Debia llamarla, decidio entonces, sacando el movil de la maleta. Habia dieciseis horas de diferencia. Las cuatro de la tarde alli era medianoche en Nueva York. Marcia estaria en la cama, leyendo algun documento legal con la misma pasion que otros leian novelas de misterio.

Contesto a la primera llamada.

– Hamish, estupendo. Ya has llegado. ?Debo llamarte lord Douglas a partir de ahora?

– Corta el rollo, Marcia.

– Perdona. ?Que tal el viaje?

– Bien, gracias.

Hubo un momento de pausa. Ella esperaba que dijese algo mas, pero Hamish seguia mirando a Susie por la ventana. Estaba cavando como si le fuera la vida en ello.

– ?Como es? -pregunto Marcia por fin-. Me refiero al castillo.

– Una cura. Tengo a la reina Victoria en el bano.

– ?Quien?

– La reina Victoria. Pero me he cambiado al que tiene a Enrique VIII.

– ?De que estas hablando?

– De retratos. Este castillo esta lleno de ellos. La reina Victoria en el bano me molesta.

– Pues quitalo.

Eso seria mas sensato. Quitar todos los retratos. Se los enviaria a su tia Molly. En cuanto Susie se fuera.

– ?Te ha recibido alguien?

– La viuda de Rory Douglas.

– Ah, si -murmuro Marcia. Hamish la oyo pasar unas paginas hasta que encontro la que buscaba-. Tengo la carta aqui mismo. Fue asesinado por su hermano… por eso has heredado tu. ?Como es?

– Sentimental.

– Una viuda lacrimosa, ya veo. Mi pobre Hamish, que horror. ?Va a ser dificil sacarla de alli?

– ?Que quieres decir?

– Si ha estado viviendo en el castillo… no sera una inquilina de por vida, ?no?

– No, se ha ofrecido a marcharse esta misma noche.

– Ah, genial.

– Pero no puedo echarla de aqui -dijo Hamish.

– No, bueno, claro. Puede que necesites usar parte del dinero para instalarla en otro sitio. ?Tiene casa en alguna parte?

– Es americana. Ha dicho que volvia a su casa, de modo que…

– Entonces no es tonta del todo -aprobo Marcia-. ?Y tu? ?Cuanto tiempo crees que tardarias en poner el castillo en venta?

– Pintare el cartel de Se Vende manana mismo.

– No, en serio. Hamish, esto vale mucho dinero. ?Crees que podria convertirse en hotel?

– Si.

– Hay agencias especializadas en ese tipo de edificios. Te llamare para darte sus nombres.

– Muy bien.

?Muy bien?

Claro que si. Marcia habia sugerido lo mas sensato. Y si, deberia mandarle el retrato de la reina Victoria a su tia Molly, penso, mientras miraba a Susie.

– Un filete con patatas.

Hamish acababa de abrir la puerta de la cocina cuando oyo la voz de Susie. La cocina parecia hecha para un ejercito. Tenia vigas de madera en el techo, un maravilloso suelo de piedra y una antigua cocina de lena, ademas de una moderna cocina de gas.

– ?Como le gusta la carne?

– En su punto -contesto Hamish.

– En su punto, ?eh? -sonrio ella. Habia dejado de llorar, afortunadamente.

– ?Eso es un problema?

– Podria serlo.

– ?Por que?

– Depende de como salgan. Antes de que usted llegara habia pensado hacerme un sandwich de pavo.

– Un sandwich, ?eh? Eso no es mucha cena.

– No se meta conmigo. Ya lo hace Kirsty.

– ?Kirsty?

– Mi hermana. Ella y su marido son los medicos de la localidad. Kirsty me dijo que deberia preparar algo bueno para celebrar su llegada y me ha traido estos filetes hace unos minutos. Se habria quedado para saludarlo, pero tenia una emergencia.

– Ah, ya veo.

– Pero me ha dejado a Boris, por si acaso usted se metia conmigo.

Boris era un perrucho marron que estaba tumbado debajo de una silla. Una nina de un ano, mas o menos, movia una galleta sobre su cabeza y el perrillo la miraba esperando con eterna paciencia a que se le cayera.

– ?Que haria Boris si me metiera con usted?

– Ya se le ocurriria algo -contesto Susie-. Es un perro lleno de recursos.

Los filetes estaban colocados sobre la mesa. Tenian un aspecto magnifico.

– ?Como piensa hacerlos?

– Voy a freirlos -contesto ella-. Eso no suena muy dificil.

– ?Tambien piensa hacer patatas fritas?

– Si… bueno, son congeladas. Kirsty las ha traido. Se meten en el horno y estan hechas en tres minutos.

– Digame que no es usted responsable del retrato de la reina Victoria -sonrio Hamish, pensando en Jodie. A Jodie le encantaria aquel castillo.

– No, la tia Deirdre es quien colgo ese retrato. Angus le dio carta blanca para decorar el castillo… pero tambien le dio un presupuesto muy pequeno. En fin, no lo hizo tan mal.

– Si, bueno…

Susie paso a su lado para abrir la nevera y Hamish empezo a sentirse desorientado. Se habia duchado desde que la vio en el jardin. Llevaba unos vaqueros limpios y una camiseta rosa. El pelo, sujeto en una coleta, parecia menos rebelde. Y olia a limon.

– Mama… mama…

– Carino -sonrio Susie. Y eso fue suficiente para que Hamish volviese a la realidad. Su madre lo llamaba «carino» cuando queria manipularlo.

Entonces dejo de pensar en lo bien que olia y en lo bien que le quedaban los vaqueros, y penso en cambio en lo estupendo que era que Marcia y el tuvieran toda su vida bajo control, no tener que soportar una existencia llena de lagrimas.

– ?Que hace? -le pregunto al ver que echaba un litro de aceite en la sarten.

– Poner aceite.

– ?Quiere ahogar a los filetes?

– Pues…

– ?Hay un delantal por ahi?

– ?Lo dice en serio? -sonrio Susie.

– Me temo que esto de cocinar no es lo suyo.

– ?De verdad sabe cocinar?

– Puedo hacer unos filetes.

– ?Le gustaria hacer tambien una ensalada? Yo puedo mezclar lechuga y tomate… algo mas seria problematico.

– Si, puedo hacer una ensalada -suspiro el-. Pero necesito un delantal.

– Un delantal… -murmuro Susie, mirando alrededor-. Es que yo no uso, pero seguro que Deirdre tenia alguno

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