– ?Lo que sentimos?

Billie se echo a reir.

– No. Mis lagrimas. Por primera vez en mi vida un hombre me dice que me quiere y solo se me ocurre llorar.

– Tus lagrimas me conmueven profundamente. No eres una mujer de lagrima facil.

Eso era cierto.

– Las guardo para ocasiones especiales.

– Como esta.

– Nunca he tenido una ocasion como esta.

Jefri se acerco de nuevo a ella y la beso.

– Eres magica -dijo-. No esperaba conocer a nadie como tu. Ahora no.

Ahora que estaba comprometido.

Torcio los labios. Dio un paso atras y apreto los punos.

– Esto es una locura. Ire a verla y le dire que no puede ser. Tu eres la mujer que quiero en mi vida, no ella.

Las palabras eran una exquisita tortura, penso ella, mientras el peso del dolor casi la hizo caer de rodillas.

– No puedes -dijo ella, obligandose a decir la verdad mientras le quedaran fuerzas-. Ella te quiere. No vive mas que por ti. Solo habla de tener tus hijos, de envejecer a tu lado y de su deber con tu pais.

– No sabe que es el amor.

– He intentado convencerla de que si quiere puede tener una vida diferente -reconocio Billie -. Una profesion, libertad para viajar, incluso conocer a un hombre que la ame, pero tu eres su mundo y los dos tenemos que respetarlo.

– ?Y por eso tenemos que ser los tres desgraciados?

Billie no queria pensar en eso.

– El tiempo lo cura todo.

– ?Crees que con el tiempo llegare a amarla? Sabiendo lo que siento por ti, ?crees que algun dia podre amarla? No puede haber dos mujeres mas diferentes.

– Tienes que intentarlo.

Jefri la abrazo una vez mas y la beso.

– Sera imposible -susurro despues -. ?Y tu? ?Buscaras a otro hombre?

– Tendre que hacerlo -dijo ella, bajando los ojos-. Quiero tener una familia. Quiero tener hijos.

Jefri le dio la espalda. Billie sintio su dolor como si fuera el suyo propio.

– Lo siento.

– No, tienes razon. Soy un tonto. Quiero tener lo que no puedo y me niego a aceptar nada que no sea eso.

Entonces se volvio hacia ella y se metio una mano en el bolsillo.

– Tengo una cosa para ti. La llevo desde hace tiempo, pero no estaba seguro de que la aceptaras.

Extrajo una pulsera de oro tallada e incrustada con piedras preciosas.

– Pertenece a una coleccion muy antigua. Esta es de principios del siglo X.

Billie tomo la deslumbrante pulsera y la giro en la mano.

– No se puede abrir.

Jefri sonrio.

– Ahi esta parte de su encanto. Es una version efe una pulsera de esclavas. El mecanismo para abrir estaba oculto en el diseno. Algunas se hacian para las mujeres del haren. Asi si escapaban se sabia que eran propiedad del rey. Otras, como esta, se hacian para la mujer que poseia el corazon del rey. Ofrecian proteccion y eran un salvoconducto en todo el pais. Quienes ayudaban a su propietaria eran recompensados.

Jefri volvio a meterse la mano en el bolsillo y saco una diminuta llave que colgaba de una delicada cadena de oro.

– ?Ves los diamantes que rodean el zafiro?

Billie asintio.

– La llave se mete aqui. Si decides llevar la pulsera, debes saber que aqui siempre tendras tu hogar. Cuando estes lista, quitatela.

Billie entendio perfectamente el significado de sus palabras. Cuando se enamorara de otro hombre, quitarse la pulsera seria la senal del olvido.

Deberia exponerse en un museo -dijo ella.

– Prefiero que la lleves tu.

Jefri abrio la pulsera y se la deslizo en la muneca. Despues la cerro. El frio metal encajo perfectamente en la delicada muneca de Billie.

Jefri le colgo la cadena al cuello y ella metio la llave debajo de la blusa.

– Ahora sabes que estas protegida -dijo el -. Si te pierdes solo tienes que pedir ayuda y te traeran hasta mi. Pase lo que pase, estes donde estes, aqui siempre habra un lugar seguro para ti. Incluso despues de mi muerte, mis herederos honraran la promesa de la pulsera hasta el dia de tu ultimo aliento.

Jefri recito las palabras como si fueran una oracion, o un juramento. Billie le tomo la mano en las suyas y se apoyo en el.

– No se si soy bastante fuerte para hacer esto. Quiza lo que quiero es huir contigo y que nos olvidemos del mundo.

Jefri le rozo los labios con los dedos.

– Solo tienes que decirlo.

Billie miro la pulsera y despues a el y supo que lo decia en serio. Si ella se lo pedia, el lo dejaria todo por ella. ?Pero a que precio? ?A cuantas personas harian dano? No solo a Tahira. Tambien al resto de su familia. ?Y cuanto tiempo soportaria el estar separado de ellos?

– Dilo -repitio el.

Billie respiro profundamente, tratando de sacar fuerza de donde solo habia dolor.

– No.

– ?Esta segura? -pregunto el, con una inmensa tristeza.

No lo estaba, pero asintio porque era lo unico que podia ser.

– Por favor, llevame al palacio -susurro ella-. Voy a necesitar un bano caliente y un monton de chocolate para superar este dia.

Jefri la beso.

– Te querre siempre.

– Y yo tambien.

Regresaron al palacio en la limusina. Billie se acurruco junto a el, apoyando la cabeza en su hombro. Cerro los ojos para no ver la ciudad que habia llegado a amar, sabiendo que el tiempo que le quedaba en ella era limitado. Sintio el peso de la pulsera en la muneca y se pregunto cuanto tiempo pasaria hasta que estuviera dispuesta a quitarsela.

Se imagino de anciana, apareciendo en las puertas del palacio y pidiendo refugio. Un joven principe apareceria y le hablaria de la muerte de su padre, y de como la habia amado hasta el final. Despues la llevaria a una magnifica habitacion donde ella descansaria los ultimos dias de su vida.

Todo muy romantico, penso, y muy tragico. Ademas, ella queria pasar los ultimos dias de su vida rodeada de una numerosa familia, no sola en un pais extranjero donde no conocia a nadie.

Por eso, con el tiempo tendria que encontrar la forma de olvidar y buscar a un hombre que la hiciera feliz. Aunque quiza no necesitara a un hombre. Podia adoptar y formar una familia ella sola. Tenia mucho que ofrecer, un gran corazon y mucho amor.

La limusina entro en el palacio. En ese momento, varios guardias se acercaron e indicaron al conductor que se detuviera.

La puerta trasera se abrio.

– Disculpe, principe Jefri, tenemos ordenes de registrar todos los vehiculos.

Jefri bajo del coche, y Billie lo siguio. A unos pocos metros, estaba su padre hablando con un hombre. Al

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