– O para lo que no son alergias-intervino Haley-. Adivinen a quien han enviado a rehabilitacion por esnifar coca.

– Desembucha.

– Y la cosa no acaba ahi-anadio Emma-. Su camello era el jefe del grupo de estudios de la Biblia al que va despues de clases.

– ?Oh, Dios mio!-exclamo Courtney.

– Exactamente.

– Eh.-Matt se deslizo en la silla junto a Josie-. ?Por que has tardado tanto?

Ella se volvio hacia el. En aquel extremo de la mesa, los chicos se dedicaban a hacer bolitas de papel con los envoltorios de las pajitas y a hablar sobre el final de la temporada de esqui.

– ?Hasta cuando crees que estara abierta la pista de snowboard de Sunapee?-pregunto John, lanzando en parabola una bolita de papel a un chico de otra mesa que se habia quedado dormido.

Aquel chico habia ido el ano anterior con Josie a la asignatura optativa de lenguaje por senas. Como ella, era estudiante de penultimo curso. Tenia las piernas y los brazos flacos y blancos, caidos como las extremidades de un insecto palo, y abria la boca completamente al roncar.

– Has fallado, inutil-dijo Drew-. Si cierran Sunapee, Killing-ton tambien esta bien. Alli tienen nieve hasta agosto, por lo menos.-Su bolita de papel fue a parar al pelo del chico.

Derek. El chico se llamaba Derek.

Matt se quedo mirando las patatas fritas de Josie.

– No iras a comerte eso, ?verdad?

– Tengo un hambre que me muero.

Le dio un pellizco en la cintura, como si tuviera un calibrador en los dedos, y a modo de critica al mismo tiempo. Josie miro las patatas. Diez segundos antes tenian un hermoso aspecto dorado y olian a gloria, pero ahora lo unico que veia era el aceite que manchaba el plato de carton.

Matt agarro un punado y le paso el resto a Drew, quien lanzo otra bolita de papel que esta vez fue a parar a la boca del chico dormido. Farfullando y medio ahogandose, Derek se desperto sobresaltado.

– ?Buen tiro!-Drew choco los cinco con John.

Derek escupio en una servilleta y se froto la boca con fuerza. Miro a su alrededor para comprobar quien mas lo habia visto. Josie se acordo de pronto de un signo de aquella asignatura optativa de lenguaje gestual, casi todos los cuales habia olvidado inmediatamente despues del examen final. Mover el puno cerrado en circulo a la altura del corazon significaba «lo siento».

Matt se inclino y le dio un beso en el cuello.

– Vamos afuera.-Hizo que Josie se levantara y luego se volvio hacia sus amigos-. Nos vemos-dijo.

El gimnasio del Instituto Sterling estaba en el segundo piso, por encima de lo que deberia haber sido una piscina si se hubiera aprobado la subvencion cuando el instituto aun era un proyecto sobre plano, y que habian acabado siendo tres aulas en las que resonaban continuamente los saltos de unos pies con zapatillas deportivas y los rebotes de las pelotas de baloncesto. Michael Beach y su mejor amigo, Justin Friedman, dos novatos de primer ano, estaban sentados en la banda de la cancha de baloncesto mientras su profesor de educacion fisica les explicaba por centesima vez la mecanica de driblar y superar a un contrario. Era un ejercicio inutil, ya que los chicos de aquella clase eran o bien como Noah James, todo un experto, o bien como Michael y Justin, que podian dominar varias lenguas elficas, pero para quienes los terminos del baloncesto resultaban incomprensibles. Estaban sentados con las piernas cruzadas, mostrando sus nudosas rodillas, mientras oian el sonido chillon de roedor que hacian las zapatillas blancas del entrenador Spears al desplazarse de un extremo al otro de la cancha.

– Diez pavos a que me eligen ultimo para formar equipo-murmuro Justin.

– Como me gustaria desaparecer de la clase-se lamento Michael-. Podria haber un simulacro de incendio.

Justin sonrio de medio lado.

– O un terremoto.

– Un huracan.

– ?Una plaga de langostas!

– ?Un atentado terrorista!

Dos zapatillas de baloncesto se detuvieron delante de ellos. El entrenador Spears los observaba desde lo alto con expresion feroz y con los brazos cruzados.

– ?Me van a explicar los dos que es lo que les parece tan divertido de la clase de baloncesto?

Michael miro a Justin, y luego levanto los ojos hacia el entrenador.

– No, nada-dijo.

Despues de ducharse, Lacy Houghton se preparo una taza de te verde y se paseo apaciblemente por su casa. Cuando los ninos eran pequenos y ella se sentia abrumada por el trabajo y la vida, Lewis solia preguntarle que podia hacer el para mejorar las cosas. Para ella era toda una ironia, dado el trabajo de Lewis. Era profesor en la Universidad de Sterling de la asignatura economia de la felicidad. Si, era un ambito de estudio real, y si, el era un experto. Habia dado seminarios y escrito articulos, y lo habian entrevistado en la CNN sobre la forma de medir los efectos del placer y la buena suerte desde un punto de vista monetario…y en cambio se sentia perdido cuando se trataba de imaginar que era lo que podia hacer feliz a Lacy. ?Le apeteceria salir a cenar? ?Ir a la pedicura? ?Dormir la siesta? Sin embargo, cuando ella le dijo aquello por lo que suspiraba, el no pudo comprenderlo. Lo que ella queria era estar en casa, sin nadie mas y sin ninguna obligacion que la reclamara.

Abrio la puerta de la habitacion de Peter y dejo la taza sobre la comoda, para poder hacer la cama. «Para que-le decia Peter siempre que ella le insistia para que la hiciera el-, si voy a deshacerla dentro de unas horas».

En general no solia entrar en la habitacion de Peter cuando el no estaba. A lo mejor por eso al principio le habia parecido como si hubiera algo raro en el ambiente, como si faltara algo. En un primer momento dio por sentado que era la ausencia de Peter lo que hacia que la habitacion pareciera vacia, hasta que reparo en que la computadora, cuyo rumor era permanente y cuya pantalla estaba siempre en verde, estaba apagada.

Estiro las sabanas hacia la cabecera y remetio los bordes. Las cubrio con la colcha y ahueco la almohada. Se detuvo en el umbral de la habitacion de Peter y sonrio: todo parecia en perfecto orden.

Zoe Patterson se preguntaba como seria besar a un chico que llevara un aparato de ortodoncia. No es que ello constituyera una posibilidad real para ella en un futuro cercano, pero se figuraba que era algo que cabia considerar antes de que, llegado el momento, la tomara desprevenida. En realidad, se preguntaba como seria besar a un chico, y punto. Incluso a alguno que no tuviera una ortodoncia perfecta, como ella. Y, para ser sinceros, ?habia un lugar mejor que una estupida clase de matematicas para dejar volar la imaginacion?

El senor McCabe, que se consideraba a si mismo el Chris Rock del algebra, impartia su rutinaria clase diaria como quien representa una comedia de situacion.

– De modo que aqui tenemos a dos chicos en la cola del comedor, cuando el primero de ellos se vuelve hacia su amigo y le dice: «?No tengo dinero! ?Que voy a hacer ahora?». Y su colega le contesta: «?2x + 5!».

Zoe levanto los ojos hacia el reloj. Fue siguiendo el recorrido del segundero hasta que fueron exactamente las 9:50, y entonces se levanto del asiento y le tendio al senor McCabe un papel de permiso.

– Ah, al dentista. Una ortodoncia-leyo en voz alta-. Bueno, asegurese de que no le cosen la boca con el alambre, senorita Patterson. Asi que el colega le dice: «2x + 5». Un binomio. ?Lo entienden? [1]

Zoe se colgo la mochila del hombro y salio del aula. Habia quedado con su madre en la puerta del instituto a las diez y, puesto que era imposible estacionar, ella pararia un momento para recogerla. En plena hora de clase, los pasillos estaban vacios y los pasos resonaban. Era como avanzar penosamente por el vientre de una ballena. Zoe se desvio hacia la oficina principal para firmar en la hoja de incidencias de la secretaria, y luego casi se lleva por delante a un chico apresurado por salir.

Hacia tan buen tiempo que se bajo el cierre del abrigo y penso en el verano y en el campamento de futbol y en lo genial que seria cuando le quitaran definitivamente el paladar extensible. Si le dabas un beso a un chico que no llevaba aparato, y apretabas demasiado, ?podias hacerle un corte en las encias? Algo le decia a Zoe que si

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