—?Ha tomado todo el mundo sus pildoras contra el mareo? —pregunto Miles.

Roic asintio inmediatamente.

—?Has tomado tu las tuyas? —pregunto Ekaterin.

—Oh, si. —Miles contemplo su sencilla tunica civil de color gris y sus pantalones—. Antes tenia un biochip muy util en el nervio vago que me impedia perder el almuerzo en caida libre, pero lo perdi con el resto de mis tripas en aquel desagradable encuentro con la granada de agujas. Tendria que reponerlo un dia de estos…

Miles avanzo un paso y echo otro vistazo. La estacion habia crecido hasta ocultar la mayor parte de la vision.

—Bien, Roic. Si algun cuadri de visita en Hassadar molestara lo suficiente para ganarse una visita a la carcel de la Guardia Municipal, y luego un punado mas de cuadris aparecieran e intentaran sacarlos por la fuerza con armas militares, y destruyeran el lugar y quemaran a algunos de tus camaradas, ?que pensarias de los cuadrumanos en ese caso?

—Hum… No los valoraria muy positivamente, milord. —Roic hizo una pausa—. Estaria bastante molesto, en realidad.

—Es lo que me figuraba —Miles suspiro—. Bueno, alla vamos.

Sonaron golpes metalicos mientras la Kestrel se posaba suavemente y las abrazaderas de atraque se situaban con fuerza en su sitio. El flexotubo gimio, buscando su sello, guiado por el jefe de maquinas de la Kestrel en los controles de la escotilla, y luego se sello con un chasquido.

—Todo listo, senor —informo el ingeniero jefe.

—Muy bien, chicos, vamos de desfile —murmuro Miles, e hizo un gesto a Roic.

El guardaespaldas asintio y salio por la compuerta; al cabo de un instante, llamo:

—Listo, senor.

Todo estaba, si no bien, bastante aceptable. Miles recorrio el flexotubo con Ekaterin detras. Miro por encima del hombro mientras flotaba hacia delante. Ella estaba esbelta y arrebatadora con la tunica roja y las calzas negras, el pelo recogido en una sofisticada trenza. La gravedad cero tenia un efecto encantador en la anatomia femenina bien desarrollada que era mejor no hacerle ver a Ekaterin, segun decidio Miles. Como movimiento de apertura, aquel primer contacto con la Estacion Graf en la seccion de gravedad cero estaba claramente calculado para desequilibrar a los visitantes y recalcar de quien era este espacio. De haber querido ser amables, los cuadris los hubieran recibido en una de las secciones con gravedad.

La compuerta de la Estacion se abrio dando paso a una espaciosa bodega cilindrica cuya simetria radial ignoraba tranquilamente los conceptos de «arriba» y «abajo». Roic floto con una mano en el asidero situado junto a la escotilla, la otra cuidadosamente apartada de su canana. Miles doblo el cuello para ver la media docena de cuadrumanos, hombres y mujeres, con semiarmaduras paramilitares y flotando en posiciones de fuego cruzado por toda la bodega. Llevaban las armas al hombro, enmascarando la amenaza con formalidad. Brazos inferiores, mas gruesos y mas musculosos que los superiores, emergian de sus caderas. Ambos pares de brazos estaban protegidos por deflectores de plasma. A Miles no se le escapo que aquella gente podia disparar y recargar al mismo tiempo. Que interesante, aunque dos llevaban la insignia de seguridad de la Estacion Graf, el resto llevaba uniforme y placa de la Milicia de la Union.

Impresionante fachada, pero no eran las personas que queria ver. Se dirigio a los tres cuadris y al planetario con piernas que esperaban directamente frente a la escotilla. Sus expresiones levemente molestas, cuando advirtieron su aspecto no demasiado impresionante, fueron rapidamente suprimidas en tres de los cuatro rostros.

El oficial de seguridad de mayor grado de la Estacion Graf era rapidamente reconocible por su uniforme, sus armas y su expresion. Otro cuadri varon de mediana edad tambien llevaba una especie de uniforme estacionario, azul pizarra, de estilo conservador disenado para tranquilizar a la gente. Una cuadri de pelo blanco iba vestida con un jubon mas recargado de terciopelo marron con las mangas superiores con tajos de los que sobresalia un tejido plateado de seda, bombachos cortos a juego y mangas inferiores estrechas. El planetario tambien llevaba el uniforme azul pizarra, pero con pantalones y botas de friccion. El pelo corto y grisaceo flotaba alrededor de la cabeza que se volvio hacia Miles.

Miles se atraganto, tratando de no maldecir en voz alta.

«Dios mio. Es Bel Thorne.» ?Que demonios estaba haciendo aqui el ex mercenario hermafrodita betano? La contestacion llego por si sola en cuanto se formulo la pregunta. «Bien. Ahora se quien es nuestro observador de SegImp en la Estacion Graf.» Cosa que, bruscamente, elevo la fiabilidad de los informes a un nivel altisimo… ?o no? La sonrisa de Miles se congelo, ocultando, esperaba, su subito desconcierto mental.

La mujer del pelo blanco estaba hablando en un tono muy gelido… Una parte de la mente de Miles la catalogo automaticamente como la persona de rango mas alto y mas vieja presente.

—Buenas tardes, lord Auditor Vorkosigan. Bienvenido a la Union de Habitats Libres.

Miles, guiando todavia con una mano a una parpadeante Ekaterin hacia la bodega, consiguio asentir amablemente como respuesta. Dejo la segunda agarradera para que Ekaterin se sujetara, y consiguio mantenerse en el aire sin dar un giro, el lado derecho hacia arriba en relacion con la mujer cuadrumana.

—Gracias —contesto con voz neutra. «Bel, ?que demonios…? Hazme una senal, maldita sea.»

El hermafrodita respondio a su mirada interrogativa con frio desinteres y, como quien no quiere la cosa, alzo una mano para rascarse la nariz, haciendo una senal, tal vez. «Espera…»

—Soy la Selladora jefa Greenlaw —continuo la mujer cuadri—, y he sido asignada por mi gobierno para recibirlo a usted y proporcionar arbitrio entre ustedes y sus victimas en la Estacion Graf. Este es el jefe Venn, de personal de seguridad de la Estacion Graf; el jefe Watts es el supervisor de Relaciones Planetarias de la Estacion Graf, y el practico Bel Thorne.

—Como estan ustedes, senora, senores, honorable herm —continuo la boca de Miles en piloto automatico. Estaba demasiado desconcertado por la presencia de Bel para tomar nota de algo mas que de aquel «sus victimas», de momento—. Permitanme presentarles a mi esposa, lady Ekaterin Vorkosigan, y a mi ayudante personal y hombre de armas, Roic.

Todos los cuadris miraron con mala cara a Roic. Pero ahora le toco a Bel el turno de sorprenderse al mirar con subita atencion a Ekaterin. Un aspecto puramente personal de toda la situacion se abrio paso entonces en la mente de Miles, cuando cayo en la cuenta de que dentro de muy poco, muy probablemente, iba a verse en la desagradable situacion de tener que presentar su nueva esposa a su antiguo enamorado. No es que la pasion que Bel tan a menudo habia expresado por el hubiera sido consumada, exactamente, para su retrospectivo pesar…

—Practico Thorne, ah… —Miles advirtio que estaba buscando donde agarrarse en mas de un sentido. Su voz se animo al preguntar—: ?Nos conocemos?

—Creo que no nos habiamos visto hasta ahora, lord Auditor Vorkosigan, no —contesto Bel; Miles espero haber sido el unico en detectar el leve enfasis en su nombre y titulo barrayares en aquel familiar acento agudo.

—Ah —Miles vacilo. «Ahora dame un pie, una frase, algo…»—. Mi madre es betana, ?sabe?

—Que coincidencia —dijo Bel tranquilamente—. La mia tambien.

«?Bel, maldicion!»

—He tenido el placer de visitar la Colonia Beta varias veces.

—Yo no he vuelto mas que una vez en decadas —la debil luz del notablemente vil sentido del humor de Bel se difumino en los ojos marrones, y el herm continuo diciendo—: Me gustaria oir cosas acerca de la vieja caja de arena.

—Sera un placer —respondio Miles, rezando para que la conversacion pareciera diplomatica y no criptica. «Pronto, pronto, joder, Pronto.» Bel le devolvio un cordial gesto con la cabeza.

La mujer cuadrumana indico el fondo de la bodega con su mano derecha superior.

—Si nos acompanan, por favor, a la sala de conferencias, lord y lady Vorkosigan, soldado Roic.

—Por supuesto, Selladora Greenlaw.

Miles le dirigio un leve gesto cortes de «despues de usted, senora» en el aire y luego se irguio para poner un pie en la pared e impulsarse tras ella. Ekaterin y Roic los siguieron. Ekaterin llego y freno en la puerta estanca redonda con gracia razonable, aunque Roic aterrizo de lado, con un golpe audible. Habia empleado demasiada energia para impulsarse, pero Miles no podia detenerse para indicarle unos cuantos truquitos. Ya los pillaria

Вы читаете Inmunidad diplomatica
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×