sonrisa malevola y observo a Nyssa Wyndham con atencion. La muchacha era joven, rica y bonita pero hacian falta otras cualidades para sobrevivir en la corte. Tendras que ser inteligente y astuta, pequena, se dijo. Muy inteligente.

Finalmente lady Browne escogio a las seis damas de honor que debian servir a la reina: Ana y Katherine Basset, Katherine Carey, hija de William Carey y Maria Bolena, Catherine Howard, sobrina del duque de Norfolk, Elizabeth Fitzgerald, hija menor del duque de Kildare y tambien conocida como la huerfana de Kildare, y Nyssa Wyndham.

– No tardaremos en enviar de vuelta a Cleves a las damas que la reina traiga consigo -habia prometido el rey a lady Browne-. La reina de Inglaterra debe ser servida por muchachas inglesas, ?no creeis, lady Margar et?

– Si, majestad -se habia apresurado a contestar lady Browne, cuyo humor habia mejorado notablemente cuando el monarca le habia asegurado que gozaria de total libertad para asignar los puestos de las damas que debian regresar a Alemania. De repente habia dejado de importarle que Enrique Tudor la hubiera desautorizado escogiendo el mismo a las seis primeras damas.

Nyssa y las hermanas Basset eran las muchachas de mas edad, pero Katherine y Ana eran altivas y demasiado pagadas de si mismas porque su padre era el gobernador de Calais. Ana, la mayor, habia sido objeto de habladurias el verano anterior cuando el rey le habia regalado un caballo y una silla de montar. Ambas hermanas se habian criado en la corte y Nyssa encontraba sus aires de superioridad insoportables.

– No les hagas caso – le dijo un dia Catherine Ho-ward -. Son unas engreidas.

– Para ti es facil decirlo – replico Nyssa -. Tu eres una Howard, pero yo solo soy una Wyndham y no tengo experiencia en la corte.

– ?Tonterias! – intervino Elizabeth Fitzgerald -. Yo tambien he crecido en palacio y te aseguro que tus modales son tan buenos como los de una cortesana, Nyssa.

– Estoy de acuerdo – asintio Katherine Carey -. Nadie diria que es la primera vez que vienes a la corte!

Todas eran jovenes amables de entre quince y dieciseis anos y algunas de ellas eran bellisimas: el abundante cabello rizado de color castano de Catherine Howard y sus ojos azul turquesa llamaban poderosamente la atencion, Katherine Carey era una preciosa rubia de ojos oscuros y Elizabeth Fitzgerald tenia el cabello negro y los ojos azules. Nyssa no tardo en descubrir que tambien eran alegres y animosas y que tenian a los jovenes de la corte en pie de guerra. La pobre lady Brow-ne solia tener problemas para mantener el orden y la disciplina.

La princesa Ana llego a Calais el 1 1 de diciembre, pero no pudo continuar su viaje porque el tiempo se nego a cooperar y las costas francesas y britanicas se vieron azotadas por feroces tormentas durante dos semanas. Cada vez era mas evidente que la boda iba a tener que aplazarse una vez mas, pero ni siquiera el nuevo retraso de la reina interrumpio la frenetica actividad de palacio. Los nobles a quienes el rey habia llamado a palacio para que presentaran sus respetos a la nueva reina llegaban a Hampton Court en grupos numerosos.

El 26 de diciembre el tiempo mejoro un poco, por lo que*el almirante jefe decidio embarcar a la reina y a su sequito antes de que un nuevo temporal les obligara a permanecer en Calais hasta marzo. Partieron a medianoche y consiguieron atravesar el canal sin ninguna dificultad. A las cinco de la manana la caravana llego a Deal y fue recibida por la duquesa de Suffolk, el obispo de Chichester y otras personalidades. La princesa Ana fue conducida al castillo de Dover y aquella misma noche el tiempo volvio a empeorar. La debil lluvia pronto se transformo en una tormenta de nieve acompanada de fuertes vientos del norte.

A pesar del mal tiempo, la princesa Ana insistio en continuar el viaje hasta Londres. El lunes 29 de diciembre llego a Canterbury, donde la esperaban el arzobispo Cranmer acompanado de trescientos hombres vestidos con trajes de seda de color dorado que se apresuraron a escoltarla hasta el monasterio de San Agustin. El martes 30 la reina viajo de Canterbury a Sitting-bourne y el dia siguiente llego a Rochester, donde el duque de Norfolk la esperaba en Reynham Down con cien hombres a caballo vestidos de verde y dorado que la acompanaron al palacio del obispo, donde permanecio durante dos dias.

Era en el palacio del obispo donde lady Browne y unas cincuenta damas, incluidas las seis damas de honor, esperaban a la nueva reina. Cuando lady Browne acudio a presentar sus respetos a la princesa Ana, apenas pudo contener su sorpresa y su consternacion. La mujer que contemplaba no se parecia en nada a la hermosa joven que Holbein habia pintado y cuyo retrato el rey besaba varias veces al dia. Lady Browne hizo una reverencia a la princesa y contuvo la risa cuando recordo una cancion que se cantaba en la corte y que habia sido compuesta inspirandose en el afecto que el rey mostraba al retrato de la futura reina: «Ahora que he mos visto vuestro retrato, queremos saber si realmente sois tan bella.»

La reina no era la muchacha de rostro dulce y estatura mediana que Holbein habia pintado, sino una joven alta y de facciones duras cuya piel mostraba un tono olivaceo en lugar de un blanco sonrosado. En cambio, sus ojos azules eran brillantes y estaban bien alineados; sin duda eran el unico rasgo hermoso de aquel rostro. Cuando lady Browne se puso en pie, la princesa esbozo una amplia sonrisa. Era una sonrisa amable y llena de buena voluntad, pero la dama supo que aquella mujer no iba a volver loco de amor a Enrique Tudor.

Margaret Browne habia vivido mucho tiempo en la corte y sabia que el rey sentia predileccion por las mujeres menudas, delgadas y carinosas. ?Aquella valquiria alemana no tenia ninguna posibilidad de conquistar el corazon del monarca! Si por lo menos mostrara buen gusto en el vestir…, se lamento lady Browne mientras examinaba sus ropas extravagantes y pasadas de moda. Parecia que se habia vestido con un par de orejas de elefante y el traje, aparte de ser muy poco favorecedor, la hacia parecer todavia mas alta.

– Bienvenida a Inglaterra, senora -consiguio articular finalmente-. Soy lady Margaret Browne, la encargada de escoger a vuestras damas. Seis de ellas me han acompanado hasta aqui y, si dais vuestro permiso, os las presentare.

El joven baron Von Grafsteen tradujo las palabras de lady Margaret y la reina asintio con tanta fuerza que la darha temio que se le deshiciera el peinado. A una indicacion de lady Browne, Philip Wyndham abrio una puerta y las seis muchachas entraron en el salon luciendo sus mejores galas. Cuando vieron a la princesa abrieron ojos como platos y las hermanas Basset emitieron una exclamacion de sorpresa.

– ?Saludad a la reina! -ordeno lady Browne, furiosa-. Cuando diga vuestros nombres en voz alta os adelantareis y hareis una reverencia a su majestad, ?entendido?

– Dejad a lady Nyssa la ultima, senora -pidio Hans-. Mi senora se llevara una gran alegria cuando vea que una de sus damas habla un poco de aleman y quiza le haga algunas preguntas.

– Me parece una buena idea -asintio lady Browne, quien se apresuro a presentar a las damas. Aliviada, comprobo que habian recuperado la compostura a pesar de la impresion que acababan de sufrir. Katherine Carey fue presentada primero por ser sobrina de Enrique Tudor. La siguio Catherine Howard por ser su tio un hombre importante e influyente. A continuacion vinieron Elizabeth Fitzgerald y las hermanas Basset.

– Bienvenida a Inglaterra, majestad -dijo Nyssa en aleman cuando le llego el turno de inclinarse ante la princesa.

Ana de Cleves esbozo una radiante sonrisa y empezo a hablar con tanta rapidez que Nyssa se volvio hacia Hans suplicando un poco de ayuda.

– Nyssa no os entiende, alteza -explico el muchacho-. Esta aprendiendo nuestro idioma porque penso que os agradaria hablar con alguien que comprendiera vuestra lengua, pero todavia no la domina.

La princesa asintio y se volvio hacia Nyssa.

– Sois muy amable por haber pensado que me sentiria muy sola en la corte -dijo, hablando muy despacio-. ?Me entendeis ahora?

– Si, senora -contesto Nyssa.

– ?Quien es esta joven, Hans? -dijo lady Ana-. ?Es de buena familia?

– Es la hija del conde de Langford, senora. Su familia no es rica ni poderosa, pero hace mucho tiempo la madre de la muchacha fue amante de vuestro futuro marido. He oido decir que era una dama discreta y respetada y creo que se la conocia como La Amante Callada.

– Entiendo-contesto la reina-. ?Es posible que sea la hija de mi futuro marido?

– No, senora. Cuando su madre llego a la corte, lady Nyssa tenia dos anos, asi que es una heredera legitima.

– Hans, ?tu no sabras por que todos me miran con esa expresion de asombro, verdad? -inquirio la princesa-. Cuando lady Browne me ha visto se ha quedado boquiabierta y mis damas parecen desconcertadas. ?Es por mi vestido? A mi me parece que hay algo mas.

– Majestad, el pintor Holbein… -titubeo Hans-. Bueno… parece que os pinto mas delgada y bella de lo que en

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