El no cedia. Ella giro la cabeza y fingio contemplar el paisaje. Aunque aun no le habia dicho que se bajara del coche, tarde o temprano lo haria. A menos que consiguiera que le interesara tenerla a su lado.

Dean pago la comida rapida con un par de billetes de veinte dolares y le dijo al chico de la ventanilla que se quedara con el cambio. Blue contuvo las ganas de saltar y quitarle el dinero. Habia trabajado en sitios como ese bastantes veces, y las propinas eran bienvenidas, pero esa era demasiado.

Unos kilometros mas adelante encontraron un merendero al lado de la carretera, con varias mesas dispuestas bajo la sombra de los alamos. El aire se habia vuelto frio y ella cogio una sudadera de la bolsa mientras Dean se encargaba de sacar la comida. Blue no habia comido desde la noche anterior y el olor de las patatas fritas le hizo la boca agua.

– Aqui tienes el perrito caliente -le dijo el cuando se acerco.

Habia pedido lo mas barato del menu, asi que supuso que con dos dolares y treinta y cinco centavos deberia llegar.

– Esto deberia cubrir mi parte.

El observo con manifiesta aversion el monton de monedas.

– Invito yo.

– Siempre pago mi parte -insistio ella con terquedad.

– No esta vez -le devolvio el dinero-. Sin embargo, puedes hacerme un retrato.

– Mis bocetos valen mucho mas que dos dolares con treinta y cinco centavos.

– No te olvides que la gasolina va a medias.

Quiza no era un mal trato despues de todo. Mientras los coches volaban por la carretera, ella saboreo otro mordisco del grasiento perrito. El dejo a un lado su hamburguesa y saco una BlackBerry. Miro frunciendo el ceno a la pequena pantalla mientras comprobaba su correo electronico.

– ?Algun antiguo novio te esta dando la lata? -pregunto ella.

Por un momento se la quedo mirando con una expresion vaga, luego nego con la cabeza.

– Es el ama de llaves de mi casa de Tennessee. Me tiene al corriente de todo a traves de correos electronicos, no importa las veces que la llame, solo consigo comunicarme con ella por e-mails. Llevamos asi dos meses, y aun no he hablado con ella en persona. Es muy raro.

Blue no podia ni imaginarse lo que seria ser duena de una casa, y mucho menos tener contratada a un ama de llaves.

– Mi administradora me ha asegurado que la senora O'Hara es estupenda, pero estoy hasta las narices de comunicarme por internet. Me gustaria que, aunque solo fuera por una vez, esa mujer cogiera el maldito telefono. -Siguio revisando sus mensajes.

Blue queria saber mas cosas de el.

– Si vives en Chicago, ?como has terminado comprando una casa en Tennessee?

Pase por alli con algunos amigos el verano pasado. Habia estado buscando algo en la costa oeste, pero vi la granja y la compre.

– Coloco la BlackBerry encima de la mesa-. Esta en medio del valle mas hermoso que he visto nunca. Es un lugar muy privado. Tiene un estanque y un granero con establos, lo que me viene muy bien pues siempre he querido tener caballos. La casa necesita algunas reformas, asi que la administradora busco a un contratista y contrato a la senora O'Hara para supervisarlo todo.

– Si tuviera una casa, me ocuparia de ella personalmente.

– No puedo quejarme. Le envio fotos por correo con muestras de pintura. Tiene un gran gusto y me guio mucho por sus ideas.

– Aun asi, no es lo mismo que estar alli.

– Exacto, por eso he decidido hacerle una visita sorpresa. -Abrio otro correo electronico, fruncio el ceno y saco el movil. Unos momentos despues, tenia a su presa al telefono-. Heathcliff, he recibido tu e-mail, y no quiero hacer ese anuncio de colonia. Despues del asunto de Zona de Anotacion, esperaba mantenerme alejado de toda esa mierda. -Se levanto y se alejo dos pasos de la mesa-. Puede que alguna bebida deportiva o… -Se interrumpio. Segundos despues, su boca se curvaba en una lenta sonrisa-. ?Tanto? Joder. Tener esta cara bonita es como abrir una caja registradora.

Fuera lo que fuese lo que le contesto la otra persona hizo reir a Dean; un sonido ronco y muy masculino. El apoyo una de las botas en un tocon.

– De acuerdo. Mi peluquero odia que me retrase, y tengo que ponerme reflejos. Dales besos a tus pequenos diablillos. Y dile a tu esposa que la invito a lo que sea cuando regrese. Solo Annabelle y yo. -Con una risita satisfecha, cerro el telefono y se lo metio en el bolsillo-. Era mi agente.

– Me encantaria tener un agente -dijo Blue-. Asi podria hablar de mi por ahi. Pero supongo que no soy el tipo de persona que interesaria a un agente.

– Seguro que tienes otras cualidades.

– Cientos -dijo ella sombriamente.

Dean tomo la interestatal tan pronto como se incorporaron a la carretera. Blue se percato de que se estaba mordiendo la una del pulgar y con rapidez dejo las manos en el regazo. El conducia muy rapido, pero mantenia la mano firme sobre el volante, tal como a ella le gustaba conducir.

– ?Donde quieres que te deje? -pregunto el.

Ahi estaba la pregunta que habia estado temiendo todo el rato. Fingio considerar la idea.

– Por desgracia no hay ciudades demasiado grandes entre Denver y Kansas City. Supongo que Kansas City servira.

Dean le dirigio una de esas miradas de «?a quien crees que estas enganando?».

– Estaba pensando en la proxima gasolinera.

Ella trago saliva.

– Pero eres el tipo de persona que disfruta con la compania, y te aburriras si viajas solo. Yo puedo entretenerte.

Los ojos de Dean bajaron a sus pechos. ? A que clase de entretenimiento te refieres exactamente? -Juegos para viajes -dijo ella con rapidez-. Conozco un monton, -El bufo, y ella siguio hablando muy deprisa-. Ademas soy una gran conversadora, y puedo librarte de los admiradores. Evitare que todas esas mujeres pierdan el tiempo lanzandose sobre ti.

Sus ojos grises azulados destellaron, pero ella no supo si fue por irritacion o por diversion.

– Me lo pensare -dijo el.

Para sorpresa de Dean, Castora continuaba en el coche cuando esa noche abandono la interestatal en algun lugar al oeste de Kansas para seguir las indicaciones de un cartel que llevaba al hostal Los Buenos Tiempos. Ella se incorporo cuando el entraba en el aparcamiento. Mientras habia estado dormida, Dean habia tenido tiempo de sobra para observar el tamano y movimiento de los pechos ocultos por la camiseta. La mayoria de la mujeres con las que pasaba el tiempo se los habian aumentado hasta cuatro veces el tamano original, pero Castora no era una de ellas. Conocia a tios que les gustaban asi -caramba, el habia sido uno de ellos-, pero hacia mucho tiempo que Annabelle Granger Champion le habia aguado la diversion.

«Son los hombres como tu que se pasan el tiempo babeando por las mujeres con unos pechos de silicona de ese tamano, los que incitan a las pobres chicas inocentes con unos senos perfectamente normales a hacerse un aumento de mama. Las mujeres deberian concentrarse en expandir sus horizontes, no sus senos.» Aquello lo habia hecho sentirse mal por todas las operaciones de aumento de pecho, pero Annabelle era asi. Tenia opiniones muy definidas, y no se andaba con chiquitas. Annabelle era una buena

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