que hubiera sentido antes. Era como si fuera otra persona.

Era como… como una consumacion.

Eso era. Una consumacion. Fueran mas lejos o no, era como si hubiera esperado a aquel hombre toda su vida.

Pero Marc era un mujeriego. Eso era lo que su madre le habia llamado. Y la senora Burchett estaba de acuerdo

Se iria al dia siguiente, decidio Tammy. Al dia siguiente empezaba su yermo y solitario futuro.

Pero aquella noche era suya. Para sentirlo, para desearlo, para besarlo, para amarlo.

De modo que sus labios le dieron la bienvenida y sintio que se incendiaba.

Marc…

– ?Marc?

Habia pronunciado su nombre sin darse cuenta y el se aparto para mirarla a los ojos. Tammy no estaba jugando. Las mujeres como Ingrid jugaban con los hombres, pero ella no. Seguramente no sabria como hacerlo.

En sus ojos vio algo que no habia visto antes.

Estaba mirandolo con una ternura increible, con…

Y entonces lo supo. Si la tomaba en brazos y la subia a su habitacion, se entregaria a el con toda su alma.

Lo miraba como esperando… ?un compromiso?

No. Esperando lo que el quisiera darle, porque el compromiso ya estaba alli. Podia leerlo en sus ojos.

Lo unico que tenia que hacer era estrecharla en sus brazos y seria suya… durante el tiempo que quisiera.

Pero ?como podia hacerla suya y olvidarla despues? Si la tomaba ahora, la tomaria para siempre. Y no podia hacer eso.

El no sabia amar.

O quiza si.

Pero no tenia derecho a aceptar el amor de Tammy. Era un hombre con defectos. Toda su familia era un defecto. El palacio, su titulo… todo era una pecera. Llevar a una mujer a ese mundo, una mujer tan inocente ademas, obligarla a quedarse…

Y ella se ofrecia a si misma, le ofrecia la devocion que su madre le dio a su padre.

Una devocion que su padre destruyo.

– No puedo.

– ?No puedes?

– No puedo hacer esto, Tammy. No soy… yo no…

?Que estaba diciendo?

– Marc, no te estoy pidiendo…

– No me estas pidiendo nada -la interrumpio el-. Tu das y das y das. Pero no yo no quiero tomarlo. No pienso destruirte.

– No se a que te refieres.

– Eres maravillosa, Tammy -suspiro Marc-. Eres la mujer mas bella que he visto en mi vida. Eres una delicia de persona y no quiero hacerte dano.

– ?Que quieres decir?

– El principado, la corte, las obligaciones…

– Ya estoy metida hasta las cejas -lo interrumpio Tammy.

– Pero tu… si yo quisiera…

– Soy mayorcita, Alteza, y se lo que quiero. Y te quiero a ti -dijo ella entonces.

?Como iba a responder a eso? Solo habia una forma, le decia su cuerpo. Subir con ella a la habitacion y… ?No! No podia hacer eso. No estaba en sus cabales.

– Tengo que… tengo que irme.

– ?Manana?

– No, ahora. Lo siento, Tammy. Tengo que irme.

– Pero…

– Lo siento mucho -insistio el, abriendo la puerta de un tiron. Al otro lado estaba el mayordomo, escuchando evidentemente, pero Marc no se dio cuenta-. Sirve la cena a la senorita Dexter. Hoy no ceno aqui, Dominic. Y cuida de Tammy por mi, ?de acuerdo?

Sin decir otra palabra, Marc subio las escaleras de dos en dos.

?Como iba a comer despues de eso?

Tammy se sentia ridicula en aquella mesa enorme, sola. Dominic la servia en silencio, mirandola con cierta preocupacion.

Despues del postre, oyeron el ruido de! coche desapareciendo por el camino.

Tammy se puso tan palida que Dominic toco su brazo.

– Gracias -murmuro ella-. Lo siento… no he comido mucho porque no tengo hambre. Pero digale a la cocinera que la cena estaba deliciosa.

– Entiendo, senorita.

– ?Cree que volvera? -pregunto Tammy.

– Tendra que animarlo un poco…

– No le entiendo.

– Se ha ido porque esta asustado.

– ?De mi?

– ?Que cree que pasaria si el principe Henry volviera a Australia?

– Marc me dijo que la monarquia podria estar en peligro…

– Eso no es cierto del todo. La corona pasaria al principe regente.

– Pero el me dijo que si Henry no la heredaba, la dinastia moriria.

– Solo si el principe Marc se niega a aceptar la corona. El odia a su familia y todo lo que representa, pero…

El mayordomo dejo escapar un suspiro. Seguramente no deberia contarle aquello, pero todos estaban encarinados con aquella chica australiana que cuidaba tan bien del pequeno Henry. Y la situacion era desesperada.

– El padre de Marc tuvo una aventura con la mujer de su tio… y las consecuencias fueron desastrosas. Su madre se suicido.

– Dios mio…

– Luego esa chica de la que Marc estuvo enamorado… necesitaba el consentimiento de su tio para casarse, de modo que la trajo aqui. Franz, su primo mayor, se encapricho de ella y… la joven decidio que ser princesa era mas emocionante.

– Oh, no.

– Asi fue, senorita Dexter. Pero aun hay mas. Franz no deseaba casarse con ella y cuando quedo embarazada la abandono. Murio de una sobredosis de droga y aun no se sabe si fue un suicidio o un accidente.

– Yo no sabia…

– La familia se convirtio en un veneno para el principe Marc. Y cuando Franz y Jean Paul murieron, el se vio obligado a aceptar la corona. La unica forma de escapar era traer de vuelta al principe Henry.

– De modo que me mintio.

– En realidad, no. Si el principe Marc no aceptase la corona, nadie podria heredarla.

– Pero si me llevo a Henry a casa…

– ?A Australia? Si lo hiciera, lo obligaria a aceptar. Siempre ha dicho que no aceptaria, pero es un hombre responsable y quiere mucho a su pais. Lo que odia es este palacio.

– No es el palacio, es la gente que vivia en el -suspiro Tammy-. Y esa gente ha muerto.

– Si, senorita, ?pero como va a hacerle entender eso?

– Usted lo quiere, ?verdad?

– Mucho, senorita Dexter. Siempre he trabajado para su familia. El principe Marc me trajo aqui cuando Jean

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