ser. ?O si? Tambien a ella le dieron ganas de reir.

– Supongo que tendra cientos de uniformes en su casa.

– Si, pero estan en Broitenburg.

– Pues entonces tendra que volver a Broitenburg asi.

– Tengo mas trajes.

– ?Brocado, capas de terciopelo, coronas y cosas asi?

– No siempre voy vestido de uniforme.

– Una pena -dijo Tammy, senalando la bolsa-. ?Tiene una maleta para llevarme todo esto? -le pregunto a la ninera.

– No lo se -contesto la joven-. Si se lleva al nino, ?eso significa que ya no tengo trabajo?

– Su tia tiene autoridad para cuidar de el -intervino Marc-. Pero le pagare todo el mes, no se preocupe.

– Muy bien. De todas formas, estaba harta del trabajo.

– No me diga -murmuro Tammy, irritada.

– Hay maletas en el armario… por cierto, no sera usted la tia Tammy, ?verdad?

Ella miro a la joven, sorprendida.

– Si, soy yo.

– Hay una carta dirigida a usted. Esta en una de las maletas.

– ?Una carta? ?De quien?

– No lo se -contesto Kylie-. Va dirigida a Tammy Dexter y debajo pone: «Tia Tammy», entre comillas, como si fuera una broma.

– Ve por ella -dijo Marc.

Quiza en esa carta encontraria una respuesta, penso. O, al menos, podia ganar tiempo. Aunque debia reconocer que la rabia de Tammy era comprensible. Que hubieran tratado asi a un nino era imperdonable.

Marc y ella se quedaron solos cuando la ninera desaparecio. El nino miraba de uno a otro, pero no mostraba ninguna emocion.

– No puede llevarselo -dijo Marc.

– Si puedo. Ha dicho que Henry es ciudadano australiano y yo soy su tutora legal. Usted no es su tio siquiera.

– No, pero…

– Pero nada.

– Su madre me ha dado permiso

– Pero no tiene dinero para criar…

– ?Quien dice que no lo tengo? -replico Tammy, echando un paquete de leche materna en la bolsa.

A su lado, Kylie miraba la escena con expresion de sorpresa.

– Esta claro que no tiene usted medios. Solo hay que verla para… -empezo a decir Marc.

Un error. Un terrible error. Tammy tomo un paquete de leche materna y se lo tiro a la cara. El paquete lo golpeo en el pecho, se rompio y lo cubrio de polvo blanco.

La accion dejo a todos sorprendidos. Incluso a ella.

– Lo siento. No deberia haber hecho eso.

– Era mi mejor uniforme -murmuro Marc. A Tammy le parecio que se le escapaba una sonrisa, pero no podia ser. ?O si? Tambien a ella le dieron ganas de reir.

– Supongo que tendra cientos de uniformes en su casa.

– Si, pero estan en Broitenburg.

– Pues entonces tendra que volver a Broitenburg asi.

– Tengo mas trajes.

– ?Brocado, capas de terciopelo, coronas y cosas asi?

– No siempre voy vestido de uniforme.

– Una pena -dijo Tammy, senalando la bolsa-. ?Tiene una maleta para llevarme todo esto? -le pregunto a la ninera.

– No lo se -contesto la joven-. Si se lleva al nino, ?eso significa que ya no tengo trabajo?

– Su tia tiene autoridad para cuidar de el -intervino Marc-. Pero le pagare todo el mes, no se preocupe.

– Muy bien. De todas formas, estaba harta del trabajo.

– No me diga -murmuro Tammy, irritada.

– Ve por ella -dijo Marc.

Quiza en esa carta encontraria una respuesta, penso. O, al menos, podia ganar tiempo. Aunque debia reconocer que la rabia de Tammy era comprensible. Que hubieran tratado asi a un nino era imperdonable.

Marc y ella se quedaron solos cuando la ninera desaparecio. El nino miraba de uno a otro, pero no mostraba ninguna emocion.

– No puede llevarselo -dijo Marc.

– Si puedo. Ha dicho que Henry es ciudadano australiano y yo soy su tutora legal. Usted no es su tio siquiera.

– No, pero…

– Pero nada.

– Su madre me ha dado permiso.

– Mi madre prometeria cualquier cosa con tal de conseguir dinero. Si Lara dejo dicho en su testamento que yo era la tutora de Henry, no hay mas que hablar.

Marc respiro profundamente, intentando conservar la calma. -Mire, senorita… -Tammy -lo corrigio ella. - Tammy. ?Podemos hablar con tranquilidad? -Eso es lo que estoy haciendo. -Pero ya ha tomado una decision. - ?Cuidar de mi sobrino? Es verdad. Pero no tengo alternativa. Despues de ver como lo han tratado… -Le prometo que…

– ?Lo cuidaran un monton de nineras muy capaces? De eso nada.

– Kylie no es un buen ejemplo. -Desde luego que no -suspiro Tammy, tomando una novela que habia sobre el sofa-. La esclava del vampiro. Que bonito cuento para Henry.

– Estaba desesperado. Tenia que contratar a alguien de inmediato y no podia desplazarme a Sidney. -Y ha tardado semanas en venir. Genial. Pero no se preocupe, ahora esta con su tia que va a cuidar de el.

– No lo entiende. Tengo que llevarme a ese nino.

Lo necesito. -?Por que?

– Es el heredero del trono de Broitenburg. Tammy lo penso un momento. -Puede ser el heredero aqui, en Australia. Ahora mismo no va a sentarse en ningun trono, ?no? Lo hara cuando sea mayor, cuando pueda decidir. Pero usted… todos ustedes se han mostrado incapaces de cuidar de el.

– ?Y usted si es capaz?

– Claro que si. Incluso tengo experiencia.

– No la creo.

– Pues muy bien. Tampoco yo lo creo a usted. Hacemos una pareja perfecta.

– Pero tiene que escucharme. Quedese esta noche, por favor. Yo pagare la habitacion.

Tammy respiro profundamente.

– ?En este hotel? ?Con sabanas limpias y todo? No se si podre soportarlo -replico, ironica.

– No se ponga sarcastica.

– Y usted no se ponga condescendiente -contesto ella.

– Tiene que dormir en algun sitio, ?no? -pregunto Marc, que estaba a punto de perder la paciencia.

– Supongo.

Ademas, tenia que saber mas cosas de aquel nino. Tenia que saber que habia pasado, por que estaba solo en Australia… tenia que saber si estaba vacunado, si tenia alguna alergia…

– Quedese esta noche -insistio Marc-. Kylie cuidara del nino mientras nosotros hablamos.

– Si vuelve a llamarle «el nino» me ire de inmediato. Se llama Henry. Y Kylie no va a cuidar de mi sobrino, yo cuidare de el.

– Pero tenemos que hablar.

– Hablaremos con Henry a mi lado.

– No puedo…

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