– Si, Henry. El nino. ?Cuantos meses tiene?

– Diez.

– ?Y es el heredero de un trono?

– Si.

– Y quiere llevarselo a Broitenburg para que lo cuiden un monton de nineras competentes hasta que sea rey, ?no?

– Principe -la corrigio el-. Broitenburg es un principado.

– Bueno, da igual. ?Esta usted casado?

– ?Que?

– Ya me ha oido. ?Esta usted casado?

– No, yo…

– Henry no tiene madre.

– Ya le he dicho que contratare a una ninera… la mejor

– Pero como Mora legal de Henry, soy yo quien decide si ?o deja salir de Australia o no, ? verdad?

Lo tenia acorralado. Marc no queria admitirlo, pero asi era.

– Si se niega a dejar que me lo lleve a Broitenburg, solicitare la custodia legal.

– Hagalo. Se marcha manana, ?no? Pues no creo que en veinticuatro horas le den la custodia de un nino.

Marc respiro profundamente, intentando controlarse.

– Usted no conocia la existencia de ese nino hasta hace cinco minutos. No puede quererlo.

– ?Y por que lo quiere usted?

– Porque es parte de la familia real de Broitenburg. Una parte muy importante. Tiene que volver a casa.

– Pero tambien es parte de mi familia -replico Tammy, abriendo la puerta de la limusina-, A lo mejor me necesita. Y creo que soy yo quien debe tomar esa decision…

– ?Que hace? -pregunto Marc, al ver que tiraba la mochila en el asiento delantero.

– ?Quiere que vaya a Sidney en autobus? En cualquier caso, no pienso firmar nada hasta que haya visto a Henry… y entonces, ya veremos.

Fue un viaje incomodo.

?Para que querria ir a Sidney?, se preguntaba Marc. La mayoria de las mujeres, todas las mujeres que el conocia, habrian tardado horas en preparar un viaje. Horas para decidir que iban a llevarse que iban a ponerse… Pero Tammy parecia tener todo que necesitaba en aquella mochila. -? Que lleva en la mochila? -Una tienda, un saco de dormir, un cepillo de Sientes y agua para veinticuatro senoras -contesto ella-. Pensabamos dormir aqui esta noche.

– ?Y donde piensa dormir ahora, en un parque?

– No, en un hotel. No se preocupe por mi, no quiero que me haga ningun favor.

?Como demonios iba a convencerla para que firmase los papeles?, se pregunto Marc. Parecia enfadada con el, furiosa incluso.

Pero el dinero seguramente solucionaria el problema. Su hermana se habia casado por dinero y, sin duda, el dinero seria la solucion para llevarse a Henry.

Pero tendria que ir con cuidado. Tenia que darle tiempo. Si le ofrecia dinero de inmediato, ella podria tirarselo a la cara. Aquella chica tenia caracter.

No. Mejor dejar que viese al nino y convencerla despues de que Henry debia vivir en Broitenburg…

?Podria hacer eso en una noche?

Debia hacerlo, penso. Tenia que hacerlo.

?Tenia que llevarselo a casa! La muerte de Jean Paul habia causado innumerables problemas y la monarquia no pasaba por sus mejores momentos. Su primo Jean Paul dirigia el pais como si fuera un pequeno tirano, llenando sus arcas con los impuestos, manipulando el parlamento… El pais estaba necesitado de serias reformas politicas y la unica forma de hacerlo era asegurandose la continuidad de la dinastia que ocupaba el trono

Y para eso tenia que llevarse a Henry a Broitenburg.

Pero era todo tan complicado… Marc no sabia que Lara habia registrado el nacimiento de Henry en Australia y que el nino tenia doble nacionalidad. Las autoridades australianas no lo dejarian salir del pais sin la autorizacion de Tam-sin Dexter, de modo que lo que empezo siendo una visita relampago habia acabado siendo una pesadilla.

– ?Quien cuida de el? -pregunto Tammy.

– Una ninera, ya se lo he dicho.

– ?Y como es?

– Lo siento, pero…

– ?No lo sabe?

– Es una chica australiana -suspiro Marc-. La contrate a traves de una agencia cuando la ninera que vino con su madre se marcho sin avisar.

– ?Mi madre!

– Lara envio a Henry a Australia con su madre.

– No puede ser verdad.

– Creo que se vieron en Paris, cuando Henry tenia seis meses. Cuando su madre volvio a Australia, Lara le pidio que se trajese a Henry.

– Eso es imposible. Mi madre nunca habria aceptado cuidar de un nino…

– Se trajo a una ninera, los instalo en un hotel y desaparecio.

– Eso si me lo creo -suspiro Tammy.

– El problema es que nadie pagaba a la ninera, asi que ella tambien desaparecio. Su madre me habia asegurado en el funeral que el nino estaba bien cuidado y pense… pense que estaria con su familia. Un error. Poco despues supimos a traves de los Servicios Sociales que el nino habia sido abandonado.

– ? Dios mio!

– Asi que contrate a una ninera australiana a traves de una agencia y vine a Sidney en cuanto pude.

Tammy lo miraba, incredula. Era logico, penso Marc. El tambien habia pensado lo mismo cuando recibio la llamada de los Servicios Sociales australianos. Cuando supo que el heredero al trono de Broitenburg habia sido abandonado en un hotel sintio ganas de estrangular a alguien. Afortunadamente, la prensa no se habia enterado de nada.

Sabia que Isobelle se llevo al nino a Australia y supuso que estaria bien cuidado. Pero cuando llamo a la madre de Lara…

– Ese nino no tiene nada que ver conmigo -le contesto Isobelle. Estaba en Texas, con su ultimo amante, milagrosamente recuperada tras la muerte de su hija y demasiado ocupada como para encargarse de su nieto-. Si, yo deje al nino y a la ninera en un hotel, pero pense que Jean Paul y Lara se harian cargo de su salario. Si no le han pagado, yo no tengo la culpa.

Marc se quedo perplejo. Si su primo hubiera estado vivo, la habria estrangulado con sus propias manos.

Y cuando llego a Australia se encontro con aquello.

– A partir de ahora estara bien cuidado -le aseguro.24

– Claro que si -replico Tammy. Pero estaba hablando consigo misma, no con el.

El hotel en el que Henry y la ninera estaban alojados era el mejor de Sidney, naturalmente. El portero hizo una ligera reverencia al ver a Marc y puso cara de sorpresa al ver a Tammy.

Habia una alfombra roja que llevaba hasta las puertas giratorias, una cascada autentica a un lado del vestibulo, candelabros de cristal y un gran piano. Las notas de Chopin se confundian con el ruidito del agua.

?Alli era donde Marc habia instalado a Henry y su ninera? El dinero no parecia ser un problema para Su Alteza.

Pero ella no pensaba dejarse intimidar. Tammy dejo caer la mochila, se limpio el polvo de los pantalones y miro alrededor.

– ?No quiere quedarse en la embajada esta noche, Alteza? -pregunto Charles, nervioso.

– Ven a buscarnos manana a las once -contesto Marc, mirando el reloj-. El avion sale a las dos.

– Lo hare -murmuro el hombre, con expresion preocupada.

Marc y Tammy se quedaron solos en el vestibulo. ?Un principe y su princesa? No, mas bien no. Tammy miro a Marc, luego miro sus botas sucias y casi le dio la risa.

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