Lorenzo Gage era pecaminosamente apuesto. Su cabello oscuro, abundante y aterciopelado y sus ojos azules, frios y penetrantes, le daban un fiero aspecto. Sus finas cejas negras, que dibujaban sugestivos angulos, y su frente hablaban de una antigua aristocracia tenida de corrupcion. Sus labios eran cruelmente sensuales y sus mejillas podrian haber sido talladas con el cuchillo que empunaba.

Gage se ganaba la vida matando gente. Su especialidad eran las mujeres. Mujeres hermosas. Les pegaba, las torturaba, las violaba y asesinaba. A veces, con una bala directa al corazon. Otras, rebanandoles el cuello. Una de dos.

La pelirroja que yacia sobre la cama llevaba tan solo bragas y sujetador. Su piel brillaba como el marfil sobre las sabanas negras de raso mientras la miraba.

– Me has traicionado -dijo el-. No me gusta que las mujeres me traicionen.

La mujer lo miro aterrorizada. Mejor asi.

El se inclino sobre la cama y aparto la sabana de sus muslos con la punta del cuchillo. Aquel gesto helo la sangre de la mujer. Grito, se levanto de un brinco y corrio hacia la puerta de la habitacion.

A Gage le gustaba cuando se resistian, por lo que la dejo alcanzar la puerta antes de atraparla. Ella lucho por liberarse. Cuando el se aburrio de su resistencia, le torcio el brazo. Un violento bofeton la lanzo sobre la cama, con aquellos adorables muslos abiertos. El no mostro emocion alguna mas alla de un sutil parpadeo de anticipacion. En ese momento, sus carnosos labios esbozaban una cruel sonrisa, y con una mano se abrio la hebilla plateada del cinturon.

Gage se estremecio. Su estomago era impredecible cuando llegaba la parte de las atrocidades, sabiendo, al contrario que el resto de los espectadores, que iba a suceder. Habia esperado que el doblaje al italiano le distrajese lo suficiente de la carniceria que aparecia en la pantalla y le permitiese ver su ultima pelicula, pero los vestigios de una desagradable resaca combinados con los serios efectos del jet- lag conspiraron en su contra. No era facil ser el psicopata preferido de Hollywood.

En los viejos tiempos, John Malkovich habria hecho el trabajo, pero desde el momento en que el publico poso los ojos en Ren Gage, quiso seguir viendo aquella seductora cara de malvado. Hasta esa noche habia evitado ver Alianza sangrienta, pero dado que las criticas habian dejado la pelicula por los suelos, decidio echarle un vistazo. Craso error.

Violador, asesino en serie, maton a sueldo. Una forma diabolica de ganarse el pan. Ademas de todas las mujeres de las que habia abusado hasta la muerte, habia torturado a Mel Gibson, golpeado a Ben Afleck en las rodillas con una barra de hierro, provocado una herida casi mortal a Pierce Brosnan, y perseguido a Denzel Washington con un helicoptero dotado de armamento nuclear. Incluso habia matado a Sean Connery. Arderia en el infierno por ello. Nadie se la jugaba a Sean Connery.

Aun asi, las grandes estrellas solian acabar con el antes de que finalizase la pelicula. A Ren lo habian apaleado, quemado, decapitado y castrado; y eso dolia. Ahora estaba siendo publicamente vilipendiado por haber hecho que la actriz preferida de America se suicidase. Aunque deberia tenerse en cuenta que no se trataba de la vida real. ?O si? Su propia, real y jodida vida.

Todos aquellos gritos retumbaron en su cabeza. Alzo la vista hacia la pantalla a tiempo de ver el chorro de sangre cuando la pelirroja paso a mejor vida. Mala suerte, carino. Eso es lo que pasa cuando te atrapa una cara bonita.

Ni su cabeza ni su estomago podian resistirlo por mas tiempo, asi que salio del oscuro cine. Sus peliculas eran un gran negocio a escala internacional, y mientras se mezclaba con la multitud que disfrutaba de la templada noche florentina echo un vistazo alrededor para asegurarse de que nadie le reconocia; los turistas y los lugarenos estaban demasiado ocupados disfrutando de las ajetreadas calles como para reparar en su presencia.

Lo ultimo que deseaba era tener que verselas con sus admiradores, de ahi que se hubiese tomado su tiempo para modificar su aspecto antes de salir del hotel, a pesar de que su cara evidenciaba los efectos de haber dormido menos de dos horas. Se habia puesto lentes de contacto de color castano para ocultar sus inconfundibles ojos azul plateado y llevaba el pelo suelto; todavia largo y lustroso debido a la pelicula cuyo rodaje en Australia habia finalizado dos dias atras. Tampoco se habia afeitado, esperando que de ese modo pasasen desapercibidas las lineas de su mandibula, marca de sus ancestros, los Medicis. Aunque preferia llevar vaqueros, se vistio segun los canones de un italiano acomodado: camisa negra de seda, pantalones oscuros y unos exquisitos mocasines con un rasguno en uno de los talones, debido a que era tan poco cuidadoso con la ropa como con las personas. Tratar de pasar inadvertido era una experiencia relativamente nueva. Por lo general, si habia algun foco por los alrededores, le gustaba ponerse al alcance de su luz. Pero no en ese momento.

Lo mejor era regresar al hotel y dormir hasta el mediodia, pero se sentia inquieto. Si sus colegas hubiesen estado por alli, tal vez podrian haber ido a un club; aunque tal vez no. Los clubes habian perdido todo su atractivo. Por desgracia, Gage era un ave nocturna, por lo que no imaginaba que podria hacer al respecto.

Paso frente al escaparate de una carniceria. La cabeza disecada de un jabali le miro a traves del cristal y el aparto la vista. Los ultimos dos dias habian sido un desastre. Karli Swenson, de la que habia sido novio hacia un tiempo, una de las actrices preferidas de Hollywood, se habia suicidado la semana anterior en su casa de Malibu, junto a la playa. Karli tenia un largo historial de consumo de cocaina, asi que Ren supuso que el suicidio estaba relacionado con las drogas, lo cual le fastidiaba tanto que ni siquiera podia llorar su perdida. De una cosa estaba seguro: Karli no se habia matado por su culpa.

Incluso cuando estaban juntos, Karli se preocupaba mas de lo que se metia por la nariz que de el, pero el publico la adoraba, y los periodicos sensacionalistas querian historias mas suculentas que las cuestiones relacionadas con drogas. No hubo sorpresas: decidieron que habia sido culpa de Ren. La crueldad y el desapego que el chico malo de Hollywood manifestaba hacia las mujeres habian llevado a Karli a la tumba.

Todas esas historias en torno al chico malo le habian ayudado a consolidar su carrera, por lo que no podia culpar a los medios, aunque seguia sin gustarle el modo en que lo habian expuesto. Por eso habia decidido poner tierra de por medio durante unas seis semanas, hasta que diese comienzo el rodaje de su siguiente pelicula.

En un principio habia planeado llamar a una antigua novia, irse al Caribe y reanudar su relacion sexual en el punto en que la habian dejado unos meses atras, antes de iniciar el rodaje de su ultima pelicula. Pero el alboroto que se habia organizado en torno a la muerte de Karli le llevo a querer poner algo mas de distancia respecto de Estados Unidos, y acabo decidiendose por Italia. No solo era la tierra de sus ancestros, sino tambien el lugar donde se rodaria su siguiente pelicula. Tendria asi la oportunidad de empaparse de la atmosfera, para meterse mejor en la piel de su nuevo personaje. Y de que, ninguna de sus antiguas novias, ansiosas de publicidad, se interpondrian en su camino.

Que demonios. Podria soportar el estar solo durante unas semanas, hasta que se extinguiera el fuego provocado por el suicidio de Karli, y luego volver a la palestra. De momento, la idea de ir de incognito suponia suficiente novedad como para tenerle entretenido.

Alzo la vista y se percato de que estaba caminando sin rumbo por el centro de Florencia, en medio de la Piazza della Signoria. No recordaba la ultima vez que habia estado solo. Camino por los adoquines en direccion al Rivoire y consiguio una mesa bajo el toldo. Un camarero se dispuso a tomar nota de su pedido. Habida cuenta de su resaca, tendria que haber pedido soda, pero el rara vez hacia lo que se suponia que tenia que hacer, asi que pidio una botella del mejor Brunello. El camarero tardo demasiado en traerla, por lo que Ren le increpo cuando por fin lo hizo. Su mal humor era fruto de la falta de sueno, de haber bebido y del hecho de que estaba completamente agotado. Era consecuencia de la triste muerte de Karli, y de un sentimiento general respecto a que su dinero y su fama no eran suficientes. Se sentia hastiado, inquieto, y queria mas. Mas fama. Mas dinero. Mas… lo que fuese.

Se recordo que su siguiente pelicula le proporcionaria todo eso. Cualquier actor desearia interpretar el papel del villano Kaspar Street, pero se lo habian ofrecido a Ren Gage. Era el papel capaz de darle lustre a toda una carrera, la oportunidad de convertirse en uno de los grandes.

Lentamente, sus musculos se fueron destensando. Asesinato en la noche requeriria meses de duro trabajo. Hasta que diese comienzo el rodaje intentaria disfrutar de Italia. Se relajaria, comeria bien y haria aquello que mejor se le daba. Se repantigo en la silla, bebio un sorbo de vino y espero a que la vida le entretuviese.

Cuando Isabel observo la cupula rosa y verde del Duomo recortada contra el cielo nocturno, se dijo que la imagen mas famosa de Florencia parecia mas chillona que imponente. No le gustaba la ciudad. Incluso por la

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