dejar el asunto por la paz. El sonrio un poco-. No tengo planes de visitar Jahara en este viaje.

El alivio inundo a la joven. Mas su mente empezo a cavilar. Dom le habia hablado a Quin a Lima para pedirle el favor de ver si ella estaba bien… y tal vez siempre se estaban llamando por uno u otro motivo. Debian de estar siempre en contacto, puesto que Dom, quien busco a un amigo confiable para pedirle ese favor, se comunico con Quin, de quien supo que estaba en Lima a pesar de que este ultimo no vivia alli.

– ?Como se entero mi cunado de que esta semana usted estaria en Lima? -inquirio Bliss de pronto. Se percato de que Quin no debia de ir con mucha frecuencia a la capital, puesto que se hospedaba en un hotel y no tenia, un apartamento-. Usted debio de llamarlo para hacerselo saber -anadio cuando el peruano tan solo la observo con detenimiento sin decir nada.

– Inteligente al igual que hermosa -su comentario la hizo abrir mucho los ojos-. Como parece que eso la preocupa, senorita, le informare que a veces transcurren seis meses sin que nos pongamos en contacto.

Bliss se tranquilizo un poco, aunque deseo saber mas.

– ?Esta insinuando que podrian pasar seis meses mas antes de que lo vuelva a llamar?

– No lo creo -contesto con frialdad-. Dom esta construyendo un barco para mi… tal vez nos veamos en un mes mas -se encogio de hombros-. Le avise que estaria en Lima unos cuantos dias cuando lo llame para averiguar, entre otras cosas, como iba mi barco. Al dia siguiente, poco despues de que su hermana la llamo a usted, Dom se comunico conmigo. Ya conoce el resto -anadio.

Por supuesto, penso Bliss. El asunto ya estaba aclarado, pero ella habria preferido que Dom nunca le hubiera pedido ese favor a su amigo. Claro, lo hizo Erith. Sin embargo, estaban de luna de miel y Bliss opinaba que ese era un periodo muy especial para ambos y que no debian ser molestados por otras personas, asi que no le importaba parecerle una romantica a Quin Quintero.

Una vez mas confirmo que no queria que “la pareja de recien casados”, como lo dijo Quin, tuviera otras cosas de que preocuparse que no fueran ellos dos.

Siguio pensando en ello durante el resto del vuelo. Tanto asi que, cuando el avion aterrizo en Cuzco, estaba tentada a pedirle a Quin Quintero que si por casualidad tenia que llamar a Dom, no le avisara que ella estaba en Cuzco.

No obstante, cuando ese hombre se puso de pie para dejarla pasar primero y la miro con sarcasmo, decidio que no lo haria.

– Gracias -dijo tan solo. Camino por el pasillo y se percato de que ese era un hombre que solia hacer lo que le venia en gana de todas maneras. Era una perdida de tiempo tratar de hacerle entender que su hermosa y protectora hermana debia tener la libertad de disfrutar del amor de su esposo y no preocuparse mas que por el y ella, por una vez.

Bliss espero la llegada de su equipaje. Quin Quintero estaba a cierta distancia de ella… algo positivo.

La joven tomo su gran maleta y estaba practicando mentalmente como pedir un taxi, una frase que aparecia en un pequeno diccionario; bilingue, cuando sintio que otra persona tomaba su maleta.

– Es una maleta demasiado pesada para una mujer tan delgada, senorita -anuncie una voz que Bliss ya estaba empezando a reconocer de inmediato-. No le importa, ?verdad? -Quin tomo su portafolios y su propia maleta y se dirigio a la salida.

Para cuando Bliss lo alcanzo, el ya habia encontrado un taxi sin problema. La furia de la chica no conocio limites cuando vio que su maleta y la de el estaban en el portaequipaje del auto.

– ?Que esta haciendo? -pregunto, acalorada, cuando Quin se volvio a verla.

– ?En que hotel esta reservada su habitacion?

– Todavia no tengo reservacion -se dio cuenta de que el chofer del taxi ya queria marcharse. Asi que, por consideracion al hombre para quien el tiempo era dinero, se metio en el interior cuando Quin le abrio la puerta de los pasajeros-. ?Que cree que esta haciendo? -insistio Bliss con nuevo enfado tan pronto como el taxi se puso en marcha.

– Por nuestra charla en el avion, entiendo que tiene intenciones de permanecer en un hotel mientras esta en Cuzco, para no entrometerse en la luna de miel de su hermana -comento Quintero-. Como ahora usted me ha aclarado que no sabe a que hotel ir, me siento con la necesidad de asegurarme, por el bien de su cunado, de que permanezca en un hotel decente.

– ?Usted no necesita asegurarse de nada! -exclamo Bliss-. Soy muy capaz de cuidarme y…

– ?Usted ha estado enferma! -la interrumpio el.

Bliss, quien sentia deseos de lanzar un alarido si volvia a oir otro comentario acerca de su pulmonia, se percato de que el taxista los observaba por el espejo retrovisor. Aunque quiza no supiera ingles, era obvio que se daba cuenta de que estaban discutiendo.

– Ya estoy mejor -susurro con los dientes apretados-. No necesito de una nana -empezo a acalorarse mas-. Ni…

– Que bueno -la interrumpio-. No tengo intenciones de serlo para usted.

– Entonces ?por que…?

– No obstante, en vista de que me une una amistad muy grande con su cunado -la ignoro-, y en vista de que, quiera usted o no, estuvo seriamente enferma hace poco, no puedo permitir que arrastre su maleta por todas partes mientras busca en donde quedarse -fijo la vista en ella-. Ya esta usted muy ruborizada ahora.

Cuando alargo una mano para tocarle la frente y averiguar si no tenia fiebre, Bliss ya no pudo pensar en nada. Toda su piel empezo a cosquillear al sentir el roce inesperado de esos dedos. Le costo mucho trabajo recobrar la compostura. Le aparto la mano y fijo la vista en el exterior, aunque por una vez no pudo admirar nada. Penso que si de veras estaba ruborizada, era por estar furiosa con Quin Quintero.

El taxi se estaciono frente a un elegante hotel y Bliss ya estaba lo suficientemente serena para darse cuenta de que el hecho de que Quin le recomendara un hotel en Cuzco era algo que debia apreciar, pues lo mismo hicieron Dom y Erith en Lima.

Sin embargo, cualquier agradecimiento la abandono cuando Quintero tambien bajo del taxi. Todavia estaba Bliss intentando darle las gracias, cuando vio que el chofer bajaba todo el equipaje y lo entregaba al portero que salio del hotel, y que su companero de viaje pagaba al taxista.

– No piensa quedarse aqui tambien, ?verdad? -pregunto Bliss cuando Quin la metio en el hotel con brusquedad. No le agradaba en absoluto la idea de que el amigo de su cunado pensara cuidar de ella.

– Este hotel es lo bastante grande como para albergarnos a ambos -declaro.

“Eso es lo que usted cree”, penso Bliss, enfadada, y miro hacia la puerta principal con la idea de pedirle al portero que bajara su maleta del carrito y le detuviera el primer taxi que pasara. Pero Quin Quintero susurro con voz sedosa:

– Claro, a menos que usted prefiera que, yo llame a su cunado para preguntarle cual es el hotel que el le recomienda.

– ?No se atreva a hacer nada semejante! -exploto Bliss. Recibio una mirada congelada de esos ojos grises. Era obvio que a ese hombre no le gustaba que le hablaran de ese modo.

“Que lastima”, se dijo la chica. Debia quedarse en ese hotel, pues por nada del mundo queria que Quin llamara a Dom. Resignada, se dirigio a la recepcion.

– ?Tiene algo que hacer en Cuzco? -Bliss no pudo resistirse a hacerle una ultima pregunta hostil.

– Eso no es algo que le incumba -replico el… y por primera vez en su vida, la chica sintio deseos de pegarle a un hombre.

Claro que no le pego, ni le dijo nada mas. Fue la primera a quien le asignaron un cuarto. Se alejo con el portero sin dirigir a Quintero una palabra mas, todavia ofendida porque el le hubiera advertido que se entrometiera en su vida.

En su cuarto, se sento en una silla y reconocio que estaba un poco debil. Se dijo con firmeza que no habia nada que una buena comida y un poco de descanso no pudiera curar.

No tenia mucho apetito, pero como no deseaba caer enferma de nuevo, decidio que descansaria media hora antes de visitar Cuzco a pie y buscar un restaurante.

Bliss regreso al hotel un poco despues de las cinco, despues de haber pasado unas horas muy agradables. Visito la plaza de la ciudad, comio en el Cafe Roma y observo algunas ruinas Incas impresionantes. Estaba contenta de estar en Cuzco, la ciudad, con forma de puma. Por fortuna, de pronto se encontro con la calle

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