– Olvidalo. Voy a vender.

– Charles…

– Mira, si no tienes nada mas que decirme… -miro a Marcus con nerviosismo, preguntandose como demonios se habria involucrado en aquello-. Me estas haciendo perder el tiempo.

Rose trago saliva y abrio y cerro las manos con fuerza. Por fin vio que era inutil seguir insistiendo y se rindio.

Marcus vio como ella aceptaba la derrota, y le dolio. Sintio un deseo casi irrefrenable de darle un punetazo a Charles.

Pero Rose habia pasado al siguiente punto.

– ?Vendras manana al funeral de Hattie? -pregunto en un susurro.

– Los funerales no son lo mio.

– Hattie era tu madre.

– Si. Y esta muerta. Pero lo he superado, igual que tienes que hacer tu. Y en cuanto el funeral acabe, la granja se pondra a la venta. Estaria a la venta hoy mismo si no fuera por esa clausula.

– ?Que clausula? -pregunto Marcus.

Ese era el tipo de negociaciones en las que el era bueno. Habia aprendido que era mejor no precipitarse, siso quedarse al margen, escuchando, concentrandose en lo esencial y comprobandolo todo.

Charles le dedico una mirada molesta.

– Mi madre puso un estupido codicilo en el testamento. Yo me marche antes de que el abogado terminara de leerlo, pero se que lo hizo.

– Hablame de ello -pidio Marcus con amabilidad.

– No es asunto tuyo.

– Hablame de ello.

– Si me caso, heredare -intervino Rose, apenada-. No tiene ningun sentido. Justo antes de que Hattie se marchara para venir aqui, sali con uno de los granjeros de la zona. Solamente tuvimos un par de citas, pero fue bastante para que Hattie creyera que me iba a casar. Como si pudiera hacerlo. Pero ella pensaba… Bueno, se preocupaba por mi, la pobre tia Hattie. Pensaba que me pasaria la vida cuidando de mi familia, sin preocuparme por mi misma. Por eso anadio esa estupida clausula; si estoy casada, heredare. Creyo que casandome disfrutaria mas de la vida. Pero es imposible.

– ?No podras casarte… nunca?

– ?En una semana? -Rose se rio amargamente-. Hattie estaba muy enferma. Incluso se le empezo a ir la cabeza antes de abandonar Australia. Por eso probablemente Charles pudo convencerla para que viniera. Estaba aqui sola, y Charles pudo presionarla para que le dejara la granja. Asi que escribio un testamento dejandoselo todo pero, segun parece, anadio un codicilo cuando Charles la dejo sola con el abogado. La clausula dice que si me caso antes de una semana de su muerte, la granja pasara a ser mia. Pero… ?una semana? Tal vez quisiera decir un ano. Bueno, en cualquier caso, dijo una semana, y el plazo se acaba el miercoles -volvio a mirar a su primo, aunque estaba segura de lo que este iba a decir.

– Charles, por favor.

– Vete. Me estas haciendo perder el tiempo -Charles se levanto, se aliso el chaleco y se dirigio a la puerta.

Marcus lo observo. A su obesidad se anadia su corta estatura, lo que le hacia parecer una bola de grasa. Un baboso.

– Siento que le haya hecho perder el tiempo, senor Benson -le dijo Charles-. Vuelve a la granja, Rose, a donde perteneces. Disfruta las pocas semanas que quedan antes de que se venda. Pero hazte a la idea de que estara en el mercado en cuanto acabe la semana.

– Siento haberte hecho perder el tiempo.

Habian permanecido en silencio hasta que salieron a la calle. El sol brillaba con fuerza y Rose parpadeo, como si creyera que el sol no podia existir en un lugar como aquel.

– Deduzco que la granja se puede vender por un precio elevado -dijo Marcus suavemente.

– ?Que? Ah, si. Ya oiste lo que dijo.

– Entonces quedaras en una posicion acomodada.

– No, no sera asi.

– ?Tienes alguna aptitud profesional? -pregunto el-. ?Una carrera?

– Si. Soy granjera.

– ?Y no puedes conseguir trabajo en algun sitio? ?En alguna granja?

– ?Estas bromeando? ?Con cuatro ninos? ?Quien me contrataria? -dijo Rose.

– ?Cuatro ninos? -pregunto Manais con cautela, y ella se encogio de hombros, como si no fuera asunto suyo. En realidad, no lo era. O no deberia serlo.

– Mira, ya te dije que lo siento -ella inspiro profundamente-. Pero ya es suficiente. Has sido muy amable conmigo, mucho mas de lo que podria haber esperado. Gracias a ti he podido ver a Charles y pedirle lo que necesitaba pedirle. Sabia que seria inutil, pero tenia que intentarla Por los chicos. Ahora tengo que pensar en enterrar a la tia Hattie con todo el amor del que sea capaz y despues volvere a Australia. Fin de la historia.

– ?Tienes cuatro hijos? -tal vez no fuera de su incumbencia, pero tenia que saberlo. ?Cuantos anos tendria Rose? ?Veinticinco? ?Veintiseis?

Cuatro hijos. Su mirada se poso involuntariamente en la cintura de Rose. No, no podia ser.

– ?Que estas mirando? -pregunto ella.

– Tu figura -admitio con una sonrisa-. Te conservas muy bien para tener cuatro hijos.

Ella abrio mucho los ojos. Parecia sorprendida. Y entonces su rostro, que hasta ese momento habia estado en tension, se transformo con su risa. Tema la sonrisa mas maravillosa del mundo. Y la risa mas maravillosa.

– ?Crees que soy una madre soltera con cuatro hijos?

– Bueno…

– Son mis hermanos -le dijo-. Daniel, Christopher, William y Harry. Tienen veinte, dieciocho, quince y doce anos respectivamente. Todos son estudiantes, y la granja los mantiene. Bueno, supongo que soy yo quien los mantiene. Ellos me ayudan, pero la mayoria de las cosas las hago yo. Hasta ahora. A partir de ahora, supongo que con lo que saquemos de la venta podran seguir estudiando, pero Dios, sabe donde viviremos. Las vacaciones de la universidad duran cuatro meses, y es entonces cuando somos una familia. A Harry le encanta la granja. Se le partira el corazon si tenemos que irnos.

Marcus la miraba en silencio, con incredulidad. ?Rose mantenia a cuatro hermanos? ?Cielo santo! Era demasiada carga para unos hombros tan pequenos. Hizo una mueca y Rose forzo una sonrisa.

– Ya te lo dije. Es mi problema, no el tuyo.

– Siempre podrias casarte -dijo Marcus con voz debil, y Rose esbozo una sonrisa con pesar.

– ?Antes del miercoles? No lo creo. Es un codicilo estupido redactado por una anciana confusa que estaba desesperada por hacer las cosas bien para todos. Y eso era imposible -Rose le dio la mano con un gesto de despedida-. Muchas gracias por ayudarme. Te estoy realmente agradecida. Adios.

Se dio la vuelta y se alejo de el con las muletas por la acera, que estaba llena de gente que iba de compras.

Marcus se quedo observando su cabello, su silueta y la hermosa curva de su cuello. Era una mujer fuerte. Como David y Goliat, penso de nuevo, pero aquella vez no habia honda. No habia ningun tipo de arma.

Rose se habia despedido. No esperaba nada de el, y estaba sola de nuevo. Pero Marcus no podia aceptarlo. No tenia ni idea de lo que estaba haciendo, pero sabia que tenia que hacerlo.

– Rose, espera -la llamo. Ella se detuvo y se giro.

– ?Si? -estaba delgada y palida, y casi parecia eterea, como si fuera a desvanecerse.

Y eso era lo que el queria… ?o no? Marcus nunca se involucraba. Habia hecho una promesa mucho tiempo atras y nunca habia estado tentado de romperla. Hasta ese momento, cuando las posibilidades eran romper la promesa o ver como Rose regresaba a Australia con sus problemas.

Marcus ni siquiera sabia cuales eran sus problemas. Casi no la conocia a ella. Tenia un trato millonario que cerrar, una cita aquella noche con una mujer por la que muchos hombres matarian, tenia una vida en Nueva York…

Rose lo miraba con actitud interrogante. Estaba esperando a que por fin la dejara libre y pudiera marcharse.

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