habria dejado que lo tocara.

– Tienes una expresion muy extrana -dijo ella.

– Claro.

Empezaba a estar bastante preocupado. Mantener aquella situacion bajo control iba a resultar mas dificil de lo que habia imaginado.

– Deberias tener cuidado -continuo el -. En cuanto se sepa que eres hija de Hassan, tu mundo cambiara por completo.

– Ni siquiera sabemos si soy su hija.

– ?Es que todavia lo dudas?

– Bueno, me gustaria dudarlo… aunque en el fondo, se que lo soy.

– Ten cuidado de todas formas. Los medios de comunicacion se fijaran en ti y entonces apareceran todo tipo de hombres que querran aprovecharse de tu situacion.

Zara sonrio.

– Yo no tengo nada que ofrecer. Ser hija de Hassan no cambiara eso.

– Te equivocas. Tienes contactos con la familia real. Tu padre es rey y tu seras princesa. Ademas, Hassan te hara rica en un abrir y cerrar de ojos.

– Si me hubieran dicho algo asi cuando estaba en casa, me habria dejado llevar por la imaginacion y habria pensado en todo lo que se puede hacer con dinero. Pero ahora, eso solo me asusta. ?Puedo hacer algo para impedir que me de dinero?

– No lo creo. Es muy tozudo.

– Genial. Es decir, que ahora voy a empezar a ser popular por motivos equivocados… ?Y como podre saber si la gente se interesa por mi o solo por ser hija del rey?

– No tengo respuesta para esa pregunta.

Zara asintio.

– Bueno, es muy tarde y debemos dormir un poco. Has sido encantador al quedarte aqui y darme conversacion, pero supongo que estaras deseando volver a la cama.

Rafe estaba deseando ir a la cama. Pero no precisamente solo.

– Buenas noches, Zara.

– Buenas noches.

Cuando Zara desaparecio en el interior de su suite, Rafe se volvio a sentar en el banco y contemplo las estrellas.

Estaba demasiado excitado para dormir. Y cuando por fin consiguio cerrar los ojos, faltaban pocos minutos para el amanecer.

A la tarde siguiente, poco antes de las dos, alguien llamo a la puerta de las estancias de Zara y Cleo. La manana habia transcurrido sin mas sobresaltos que una intensa reunion con su padre, el rey, quien le habia proporcionado libros e informes sobre diversos aspectos de la vida en Bahania. Pero Sabrina no habia cumplido su promesa de prestarles algo de ropa.

Cleo abrio la puerta y enseguida entraron tres mujeres que hablaban en frances, seguidas por un tropel de criados con un monton de cajas, que dejaron por todas partes. Estaban llenas de ropa, zapatos y lenceria.

– Hola, me llamo Marie -dijo una pelirroja, sonriendo a Zara-. Ya veo que eres la princesa… Te pareces mucho a Sabrina. Y esta debe de ser tu hermana…

Marie estrecho la mano a las dos sorprendidas hermanas y acto seguido se fijo en el pelo de Cleo.

– Tienes un cabello precioso. Es natural, ?verdad?

– Si. Pero, ?que es todo esto?

– Sabrina nos llamo esta manana y nos dijo que necesitais ropa para la cena y que debeis estar perfectas.

Zara no habia querido pensar en la cena hasta ese momento. Estaba asustada y temia hacer el ridiculo.

– No lo entiendo. Efectivamente, necesitamos un par de vestidos -dijo Zara-. Pero habeis traido mucho mas…

– La princesa Sabrina ha insistido en que renovemos totalmente vuestro vestuario. Me ha dicho que venis de un clima frio y que no estais preparadas para el calor de Bahania.

Zara apreto los labios y bendijo a Sabrina por haber actuado con tanto tacto. Evidentemente, no habia querido decir eso; pensaba con razon que ni Cleo ni ella sabian vestir de forma elegante, pero habia buscado una excusa para no tener que dar explicaciones.

Zara se acerco a las cajas y echo un vistazo a uno de los vestidos. Todavia llevaba la etiqueta, asi que miro el precio. Costaba doce mil dolares.

– No podemos aceptarlo -le dijo en voz baja a su hermana-. Es demasiado.

Cleo fruncio el ceno.

– ?Se puede saber que te pasa? Entiendo que preferirias gastarte ese dinero en pagar el alquiler de la casa y en comida, pero no vas a pagarlo tu. Y ademas, necesitamos la ropa.

Marie debio notar su preocupacion, porque se acerco a ellas, despues de intercambiar unas palabras en frances con sus companeras, y pregunto:

– ?Que ocurre? ?No os gusta la ropa? Os aseguro que son originales de los mejores disenadores del mundo. Si quereis que cambiemos algo, lo haremos con mucho gusto.

– No se trata de la ropa -dijo Zara-. Es que no podriamos permitirnosla y no quiero aceptar semejante regalo.

– Querida Zara… la princesa ha sido muy explicita al respecto. Ha dicho que necesitais un vestuario nuevo. Y si rechazas la ropa, pensara que no estas satisfecha y es muy posible que nos despida a todas -explico Marie con total sinceridad-. Sin el patrocinio de la familia real, mi boutique no sobreviviria. Asi que te ruego que aceptes el regalo aunque solo sea por hacernos un favor.

– Una argumentacion indiscutible -observo Cleo.

– Pero no estoy segura de que deba creerla -comento Zara en voz baja.

– Hagamos una cosa. Quedemonos solo con lo necesario para esta noche y digamosle que estamos demasiado cansadas para elegir mas ropa ahora mismo.

Zara asintio. La propuesta de su hermana tenia sentido.

– Esta bien. Empecemos con la ropa de esta noche y dejemos lo demas para otro momento -dijo a Marie.

Marie suspiro, aliviada.

– Por supuesto.

Marie y sus ayudantes empezaron a sacar la ropa y zapatos que habian llevado. Como la princesa Sabrina les habia dado sus tallas, no tuvieron problemas al respecto.

Pero Zara no tardo en descubrir que ninguna de las tres mujeres tenia sentido de la verguenza, porque enseguida se encontro totalmente desnuda, sin mas prenda que las braguitas. Y aunque ella reacciono de forma recatada, cruzandose de brazos para que no vieran sus senos, nadie le presto la menor atencion.

– Eres muy delgada, asi que deberiamos buscarte algo llamativo -dijo Marie-. En cuanto a tus pechos, son demasiado pequenos. Pero no es nada que no se pueda arreglar con un poco de relleno.

Marie le eligio un vestido morado francamente bonito, de seda, con una pronunciada abertura delantera que le llegaba casi a la cintura. Y aunque sus senos estaban perfectamente cubiertos por dos grandes tiras de tela, no podia girarse con rapidez sin que se viera demasiado.

– Vaya, tendremos que arreglarlo con papel celo…

– ?Como?

– Lo pondremos por dentro para que el vestido se pegue a tu piel -explico Marie-. Es un truco bastante habitual.

Cuando terminaron, ninguna de las dos quedo demasiado convencida. Asi que optaron por buscar otro vestido.

Al final, se decidieron por uno mas sencillo, tambien de seda, y de un tono color bronce.

– Este me gusta mucho -dijo Zara.

– Te queda muy bien. Ademas, tengo zapatos a juego.

Вы читаете El jeque y la princesa
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×