Hatun-Rumiyoc. En esa calle de granito Inca miro el alto y peculiar muro hasta hallar la famosa piedra que encajaba a la perfeccion y que tenia doce lados.

Una vez que se hubo banado y cambiado de ropa, decidio que cenaria temprano.

Mientras tomaba su sopa de calabaza, estuvo segura de que su decision no tenia nada que ver con el hecho de que, al hacerlo, minimizaria el riesgo de toparse con Quin Quintero. Queria hacer muchas cosas al dia siguiente, asi que le parecio sensato cenar temprano para poder subir a su cuarto y planear su itinerario.

Le parecio raro que al regresar a su habitacion tuviera la sensacion e que algo le faltaba. Estaba segura de que eso no estaba relacionado de ninguna forma con el hecho de no ver a Quin Quintero desde la hora de la comida, pero no pudo evitar preguntarse si no habia una faceta perversa en su naturaleza que disfrutara mucho de discutir con ese hombre.

A la manana siguiente desecho cualquier nocion de que su sensacion de falta se debia a la ausencia de Quin Quintero. Tal vez solo extranaba su hogar y a su familia. Lo cual tambien era extrano, porque hasta ahora no habia pensado mucho ni en su padre ni en su madrastra. Ese era el viaje con el que sono toda su vida.

Bliss no vio a Quin durante el desayuno y se olvido de el cuando salio a la ciudad que fue la capital del imperio Inca. Primero, se dirigio a la catedral, que fue construida sobre las bases del Palacio Inca de Wiracocha, en el siglo dieciseis. Y de alli fue a Korikancha, un convento que fue destruido en 1950 por un terremoto. Sin embargo, gracias a las tecnicas arquitectonicas de los incas, las bases del edificio quedaron intactas.

Fue a comer y, mientras lo hacia, rumio la mejor manera de ver todo lo que queria visitar ese dia. Le tomaria horas y horas si se ponia a caminar. Asi que tomo la decision de ir en taxi, y no se dio prisa. Cuatro horas mas tarde, despues de pasar el tiempo viendo lo que deseaba, Bliss regreso al hotel, feliz.

Como paso todo el dia subiendo y bajando, y recorriendo las ruinas, decidio descansar los pies antes de bajar a cenar.

A las siete se dio un bano y se puso su traje de seda. Bajo al restaurante, pensando en todas las cosas que habia visto.

– ?Mesa para usted tan solo, senorita? -un camarero sonriente se le acerco y la llevo a una mesa que tenia dos lugares.

– Gracias -sonrio al tomar la minuta.

Estaba absorta leyendo los platillos, cuando alguien mas se dirigio a ella.

– ?Puedo sentarme con usted? -inquirio la voz que le resultaba ya tan conocida.

Bliss alzo la vista. Tal vez el dia anterior le hubiera sugerido que se fuera al demonio. Sin embargo, ahora se sentia dichosa… y supuso que era positivo que ese hombre tan arrogante le hubiera pedido permiso antes de sentarse.

– Por favor -sonrio y Quin Quintero tomo asiento frente a ella.

Bliss se dispuso a continuar leyendo la minuta, cuando se percato de que el contemplaba con fijeza su cabello. Se llevo una mano a la cabellera, sin saber que esta reflejaba la luz de la lampara que estaba sobre la mesa y que provocaba un efecto sorprendente.

– ?Pasa… algo malo? -trato de no pensar que tal vez tenia un bicho en la cabeza.

– En absoluto -el sonrio con mucho encanto-. Mi pregunta es impertinente, pero, ?es el color de su cabello natural?

El dia anterior, ella hubiera protestado ante la sugerencia de que ese no podia provenir de un fresco. Sin embargo, esa era la primera vez que lo veia sonreir, y era algo muy impresionante.

Bliss tan solo asintio y trato de ocultar el hecho de que ese hombre era muy guapo cuando sus ojos se tornaban calidos, y de que, aparte de sus dientes tan perfectos, cuando su boca se curvaba con buen humor, podria derretir el mas duro de los corazones.

– Lo es. Aunque no me pregunte como lo obtuve, porque mis padres tenian el cabello negro -por alguna razon volvio a experimentar la ya olvidada sensacion de timidez y de querer que ese guapo peruano se fijara en otra cosa-. Erith, mi hermana, tiene el mismo tono, asi que no es algo unico -se apresuro a aclararle.

Hallo un interes monumental en la minuta y la estudio como si saboreara cada platillo, cuando de hecho trataba de recuperar su sangre fria. Era muy raro que Quin Quintero solo tuviera que sonreir para que ella empezara a tener una serie de ocurrencias muy extranas.

Para cuando Bliss le informo al camarero que queria sopa y algo llamado lomo salteado, que espero no fuera algo horrible, decidio que la emocion de ese dia la hacia sentirse asi. No experimentaba verguenza por causa de Quin Quintero. En cuanto a pensar que tenia una sonrisa deslumbrante, tal vez su cerebro estaba afectado por vivir en una altura a la que no estaba acostumbrada en su llano pais.

Cuando llego su sopa, no le parecio muy buena y dejo la cuchara a lado, con la esperanza de que el siguiente platillo estuviera mejor.

– Me doy cuenta de que usted es una mujer aventurera y de que prefiere cometer sus propios errores - murmuro de pronto Quin-. Si usted me lo hubiera permitido, habria sido un placer ayudarla a escoger su comida.

– Que… amable de su parte -lo miro y le parecio que Quin se esforzaba por no echar a reir. Entonces, se dijo que, aunque el lomo salteado fuera la cosa mas horrenda que hubiera probado en su vida, lo comeria hasta el ultimo bocado.

Resulto que era un plato de carne de res frita con cebolla y pimientos, servida con papas fritas y arroz.

– Esta muy sabroso -comento.

– Confiare en su palabra -replico el con naturalidad-. ?Hizo algo hoy para satisfacer su alma arqueologica?

– Va a desear no haberme hecho la pregunta -advirtio Bliss y le conto sus visitas a la catedral y a Korikancha mientras cenaba. Observo que estaba muy a gusta en compania de el.

– Tuvo un dia muy interesante -comento el al ver el entusiasmo que hacia relucir los grandes ojos verdes.

– Eso fue por la manana. Despues de la comida, fui a la fortaleza de Sacsahuaman… ?sabia usted que algunas de las piedras de la base pesan mas de cien toneladas? -estaba admirada-. Y fueron arrastradas alli desde un sitio que esta a siete kilometros de distancia. Debieron ser necesarios miles de hombres para… -se detuvo-. Lo siento, tal vez usted ya conoce muy bien la historia…

– Siempre es interesante oir como la ve un par de ojos nuevos -aseguro Quin con tanto encanto que Bliss ya no sintio verguenza. Aunque dudo de si debia continuar con la historia de Sacsahuaman-. Por favor, prosiga.

– Bueno, despues de la fortaleza, con la ayuda de un chofer de taxi, fui a Kenko -no le dijo que ese adoratorio inca tal vez databa de los dias de Huayna Capac o quizas era anterior a eso. Con los ojos brillantes, anadio-. De alli, fui a Tambomachay -eso le parecio muy interesante, pues fue el lugar donde se banaban las mujeres de la corte real inca, usando el agua de un manantial en la colina.

Bliss estaba a punto de decirle que visito Puca Pucara, que se decia que era un puesto de correspondencia entre Cuzco y el valle Urubamba, cuando se percato de que no a todos les interesaba la arqueologia y que tal vez lo estaba aburriendo mucho ya. Algo que el dia anterior no le habria importado.

Lo miro y el le devolvio la mirada con una sonrisa. Cuando fue obvio que ella no le contaria mas de lo que hizo ese dia, Quin comento con sequedad:

– ?Nunca se le ocurrio dejar algo para manana?

De pronto, el rostro de Bliss se ilumino con una hermosa sonrisa. Penso que odiaba a ese hombre y, sin embargo, el estaba bromeando con ella. Bajo la vista, se dio cuenta de que ya habia terminado su budin… y de que ya no odiaba a Quintero en absoluto.

– Manana, senor -comento con alegria-, voy a ir a Machu Picchu se levanto, lista para irse a dormir.

– Le tomara todo el dia ir y volver, Bliss -comento el al levantarse tambien. La chica todavia no se recuperaba de la sorpresa de que el la hubiera llamado por su nombre de pila, cuando el hombre prosiguio-: Si no le parece impertinente mi sugerencia, tal vez disfrute de Machu Picchu si descansa mucho esta noche.

Ese hombre era encantador, se percato Bliss al ver de nuevo su sonrisa devastadora. Lo miro con fijeza y se dijo que, si i le hubiera sugerido algo semejante la noche anterior, se habria irritado mucho. Como ese era el viaje que anhelo hacer toda su vida, se dio cuenta de que no queria pelear con el, ademas de que Quin tenia mucho encanto.

– Me parece una buena idea -sonrio y estaba a punto de irse cuando el le sugirio:

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