Lois McMaster Bujold

Inmunidad diplomatica

1

En la imagen sobre la placa vid, el esperma se rebullia trazando curvas sinuosas y elegantes. Sus sacudidas se hicieron mas energicas cuando la tenaza invisible del microtractor medico lo agarro y lo guio hacia su objetivo, el ovulo parecido a una perla: redondo, brillante, rico en promesas.

—?Una vez mas, querido muchacho, al ataque… por Inglaterra, Harry, y por san Jorge! —murmuro Miles, animandolo—. O, al menos, por Barrayar, por mi, y tal vez por el abuelo Piotr. ?Ja!

Con una ultima sacudida, el esperma desaparecio dentro de su paraiso de destino.

—Miles, ?estas mirando otra vez esas imagenes del bebe? —dijo Ekaterin, divertida, mientras salia del sibarita cuarto de bano de su camarote. Termino de recogerse el pelo en la nuca, lo aseguro, y se inclino por encima del hombro de Miles, que estaba sentado delante de la consola—. ?Es Aral Alexander, o Helen Natalia?

—Bueno, Aral Alexander en todo su esplendor.

—Ah, admirando tu esperma de nuevo. Ya veo.

—Y tu excelente ovulo, mi dama.

Miles miro a su esposa, gloriosa con la tunica de seda roja que le habia comprado en la Tierra, y sonrio. El calido y limpio olor de su piel le hizo cosquillas en la nariz, e inhalo dichoso.

—?No eran unos gametos monisimos? Mientras duraron, al menos.

—Si, y unos blastocitos preciosos. Sabes, me alegro de que hicieramos este viaje. Estoy segura de que estarias alli intentando levantar la tapa del replicador para echar un vistazo, o sacudiendo a los pobrecillos como si fueran regalos de Feria de Invierno para ver como reaccionan.

—Bueno, todo esto es nuevo para mi.

—Tu madre me dijo en la ultima Feria del Solsticio de Invierno que en cuanto los embriones estuvieran implantados te comportarias como si hubieras inventado la reproduccion. ?Y pensar que crei que estaba exagerando!

El capturo su mano y le dio un beso en la palma.

—?Eso lo dice la dama que estuvo sentada toda la primavera ante el replicador para estudiarlo? ?Cuyos encargos de pronto parecieron requerir el doble de tiempo para ser terminados?

—Cosa que, naturalmente, no tiene nada que ver con que su senor apareciera dos veces por hora para preguntar como le iba.

La mano, liberada, le acaricio la barbilla de manera muy halagadora. Miles penso en proponer que pasaran por alto el aburrido almuerzo en compania en el salon de pasajeros de la nave, ordenaran un servicio de habitaciones, se desnudaran de nuevo y volvieran a la cama para el resto de la velada. Sin embargo, Ekaterin no parecia considerar que hubiera nada aburrido en el viaje.

Aquella luna de miel galactica llegaba tarde, pero quizas asi era mejor, penso Miles. Su matrimonio habia tenido un comienzo bastante embarazoso: estaba bien que su acomodamiento hubiera incluido un tranquilo periodo de rutina domestica. Pero en retrospectiva, le parecia que el primer ano desde aquella memorable y dificil boda en el solsticio de invierno habia pasado en unos quince minutos de tiempo subjetivo.

Habian acordado hacia tiempo que celebrarian el aniversario dando inicio a los ninos en sus replicadores uterinos. El debate nunca fue cuando, sino cuantos. Miles seguia opinando que su sugerencia de hacerlos todos a la vez resultaba admirablemente eficaz. Nunca habia propuesto en serio aquello de que fueran doce; lo habia dicho para empezar con esa cifra y quedarse con seis. Su madre, su tia, y lo que parecian ser todas las demas mujeres que conocia se movilizaron para explicarle que estaba loco, pero Ekaterin se limito a sonreir. Se contentaron con dos, para empezar, Aral Alexander y Helen Natalia. Una doble racion de asombro, terror y deleite.

En el borde de la grabacion vid, la Primera Division Celular del Bebe fue interrumpida por el parpadeo rojo de un mensaje. Miles fruncio el ceno levemente. Estaban a tres saltos del espacio solar, en la profunda ruta interestelar de un trayecto a velocidad subluz entre agujeros de gusano que debia durar cuatro dias. En ruta hacia Tau Ceti, donde harian el trasbordo orbital a una nave con destino a Escobar, y de alli a otra en la ruta de salto por Sergyar y Komarr hacia casa. No esperaba ninguna llamada vid.

—Recibe —entono.

Aral Alexander in potentia desaparecio para ser sustituido por la cabeza y los hombros del capitan taucetiano de la nave de pasajeros. Miles y Ekaterin habian cenado en su mesa dos o tres veces durante esa parte del viaje. El hombre dirigio a Miles una tensa sonrisa y un gesto con la cabeza.

—Lord Vorkosigan.

—?Si, capitan? ?Que puedo hacer por usted?

—Una nave que se identifica como correo imperial de Barrayar nos ha localizado y requiere permiso para equiparar velocidades y abarloar. Al parecer, trae un mensaje urgente para usted.

Miles fruncio aun mas el ceno, y el estomago se le encogio. Sabia por experiencia que aquella no era la manera en que el Imperio transmitia buenas noticias. La mano de Ekaterin se tenso sobre su hombro.

—Por supuesto, capitan. Pasemelos.

Los oscuros rasgos taucetianos del capitan desaparecieron y, al cabo de un instante, fueron sustituidos por un hombre vestido con el uniforme verde del Imperio de Barrayar, con galones de teniente y la insignia del Sector IV en el cuello. Por la mente de Miles pasaron visiones del Emperador asesinado, de la Casa Vorkosigan arrasada hasta los cimientos con los replicadores dentro o, aun mas horriblemente probable, de su padre sufriendo un colapso fatal… Temia el dia en que algun estirado mensajero se dirigiera a el como conde Vorkosigan, senor.

El teniente lo saludo.

—?Lord Auditor Vorkosigan? Soy el teniente Smolyani de la nave correo Kestrel. Tengo que entregarle un mensaje en mano, grabado con el sello personal del Emperador, y se me ordena que despues lo traiga a bordo.

—No estamos en guerra, ?verdad? ?No ha muerto nadie?

El teniente Smolyani agacho la cabeza.

—No que yo sepa, senor.

El ritmo cardiaco de Miles se normalizo. Tras el, Ekaterin solto un suspiro de alivio. El teniente continuo.

—Pero, al parecer, la flota de comercio de Komarr ha sido bloqueada en un lugar llamado Estacion Graf, Union de Habitats Libres. Esta clasificado como sistema independiente, cerca del borde del Sector IV. Mis ordenes de vuelo son llevarlo alli a toda velocidad, y esperar a su conveniencia despues. —Sonrio un tanto forzadamente —. Espero que no sea una guerra, senor, porque parece que solo nos envian a nosotros.

—?Bloqueada? ?No en cuarentena?

—Supongo que se trata de algun tipo de retencion legal, senor.

«Me huele a diplomacia.» Miles hizo una mueca.

—Bien, sin duda el mensaje sellado lo aclara. Traigamelo y le echare un vistazo mientras nosotros hacemos las maletas.

—Si, senor. La Kestrel abarloara en unos minutos.

—Muy bien, teniente.

Miles corto la comunicacion.

—?Los dos? —dijo Ekaterin en voz baja.

Miles vacilo. No se trataba de cuarentena, segun el teniente. Ni, al parecer, de una guerra abierta. «O al menos no todavia.» Por otro lado, no se imaginaba al Emperador Gregor interrumpiendo su largamente aplazada luna de miel por algo trivial.

—Sera mejor que vea primero que tiene que decir Gregor.

Ella deposito un beso en su coronilla y dijo simplemente:

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