– Crispin te ama, creeme.

– Tiene que decirmelo sin que yo se lo pregunte, mama. De lo contrario, jamas estare segura. -Philippa rompio en llanto y se arrojo en los brazos de su madre.

Rosamund la estrecho con fuerza y la acaricio dulcemente. Iba a ser abuela, no tenia ninguna duda. Esos violentos arranques de emocion eran una prueba inequivoca de que Philippa estaba embarazada. Su elegante y refinada hija se habia enamorado e iba a tener un bebe.

– ?Tienes hambre? Hoy cenaremos guiso de conejo.

– No, mama, estoy muy cansada. Necesitaba estar en casa y hablar contigo. Ahora me siento mejor, pero estoy extenuada. Prefiero acostarme.

– De acuerdo, querida. -Luego Rosamund se puso de pie, ayudo a Philippa a meterse en la cama, y la arropo-. Que tengas dulces suenos, hija mia. Estas en casa y te vamos a cuidar. Ademas, estoy segura de que muy pronto vendra a visitarnos el conde.

Dos dias mas tarde, Crispin St. Claire arribo a Friarsgate. Por pedido de Rosamund, tanto lord Cambridge como Logan Hepburn habian dejado sus propiedades y acudido en su ayuda a poco de llegar Philippa. Rosamund necesitaba que toda la familia colaborara para reconciliar a los recien casados. Ni bien vio a su yerno, le agrado y le parecio el esposo perfecto para su hija.

– ?Como elegiste tan bien, primito? -le susurro a Thomas Bolton.

– Por instinto -replico con un murmullo y dio un paso adelante con los brazos extendidos para saludar al conde de Witton-. ?Mi querido amigo, que alegria volver a verte! Te presento a tu suegra, la dama de Friarsgate. Prima, te presento al marido de Philippa.

Crispin tomo la mano de Rosamund y la beso al tiempo que se inclinaba en una graciosa reverencia.

– Senora.

– Bienvenido a Friarsgate, milord.

– Te presento a Logan Hepburn, lord de Claven's Carn y esposo de Rosamund -continuo lord Cambridge.

Los dos hombres se miraron con recelo y se dieron la mano

– Por favor, pasemos al salon -lo invito la dama de Friarsgate tomandolo del brazo.

– ?Donde esta mi esposa?

– En su alcoba. Le suplico que no la regane. Ha venido aqui porque sentia una imperiosa necesidad de hablar conmigo. Son problemas comunes a las esposas jovenes. Ya ordene a su hermana que fuera a buscarla cuando lo vimos venir.

– Regrese a Brierewode dos dias despues de su partida. Le prohibi terminantemente viajar sin mi, pero me desobedecio.- Rosamund sacudio la cabeza.

– No le sobra experiencia con las damas, milord, ?o me equivoco? Jamas debe prohibirle nada a una mujer, pues hara exactamente lo que usted le ordeno que no hiciera -rio-. La ama mucho, ?verdad? Sientese, por favor.

– ?Como es posible que usted se de cuenta de ello y mi esposa no, senora! -exclamo en un tono de desesperacion-. A veces me pregunto si esa nina es capaz de amar.

– Ella lo ama con locura -replico Rosamund y le tendio una copa de vino dulce-. En estos dos dias, Philippa y yo hemos hablado mas que en muchos anos.

– ?Y por que no me dice que me ama?

– ?Porque no se lo dice usted?-replico Rosamund con una sonrisa.

– Es que soy un hombre, senora -contesto seriamente.

– Y ella es una dama de la corte a quien le ensenaron que no debia confesar sus emociones antes de que lo hiciera el caballero.

– ?Por Dios!

– Bien dicho, milord, yo no lo hubiera podido expresar mejor.

– ?Mama! -grito Elizabeth Meredith acercandose a su madre-. Philippa se rehusa a bajar. Esta tan terca y tonta como siempre. Logan ha ido a buscarla.

– ?Oh, Bessie, eres una malvada! -dijo Maybel riendo. La vieja nodriza acababa de entrar en el salon.

– ?Que pasa? -pregunto lord Cambridge.

– Bessie mando a Logan a buscar a Philippa, pues ella no quiere bajar -informo la dama de Friarsgate.

– ?Ay, Dios mio! -se quejo Thomas Bolton, pero no pudo reprimir una sonrisa.

De pronto, se escucho un grito ensordecedor, y luego otro, y otro.

– Parece que estan asesinando a alguien -opino el conde.

– No, es mi marido arrastrando a Philippa hasta el salon -explico Rosamund muerta de risa.

El senor de Claven's Carn ingreso en la estancia cargando a la joven sobre los hombros y luego la deposito en el regazo de Crispin. Aullando como un gato escaldado, Philippa se paro de un salto.

– ?Como permites que ese maldito y salvaje escoces me trate asi, milord? -encaro Philippa a su esposo, furiosa y arrebatada. Su larga melena, que siempre lucia tan perfecta, estaba despeinada y se bamboleaba de un lado a otro con los bruscos movimientos de la joven.

– Buenos dias, senora. Si mal no recuerdo, la ultima vez que hablamos te pedi que esperaras a que volviera de Hampton Court para emprender el viaje a Friarsgate -dijo el conde.

– ?Crees que iba a perderme la boda de mi hermana por los estupidos asuntos del cardenal?

– Todavia faltan algunas semanas para la boda, senora.

– Bueno, no importa. Queria ver a mi madre.

– ?Por que razon tan importante que no pudiste esperarme?

– ?Queria que me explicara que es el amor y por que no me amas! -Sus ojos de miel se inundaron de lagrimas.

– En el nombre de Dios y de la Santa Madre, ?que te hizo creer que yo no te amaba?

– ?Tu nunca me lo dijiste! -grito Philippa mientras el torrente de lagrimas surcaba sus mejillas.

– ?Pequena! ?Crees que recorri el largo camino de Oxfordshire a Cumbria a todo galope porque no te amo? ?Claro que te amo! ?Te adoro! Eres tan bella que el solo verte hiere mi corazon. Eres la mujer mas valiente que he conocido. ?La idea de perderte me causa espanto! ?Te amo con locura, Philippa! No lo dudes mas, mi dulce pequena.

– ?Oooh, Crispin! ?Yo tambien te amo! -Y se arrojo en sus brazos.

– ?Demonios! -gruno Elizabeth Meredith poniendo los ojos en blanco.

El conde y su esposa se besaron y el resto de los presentes sonrieron felices. El problema se habia resuelto.

– No vuelvas a maldecir, Bessie. Es una conducta indigna de una dama -dijo Rosamund a su hija menor-. Ahora propongo que todos nos reunamos junto al fuego, pues tengo algo que decirles -y agrego, dirigiendose a Philippa-: Parece que sere abuela en la proxima primavera. Estas encinta, querida. ?No te diste cuenta?

La joven se quedo helada. Estuvo a punto de abrir la boca, pero la mirada de advertencia de su madre la disuadio de hacerlo.

– Es logico, es tu primer hijo y no sabes detectar los signos del embarazo como una mujer experimentada. Mas tarde te explicare todo en mi alcoba. Bien, mi querido yerno, ?que dice? Su esposa ha cumplido con su deber y tendra un heredero.

– Senora, estoy feliz y sorprendido a la vez -respondio y luego dio un prolongado beso a su esposa-. Te dije que concebiriamos un nino aquella noche -murmuro con los labios pegados a su boca y Philippa se ruborizo.

– Ahora debemos hablar del tema de la herencia de Friarsgate. Philippa, por derecho te corresponden a ti y a tu marido. Ya que vas a tener un bebe, ?no quieres aceptar tu legitima propiedad?

– Senora, tanto su hija como yo agradecemos su gran generosidad, pero no queremos ser duenos de Friarsgate -intervino el conde.

– Es cierto, mama, debes entenderlo -dijo Philippa-. Lo siento mucho, pues se cuanto amas tus tierras, pero ahora pertenezco a Brierewode.

– Podrias otorgarselas al proximo hijo -insistio Rosamund.

– No, si tengo otro hijo, ira a la corte. Comenzara su carrera como paje y quien sabe adonde podria llegar.

– ?Esta de acuerdo con ella, milord? -pregunto la suegra al yerno.

– Si, senora. Philippa y yo hemos servido a Sus Majestades cada uno a su manera. Somos criaturas de la

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