Ese hombre era la personificacion del sexo. No era justo que fuera tan… tan… Andreas.

– Estas muy guapa -murmuro el al tiempo que iba a su encuentro.

– Estoy exactamente igual que ayer.

– No del todo. Se te esta empezando a pelar la nariz.

– Deja en paz mi nariz.

– Es que es tan bonita…

– Andreas… -le temblo la voz y tuvo que retirarse para que no le tocara la nariz.

– ?No has tenido un buen dia? -le pregunto, con cara de preocupacion.

– ?Tu que crees? -replico ella-. Me das esas opciones tan terribles y luego te vas, dejandome sin otra cosa que hacer que no sea pensar y pensar y pensar.

– ?Y que has pensado? -pregunto, mucho mas serio.

Ella intento concentrarse.

?Que habia pensado?

– Que estas loco -murmuro-. Que lo que me pides es inconcebible y esta totalmente injustificado.

Para sorpresa de Holly, Andreas sonrio y le dio un beso en la frente; despues la acompano hasta su silla.

– Estoy de acuerdo. Despues de dejarte anoche me di cuenta de que lo que estabamos pidiendo no era justo, que mi familia y yo eramos los unicos beneficiados. Tu puedes jugar a ser princesa, pero se que, precisamente para ti, eso no es ningun regalo.

Holly tuvo la sensacion de que le faltaba el aire. Andreas le ofrecio la silla y espero hasta que se hubo sentado.

– ?Entonces? -pregunto ella.

– Entonces… -comenzo a decir con voz seria mientras rodeaba la mesa para dirigirse a su silla.

– ?Puedo irme a casa?

– Veras, no, no puedes -dijo en tono de disculpa-La vida de mucha gente cambiaria de manera irrevocable si te niegas a casarte conmigo.

– Entonces no ha cambiado nada.

– Solo mi actitud -respondio suavemente-. Y las reglas. Me he pasado el dia negociando. Ah, y de compras.

– ?De compras? -repitio mirandolo a los ojos-. Estas de broma.

Andreas volvio a sonreir.

– ?Sophia?

Nikos habia vuelto a la cocina con su esposa, pero enseguida aparecio para abrirle la puerta a Sophia.

Sophia llevaba…

Un perrito.

No era solo un perrito. Holly se levanto, completamente atonita al ver la criatura que llevaba en brazos el ama de llaves. Era un collie de unas diez o doce semanas, de pelaje blanco y negro, unos enormes ojos llenos de inteligencia y una cola que movia como si fuera un helicoptero.

– Ya le ha tomado carino, Alteza -dijo Sophia a Andreas con gesto de reprobacion-. No le ha gustado que lo dejara en la cocina. Mire. En cuanto ve a Su Alteza, empieza a mover la cola.

– ?Que…? -Holly apenas podia hablar.

– Veras, pense que faltaba algo -explico Andreas. No fue hacia el perro, sino que se separo y observo el rostro de Holly-. Ayer cuando te vi pense que faltaba algo y luego… luego me di cuenta. Desde el momento que te vi por primera nez. en Munwannay, siempre tenias una sombra. Siempre. Una sombra blanca y negra que te acompanaba alla donde fueras. Deefer, creo que se llamaba asi.

– Deefer -repitio, pensativa-. Era un collie como este.

– Mis investigadores nunca mencionaron que hubiera ningun perro en tu casa -dijo sin apartar la mirada de ella.

– No he vuelto a tener perro desde que murio Deefer.

Andreas fruncio el ceno.

– Ya era viejo cuando yo estuve alli.

Si -dijo ella, tratando de no echarse a llorar. Lo cierto era que Deefer habia muerto poco despues que Adam. Primero su hijo y luego el perro…

– ?Puedo preguntarte por que no te hiciste con otro perro?

– Mi padre no queria.

El cachorro estaba muy inquieto y Holly estaba deseando acercarse a acariciarlo.

Sin embargo, no iba a hacerlo. No iba a darle ese gusto a Andreas.

– Pero en una granja… -dijo el, que parecia seguir esperando una explicacion.

Holly iba a intentar darsela.

– Si, pero… tambien era el capricho de mi padre. Deefer tenia un pedigri de un kilometro, como todos nuestros perros. Mi padre jamas habria consentido tener un perro que no fuera de raza, y los perros con pedigri costaban una fortuna. Asi que no me permitio tener otro perro.

– No te lo permitio… -Andreas parecia estar considerando la idea-. Sin embargo, por lo que me dijeron, tu hacias todo el trabajo.

– Pero era la granja de mi padre, el tomaba las decisiones.

– Las decisiones que llevaron la granja a la ruina, en lugar de venderla cuando aun podia hacerlo.

– Tambien fue decision mia -replico-. ?Crees que no tenia alternativa? A mi me encantaba vivir alli. Aun me encanta. Adam todavia esta alli… y yo quiero volver a mi casa.

Holly tomo aire y apreto los punos para intentar no perder el control mientras Andreas, Sophia y Nikos la observaban.

Entonces, como si acabara de tomar una decision, Andreas agarro al cachorro y se lo llevo.

– Sientate -le pidio.

Ella lo hizo porque no sabia que otra cosa hacer. El le puso el perro sobre las rodillas.

– Este es mi voto matrimonial -dijo suavemente y cuando vio que Nikos y Sophia se disponian a dejarlos solos, les hizo un gesto para que no lo hicieran-. Quiero testigos. Esto no debe hacerse publico, pero se que vosotros sereis discretos. Holly, te estoy pidiendo que te cases conmigo por el bien de nuestro pueblo, por nuestro pais. Pero te aseguro que no te obligare a seguir siendo mi esposa ni un momento mas del necesario. En cuanto esto haya acabado, cuando todo el mundo haya visto que he hecho lo que debia y no puedan reclamarle nada a mi familia, podremos dejar atras el pasado… y tu podras volver a casa, a Munwannay.

– Volver…

– Ayer me ofreci a saldar las deudas de tu padre -siguio diciendo-. Y despues de estar contigo anoche, pense en todo lo que habias tenido que vivir tu sola y me di cuenta de que no era suficiente. Asi que te ofrezco recuperar tu vida. Aqui tienes a Deefer Dos -dijo con una sonrisa-. O como tu quieras llamarlo. Y te doy tambien Munwannay. Ya lo he arreglado todo para que mis abogados compren la propiedad de inmediato al precio que pedias. Tendras la escritura el dia que nos casemos. Tambien firmaremos un acuerdo lo bastante generoso para que puedas volver a poner la granja en marcha comodamente, con todo lo que puedas necesitar en los proximos cincuenta anos. No puedo ceder en la necesidad de que te cases conmigo, Holly. Debes hacerlo, pero creo que esto es lo mas justo que puedo hacer. Solo tienes que decir que si.

Holly levanto la mirada, estaba completamente atonita. Deefer Dos se movio en sus brazos y, sin darse cuenta, comenzo a acariciarlo. El perro se estiro y le agradecio las caricias lamiendole la cara de la barbilla a la frente.

Hacia anos que no le daba un beso un perro. Y la noche anterior… la habia besado un principe.

Tenia que pensar las cosas de una en una. Las escrituras de propiedad de la granja, casarse con un principe… Los perros eran mas faciles.

– ?Como has encontrado…?

– Me pase toda la noche buscando -admitio Andreas riendose-. Queria un collie de pura raza que se pareciera a Deefer, incluyendo la manchita blanca en la punta de la cola. Puse a buscar a todos los empleados de palacio y al amanecer empezaron a llamar a los criadores de Europa -meneo la cabeza-. No tienes idea… Pense que el diamante Stefani tenia un valor incalculable, pero lo que hemos tenido que hacer para conseguir este perro…

Pero lo habia hecho. Su principe. Su Andreas.

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