– No hay nadie que eche de menos que le disparen, carino. -Max le tomo la mano y le beso los dedos-. He encontrado algo mas excitante que los explosivos, algo mas dulce que la adrenalina. Algo por lo cual vale la pena luchar de verdad.

– ?Que?

– Una hermosa mujer que me hace reir y me hace sentir mas vivo de lo que nunca en mi vida me habia sentido. -Max trago saliva, a pesar del nudo que se le habia formado en la garganta y del ardor que sentia en el pecho-. Te he estado esperando toda mi vida, aunque no lo sabia. Tu y yo somos las dos caras de la misma moneda, y haces que me sienta completo.

– Max -lloro Lola, rodeandole el cuello con los brazos-. Te he echado tanto de menos… Te quiero a pesar de que he intentado olvidarte. Irrumpiste en mi vida, masculino, amenazador y con la cara destrozada. Me ataste, me secuestraste y, a pesar de todo, me enamore de ti.

Max la abrazo con fuerza, sintiendo que el corazon le latia a toda prisa. No sabia que habia hecho para merecer a Lola Carlyle. Nada bueno, eso seguro. Le escocian los ojos y hundio la nariz en el dulce aroma de su cabello.

– Carino -le dijo-. Yo no te secuestre. Solo te requise. Y eso es precisamente lo que voy a hacer para el resto de tu vida.

Lola asintio con la cabeza y sollozo.

– No llores. -Max la aparto de si y la miro-. Te amo y quiero hacerte feliz. Quiero tener un nino contigo.

Los ojos llorosos de Lola se abrieron de par en par.

– ?Quieres ninos?

– Si. Contigo. -Max le puso las palmas de las manos sobre el vientre plano-. Tres, y estaba pensando que tambien deberiamos tener ninas, teniendo en cuenta tu aficion por los tonos pastel. -Le dio un golpecito al hombro-. Y tapetes. Pero creo que deberiamos casarnos antes.

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