– Quiza, si te dieras un poco de tiempo, podrias acostumbrarte a la idea… -empezo a decir el.

– No lo creo. Me gustaria que siguiesemos siendo amigos, pero entenderia que tu no quisieras. Si esperabas mas…

– Lo esperaba -reconocio el.

Ella se sintio dominada por el remordimiento. No queria hacerle dano, pero tampoco podia pasar por alto como se sentia.

– Lo siento -se disculpo Dani antes de marcharse precipitadamente.

El Downtown Sports Bar estaba a rebosar para ser jueves: retransmitian partido de los Seahawks y habia mucha gente y ruido. Reid estaba detras de la barra y se inclino hacia Mandy, una de las camareras, para oir el pedido. Llevaba semanas sin trabajar, desde el articulo dichoso. Sus visitas al bar habian sido discretas y a horas intempestivas. Sin embargo, esa noche estaba sustituyendo a alguien que se habia puesto enfermo. Estaba aguantando muchas tonterias de los clientes, pero podia soportarlo.

Sirvio dos cervezas y tomo las botellas para hacer un martini de manzana. Puso las cantidades indicadas de licor, las revolvio con hielo, sirvio las copas de martini y las dejo en la bandeja de Mandy.

– ?Eh, Reid! -le grito un tipo.

Reid se dio la vuelta, pero no pudo saber quien lo habia llamado entre el gentio.

– ?Es verdad que eres un desastre en la cama?

Hasta ese momento, todos los comentarios habian sido en broma y amistosos. Ese fue el primer ataque directo. Se pregunto si ese tipo tendria agallas para dejarse ver. Entonces, unas personas se movieron y aparecio un hombre de treinta y tantos anos, bajo y calvo.

– ?Quieres comprobarlo en carne propia?

Se hizo un silencio seguido de una carcajada general.

– No… -balbucio el otro antes de alejarse abochornado.

– ?Hay alguien interesado? -pregunto Reid-. Aqui me teneis, estoy trabajando. Aprovechad la ocasion. Podre soportarlo.

– Si la mujer del periodico lo dijo… -se oyo.

– ?Quieres que lo confirme tu mujer? -pregunto Reid con una sonrisa-. Puede hacerlo.

El tipo farfullo algo, pero no se dejo ver.

– ?Alguien mas? Seguro que hay algo mas interesante que lo que he oido. Adelante, lanzad vuestros dardos.

– ?Por que no estas furioso? -le pregunto una mujer que estaba acodada en la barra-. Los hombres que conozco querrian arrancarle el corazon a esa periodista.

Reid sirvio unas cervezas que le habian pedido.

– Al principio, me saco de mis casillas y me abochorno -reconocio el-, pero luego me di cuenta de que daba igual. Fui pitcher durante muchos anos. Todo el mundo que veia un partido tenia una opinion de lo que hacia y como lo hacia. Sin embargo, nadie hizo nada ni remotamente parecido a lo que hice yo. Aprendi que siempre hay algun majadero que es muy bueno desde la barra de un bar o con un microfono, pero que no dura ni un segundo cuando juega un partido. Con el sexo pasa lo mismo.

La mujer sonrio y los hombres que estaban cerca se rieron.

– La cuestion es que si he estado con tantas mujeres, algo habre aprendido, ?no? -siguio Reid.

– A mi me consta, carino -le dijo la mujer con una sonrisa muy elocuente.

El no recordaba nada de lo que paso con ella. ?Que indicaba eso de el? Se imagino lo que diria Lori si se enterara de que no se acordaba de nada de lo que habia pasado con algunas mujeres. Ni siquiera las reconoceria entre varias.

Siguio sirviendo bebidas y charlando con los clientes. Nadie hizo mas chistes sobre el, pero casi ni se dio cuenta. Solo le importaba una opinion y la unica forma de conservarla a ella era siendo el tipo de hombre con el que querria pasar el resto de su vida.

Viernes por la tarde. Reid habia vuelto a casa de Gloria hacia las cuatro y media. Subio las escaleras de dos en dos. Lori trabajaria hasta las seis y despues se reuniria con el en sus habitaciones. Tenia grandes planes para esa noche. Habia pedido una cena fantastica y luego la seduciria tres o cuatro veces y tomarian el postre.

Como habia estado en el gimnasio, queria darse una ducha antes de que llegara ella. Entro en el dormitorio mientras se quitaba la camiseta y no pudo ver la sorpresa que le esperaba.

– Hola, Reid -le saludo una voz desconocida.

Se quedo paralizado, solto un juramento entre dientes y volvio a ponerse la camiseta. Tomo aliento y miro hacia la cama.

Vio a dos mujeres tumbadas. Dos mujeres jovenes, guapas y rubias. Retiraron la colcha, ahuecaron las almohadas y se quedaron desnudas sobre las sabanas. Completamente desnudas.

El casi ni vio los cuerpos y se fijo en las caras. Reconocio a las gemelas. Los tres habian pasado un fin de semana juntos y, luego, ellas habian pasado por la CNN para promocionar un libro. Tambien lo calumniaron un poco.

La de la derecha se irguio y fue a gatas hacia el borde de la cama.

– ?Estas enfadado con nosotras, carino? Fuimos malas. Muy malas. Puedes castigarnos…

Sus pechos grandes y perfectos oscilaban con cada movimiento. Tenia la piel muy blanca y los pezones casi rojos.

La de la izquierda sonrio.

– Puedes darnos unos azotes. Seria divertido.

El sintio muchas cosas distintas, pero domino el panico absoluto. ?Que pasaria si entraba Lori en ese momento? ?Que pensaria? No podria explicarlo de ninguna manera. No queria explicarlo, queria que se fueran.

– Vamos a divertirnos, Reid -susurro la primera mientras se mordia el labio inferior-. Desnudos y ardientes… Lo pasaras muy bien. Te lo prometo.

– Yo tambien -anadio su hermana.

Reid, sin importarle si parecia un idiota, se dio la vuelta y salio corriendo. Bajo las escaleras de tres en tres y encontro a Lori con su abuela. Le pidio hablar con ella. Lori lo acompano al pasillo.

– ?Que pasa? -pregunto ella-. Tienes una cara muy rara. ?Estas enfermo? ?Te duele algo?

El no supo que contestar. ?Como podia decirle la verdad? Ella no lo entenderia. Lori tenia principios. Unos los entendia y otros no, pero los tenia.

– Eres importante para mi -Reid la acaricio la mejilla-. Lo sabes, ?verdad?

– ?Que has hecho? -pregunto ella con los ojos entrecerrados.

– No he hecho nada. Lo juro. No he sido yo. No ha sido culpa mia.

– La eterna letania del hombre irresponsable.

– No lo es. Lori, me conoces. Sabes que soy un hombre integro. Nunca te haria dano.

– Cuentamelo -Lori se cruzo de brazos.

– Te deseo -Reid supo que estaba complicandolo todo, pero no sabia que decir-. Significas mucho para mi. Mas que mucho. Me gusta nuestra relacion y a ti tambien le gusta. Nunca haria nada que lo estropeara.

– Pero…

– Llegue a casa y subi a ducharme porque tu tambien ibas a subir. Entre en el dormitorio y ellas estaban alli. Yo no las deje entrar. Yo no estaba. Lo sabes, ?verdad? Estaba en el gimnasio. Ellas ya estaban alli.

Reid se callo y se preparo para la explosion.

– ?Quien estaba alli?

– Esas dos mujeres. Las gemelas. Queria que se fueran, pero no he sabido como sacarlas. Me ha dado miedo de que si decia algo lo tomaran como una insinuacion.

El no pudo interpretar su expresion. Algo destello en sus ojos, pero desaparecio antes de que pudiera reconocerlo.

– ?Estan arriba? -pregunto ella.

– En mi cama. Desnudas.

– ?Hay dos mujeres desnudas en tu cama? -pregunto ella con los ojos como platos.

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